PRIMEROS AÑOS SETENTA MARCADOS POR LA IRREGULARIDAD Y LA TRAGEDIA.
JUANITO GUEDES DECIA ADIÓS AL FÚTBOL Y A LA VIDA
Juanito Guedes se muestra optimista para la próxima temporada notando una excelente recuperación
tras la intervención del cirujano digestivo Dr. Piullachs Oliva.
En las instantáneas, los entrenamientos matutinos efectuados en el Estadio Insular.
Martes 21 de Julio de 1970
«Trofeo Pro-Síndrome de down»
Venció en la final el Guía al Agaete por dos tantos a cero.
Juanito Guedes y Tonono hicieron el saque de honor.
La presencia de ambos jugadores provocó el entusiasmo del público en las gradas.
Juanito Guedes y Tonono escoltaban al popular Tomasín y recibirían una prolongada ovación en los prolegómenos del encuentro.
DE CUANDO FUE INAUGURADA LA NUEVA SEDE SOCIAL
DE LA U.D. LAS PALMAS
AL ACTO ASISTIERON LAS PRIMERAS AUTORIDADES
La casa donada por don José del Río Amor y su familia a la U.D. Las Palmas, en la calle Pio XII, nº 29 en Ciudad Jardín. Abría sus puertas como Sede Social de la institución amarilla.
En este acto de presentación el Gobernador Civil imponía a don Juan Trujillo Febles la insignia de oro y brillantes del club.
Se hallaban presentes en el acto el Obispo de la diócesis, monseñor Infantes Florido; Gobernador Civil, jefe provincial del Movimiento y de la Junta Provincial de Educación Física y Deportes, señor Fernández Galar; comandante general de la Base Naval de Canarias, vicealmirante Yusty Pita; vicepresidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, señor Juan Gómez, en representación del presidente; alcalde de Las Palmas, señor Pérez Alonso; consejero de Deportes del Cabildo Insular, señor Rodríguez Navarro; cronista oficial de la ciudad y cronista oficial de la ciudad de Las Palmas, señor Doreste Silva; secretario general de la Federación de fútbol, señor Suárez Rodríguez; expresidentes de la Unión Deportiva Las Palmas, señores Navarro Carló, Naranjo Hermosilla y López Pérez; consejero-delegado de Editorial Prensa Canaria, señor Hernández Pulido, presidente de la Asociación de la Prensa, director de DIARO DE LAS PALMAS y de “La Hoja del Lunes”, señor Ruiz Delgado; director de “El Eco de Canarias”, señor Gómez Nisa; director de “La Provincia”, señor Sardain Fabiani; director de “Radio Atlántico”, señor Gutiérrez Peña, señor Martínez de “Radio Las Palmas”; entrenador de la U.D. Las Palmas, señor Hernández, ex entrenador Sr. Molowny Arbelo; directivos del equipo amarillo y de los filiales; ex capitanes de la Unión Deportiva, Yayo y Beltrán (Aparicio está ausente en África del Sur); actual capitán Juan Guedes y cronistas deportivos.
Hizo uso de la palabra en primer término el presidente de la U.D. Las Palmas, don Juan Trujillo Febles, quien expresó su agradecimiento a todos los presentes por su presencia en el acto inaugural del nuevo local social, que es realmente el primer patrimonio del club.
Seguidamente, el vicepresidente primero de la U.D. Las Palmas, Hernández González, intervino para rogarle a la primera autoridad civil de la provincia, en su calidad de presidente de la Junta de E.F y Deportes, que impusiera la insignia de oro y brillantes del club al presidente, don Juan Trujillo Febles, insignia que le había sido concedida hace dos años por los socios reunidos en la asamblea general.
El señor Fernández Galar pronunció unas palabras en las que manifestó que aceptaba complacido dar cumplimiento a la petición del vicepresidente de U.D. Las Palmas de imponer la insignia de oro y brillantes del club a su presidente, señor Trujillo Febles. Puso en prueba este nuevo local que indica la situación lisonjera del equipo representativo en el aspecto económico. Hizo notar asimismo su admiración por la clara conducta de la U.D. Las Palmas, su honestidad y altura de miras. Concluyo diciendo: “Es una gran satisfacción para todos estar aquí en este acto y para mi particularmente poder imponer esta insignia en el pecho de su presidente”.
A continuación, volvió a hacer uso de la palabra el señor Trujillo Febles, quien expresó su agradecimiento por la insignia que le había sido impuesta. Indicó que los méritos son en realidad de todos sus compañeros de directiva y también del secretario general.
Todos los oradores fueron muy aplaudidos.
Finalmente, tras recorrer las distintas dependencias de nuevo local social, los invitados fueron agasajados por un cóctel servido en el Hotel “Reina Isabel”.
Se comenzaba la temporada 1970/71 ante el Atlético de Madrid con la importante baja de Juanito Guedes.
El Atlético de Madrid se había adelantado en el marcador por medio del interior Iruretagollena,
pero la reacción no se haría esperar con un pase magistral del medio volante
Paco Castellano hacia Carmelín que con gran serenidad batiría a Rodri.
El ex entrenador amarillo Marcel Domingo consideró al final del encuentro que el equipo colchonero había perdido un punto.
El técnico palmero Rosendo Hernández, fiel a su filosofía de dar oportunidades a jóvenes canteranos
hacia debutar a los juveniles Carmelín y Melian,
que realizarían un excelente encuentro, dándose la circunstancia que el joven jugador de Schamann
Carmelo Alvárez (Carmelín) sería el autor del único gol de la U.D. Las Palmas.
Gran partido del guardameta Catalá, Tonono y Gilberto II y afortunado debut de Melian y Carmelín.
Federico Melián
Un rubio de Arenales con exquisito trato de balón y visión de juego
El entrenador Rosendo Hernández era proclive a dar oportunidades a los jugadores canteranos. Federico Melián había sido un gran puntal en la selección juvenil de Las Palmas, actuando como medio volante y el entrenador palmero pensó que podría salir airoso sustituyendo a Juanito Guedes, en el primer encuentro de Liga ante el Atlético de Madrid.
Melián con semblante nostálgico trata de recordar aquel momento: «Ante todo, tanto a Carmelín como a mí nos sorprendería que Rosendo Hernández nos diera aquella oportunidad siendo aún juveniles y en un encuentro de tanta responsabilidad.
Para mi fue un honor inmenso sustituir a Juanito Guedes debido a su enfermedad, aunque por otra parte sabia que Juan era insustituible y yo quería que se recuperara lo antes posible. Juanito Guedes era todo en el equipo y la responsabilidad que caía sobre mi era muy grande. Era el verdadero ídolo de la afición y su liderazgo no se cuestionaba.Antes del partido bajo a vestuarios y no paraba de darme ánimos y confianza. En los entrenamientos me corregía defectos y me pedía que me superara y tuviera una mayor capacidad de sacrificio, especialmente en la recuperación del balón y en las marcas…no paraba de darme consejos aún sabiendo que yo lo estaba tratando de sustituir. Aprendí más con él que en toda mi vida deportiva.
No me permitiría el más mínimo fallo y me advertía que estuviese pendiente del juego desde la salida del balón. Allí, fundamentalmente me di perfecta cuenta que jugar en Primera División distaba mucho de hacerlo en juveniles. La intensidad y las exigencias son realmente siderales.
Su fallecimiento fue realmente doloroso, dado que para mi se había constituido en mi padre futbolístico, haciendo lo imposible por imitarlo. Tras su muerte, ya nada sería igual. El equipo, bajo las órdenes de Héctor Rial, estaba completamente roto y la temporada fue muy deficiente.
Gran victoria del Valencia sobre la U.D. Las Palmas por cinco tantos a uno.
El equipo canario se vio impotente ante el formidable partido de los valencianos.
Los autores de los goles fueron Ansola (3), Poli (2) y German, autor del único tanto canario que seria la figura de este encuentro.
Reaparición de Juanito Guedes
Juanito Guedes comenzaría los entrenamientos de forma gradual evolucionando favorablemente.
El entrenador Rosendo Hernández, que había sustituido a Luis Molowny en la temporada anterior, era muy proclive a dar oportunidades a los jóvenes valores de la cantera, haciendo debutar a Federico Melián y Carmelín, procedentes del Juvenil.
El joven Melián asumía una gran responsabilidad tratando de paliar en parte la ausencia del inolvidable seis amarillo.
Cuando llegó la ansiada reaparición de Juanito Guedes ante el Athletic de Bilbao, la alegría del jugador y de toda la afición sería indescriptible.
La entrada de Juanito Guedes al terreno de juego fue catedralicia, con todo el respetable puesto en pie coreando su nombre con auténtico fervor.
El acontecimiento era sinónimo de vida en las calles, en los bares y sus plazas. Regresaba Juanito Guedes cual Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador en los montes de Calahorra.
Solo pronunciar su nombre era signo de preocupación en las huestes contrarias que lo miraban como un ídolo ya mermado ostensiblemente pero invencible.
Toda la sociedad canaria lo recibiría con blasones de oro. Es el poder que tienen los seres investidos de un potencial mitológico con un aura intransferible de fascinación.
Desde ese día, al igual de Rodrigo Díaz de Vivar, Juanito Guedes y la U.D. Las Palmas entraban en la historia y en la Leyenda.
La U.D. Las Palmas hizo un buen encuentro pese al empate (1-1)
La presencia de Juanito Guedes en el segundo tiempo influyó favorablemente en el rendimiento del equipo canario.
Un gran gol de Carmelín niveló la ventaja que los bilbaínos habían adquirido en la primera parte.
Otro punto que se pierde. Al igual que en el encuentro ante el Atlético de Madrid, dado que los visitantes tenían el marcador a su favor, hay que considerar que el empate vino a suponer la salvación de un punto. ¿Resultado merecido?
Nos parece bastante normal, aunque tanto rojiblancos como amarillos pudieron resolverlo a su favor.
Valoremos también el factor psicológico de la vuelta de Juanito Guedes. Sacar al seis amarillo era arriesgado. Rosendo Hernández había manifestado que tal vez lo alinearía ante el Sevilla una semana después. Pero, el técnico palmero anticipo con decisión esa comprometida carta, ante la negativa de los médicos. Juan Guedes no podía rendir al máximo. En los mismos entrenamientos había apreciado que, aunque se hallaba muy recuperado, rehuía el choque. Es algo instintivo, perfectamente comprensible en quien ha sufrido una intervención quirúrgica de importancia. Pero, la sola presencia de Juanito Guedes en el campo influyó enormemente en la moral del equipo. Su aplomo, serenidad, colocación e inconfundible estilo y los pases largos en profundidad o el cambio de juego, pesaban mas que sus indecisiones y temores en la disputa de balones a los contrarios, con Juanito Guedes el equipo fue otro…
Lo que no sabemos es, si esta primera actuación suya significa recuperar la demarcación. Tal vez no esté aún en condiciones de jugar los 90 minutos. De todos modos podría utilizársele hasta donde sus posibilidades físicas le permitan.
La entrada de Juanito Guedes al recinto deportivo de Ciudad Jardín fue una verdadera explosión de júbilo incontenible, con el graderío puesto en pie flameando pañuelos blancos en señal del reconocimiento al seis amarillo. Era la reaparición más esperada que hayamos podido presenciar en el recinto de Ciudad Jardín. Prueba de ello fueron los propios jugadores del Atlhetic de Bilbao aplaudiendo su salida al campo, entre un público exultante que supo premiar igualmente al equipo vasco con una prolongada ovación.
¡Dejen que el chiquillo la tire!
En el minuto 67 de la segunda parte, el Athletic de Bilbao sería castigado con golpe franco directo. El novel jugador amarillo Carmelín recoge el esférico y se dirige al lugar de la falta. Podemos decir que algunos compañeros tendrían posiblemente el mismo pensamiento pero, Juanito Guedes antes que algunos jugadores se adelantaran, exclamó en alta voz: ¡ Dejen que el chiquillo la tire !
Esta anécdota ha sido versionada en muchas ocasiones por los propios compañeros de la época.
Carmelín parece por momentos concentrado y con plena confianza, dado que había marcado anteriormente ante el Atletico de Madrid. Coge el esférico y mira fijamente al marco defendido por Iríbar, quien tras la magistral ejecución del golpe franco directo se ve imposibilitado a detener el tanto amarillo.
Algunos pases en profundidad de Juanito Guedes -como el que dio llegando al final a Gilberto I que estuvo a punto de transformase en gol – y otros servicios demostraron la influencia de su reincorporación.
La U.D. Las Palmas tampoco pudo vencer al Sevilla.
Los amarillos no acertaron a romper la férrea defensa del equipo andaluz.
El equipo insular tendría ventaja al ser expulsado el jugador sevillista Toñanes, al minuto 11 del segundo tiempo.
Juanito Guedes jugo el segundo tiempo. Algunos buenos servicios y su personal estilo de siempre.
Bien en el lanzamiento de una falta saliendo el balón fuera por poco.
Hay que tener paciencia con el proceso de recuperación que va adelante, poco a poco.
La presencia de Guedes animó mucho, dado que se pensaba que sus pases en profundidad y sus cambios de juego podrían dar resultado.
Pero no hubo nada que hacer, aunque por momentos parecía encarrilarse el partido.
Precisamente en un lanzamiento de Guedes, se provocaría una situación de peligro,
que concluyó en falta. Pero esta vez Carmelín no tuvo la misma fortuna que ante Rodri e Iribar.
Tres secuencias del incidente producido por Martín II en una entrada a Costas
que el equipo hispalense reclamaría la expulsión del jugador canario.
En las tres diferentes panorámicas, el medio volante amarillo Juanito Guedes se dirige a la meleé a efectos de apaciguar los ánimos.
Merecido empate de la U.D. Las Palmas en La Romareda ante el Real Zaragoza.
La entrada al terreno de juego de Juanito Guedes y José Juan influyó notablemente en el rendimiento del equipo.
Planas II y Castellano autores de los goles.
Televisión española en Canarias ofrecía con posterioridad en diferido el partido Zaragoza – U.D. Las Palmas.
El portero maño Nieves, que venía realizando una excelente temporada realizaría una gran parada a tiro del extremo amarillo León y
Ruiz Igartua salvó en la misma línea un disparo de José Juan con el meta ya batido.
11 de octubre de 1970
La U.D. Las Palmas pudo obtener un mejor resultado en el Estadio de Los Cármenes.
El equipo isleño realizó un excelente primer tiempo, pero decayó en la continuación.
Juanito Guedes sería titular por primera vez en la temporada desde el comienzo del encuentro.
Excelente primer tiempo del espigado jugador isleño creando y cortando juego ,
incluso disparando a puerta. Aún le falta, pero ya es bueno que aguante bien los 90 minutos.
No nos gustó el Granada que tuvo en el canario Vicente González su mejor hombre.
El Celta de Vigo se lleva los dos puntos, en un pésimo encuentro de la U.D. Las Palmas.
De obtener la ansiada primera victoria, a la primera derrota en el Estadio Insular.
Los goles del encuentro serían marcados por Juan y Lezcano, por el equipo vigués y José Juan por la U.D. Las Palmas.
Los aficionados no entendieron la inexplicable sustitución del extremo Bosmediano.
Entrenamiento del Celta de Vigo en el Estadio Insular en la víspera del encuentro.
Tras la derrota ante el Real Celta de Vigo, la dimisión inesperada de Rosendo Hernández.
En las instantáneas de Hernández Gil, el entrenador Rosendo Hernández se despide de los jugadores.
La dimisión
Rosendo Hernández
«Yo no podía ir contra los intereses de la U.D. Las Palmas»
«No puedo percibir un dinero que no he trabajado».
«Prefiero que me señalen a mi como responsable antes que a los jugadores».
Rosendo Hernández, tranquilo. Muy tranquilo. Estaba en su casa anoche, viendo por su pequeño televisor el partido -Madrid/Barcelona- y fumando, como siempre, un buen puro palmero. El entrenador de la U.D. Las Palmas había dimitido por la mañana. No era la fórmula clásica de encubrir en esta palabra al tradicional cese. Rosendo Hernández se ha ido por voluntad propia, o, al menos no ha esperado la posibilidad de ser cesado. Por otra parte, ya es suficientemente sabido que ha renunciado a todo tipo de compensación económica que fuera mas allá de su último partido.
ENTREVISTA EN EL DIARIO DE LAS PALMAS.
-Esta tarde he estado en el Club, nos dijo Rosendo: ´Se me ha comunicado que la directiva ha aceptado mi dimisión. He hablado con el Presidente. El club va ha hacerme un regalo económico y don Juan Trujillo asistirá a mi despedida de la plantilla, mañana (hoy). Me marcho tan amigo de ellos como llegué. Ya se han mostrado muy reconocidos a mi actitud´
-¿Pero ésto supone para ti una gran pérdida económica..?
-Sí, pero yo no podía ir contra los intereses de la U.D. Las Palmas. Es mejor así. Yo no tengo problemas económicos. No puedo percibir un dinero que no he trabajado. Así he obrado siempre y me voy con la conciencia tranquila.
LA MONTAÑETA DE SAN TELMO
Al salir de la calle Real en la isla de La Palma se encuentra el barrio de la Montañeta de San Telmo. Era una montaña rodeada de casas terreras donde sus habitantes se veían obligados a transitar por medio de callejones y escalinatas hasta bajar a la calle principal. Al salir de la calle Real y frente al barrio de San Telmo, había una caleta de pequeñas dimensiones que con los signos de progreso han desaparecido debido a la ampliación de la avenida.
Rosendo Hernández tenía como uso y costumbre bajar desde lo alto de San Telmo ligero de equipaje, una camisa, toalla, bañador y zapatillas, eran todo su atuendo. Frente erguida y paso firme, conocía todos los atajos y recovecos de escalinatas y callejones al salir de su casa. Tras despedirse de su hermana con la que vivía, ponía rumbo a la caleta situada en el paseo marítimo. Una vez allí, comenzaba unas cortas carreras al trote para luego adiestrarse en varios movimientos combinados de gimnasia sueca. Me sorprendía, dada su edad, el vigor y la fortaleza física y esmero que ponía en cada uno de los ejercicios. De igual forma, el amplio torso y musculatura donde no disimulaba las profundas cicatrices de sus tiempos como futbolista en activo. Terminados los ejercicios que duraron aproximadamente 30 minutos, se dirigía con caminar recto y erguido al encuentro con el mar. Siendo ya un hombre septuagenario nadaba con gran simetría y rapidez recreándose en el estilo a braza bajo el agua.
Todo empezaría con una llamada de los organizadores de un acto dedicado a la inauguración de un club que llevaba su nombre recién inaugurado. Me solicitaron una conferencia biográfica sobre su vida. Era natural y de debido cumplimiento que aceptara la petición, dado que para mí representaba un honor. Se trataba de un jugador canario, mundialista en Brasil y componente de la U.D. Las Palmas, tanto en su corto período vistiendo los colores amarillos, siendo capitán de nuestro equipo (1952-53), como entrenador en dos ocasiones (1962-63) (1969-71).
Al ponerme en contacto con los organizadores pensé adelantar mi estancia en La Palma, a efectos de inhalar la fragancia de aquella isla y la forma tan peculiar de vida de sus ciudadanos y sus costumbres. Por otro lado, consideraba necesario tener varias citas y conversaciones con el homenajeado dado que muchos aspectos de su vida deportiva y social no son muy conocidos de la masa social, especialmente su infancia y primera juventud.
Retrotrayéndome al principio de estas líneas allí en la playa (caleta) de San Telmo había sido citado a las nueve de la mañana. Rosendo Hernández bajaba con su atuendo playero y yo ya le estaba esperando en la caleta que me había dicho. Recuerdo que a tan temprana hora el tiempo estaba nublado aunque una brisa de calor presagiaba que el día se levantaría convirtiéndose en un espléndida mañana para el baño.
Tras los saludos de rigor Rosendo me advirtió que tenía por costumbre realizar unos ejercicios gimnásticos que lo mantenían en buena forma. El tiempo de duración fue de media hora concluyendo con un chapuzón en el mar de breves minutos. Me sorprendieron sus conocimientos de natación dado que no solo nadaba todas las modalidades sino también con admirable estilo. Al venir hacía donde estaban extendidas nuestras toallas se sentó y me dijo: “no le importará a Ud. que me fume un puro, tras el baño me dan una gran tranquilidad y sosiego”. Eran unos habanos de un olor muy fuerte y tenía que hacer un esfuerzo por no toser dado que con la brisa del mar su aroma entraba directamente a mis pulmones. No obstante, no hice la menor objeción haciendo un ligero esfuerzo por no demostrar mis dificultades al respirar. Recuerdo que ante todo me agradeció profundamente el venir a La Palma con la finalidad de impartir una conferencia con respecto a su persona. Se le notaba un hombre agradecido y respetuoso, muy diferente al entrenador impetuoso e indolente que había visto en el Insular en mis años jóvenes.
Nuestra conversación giró sobre su vida desde su niñez y primeros pinitos futbolísticos hasta el pináculo de celebridad como mundialista en Río de Janeiro unido al de los canarios Luis Molowny y Alfonso Silva. Sus últimos años como entrenador en el Real Zaragoza y U.D. Las Palmas y su amplio curriculum como secretario técnico y entrenador, preferentemente en la capital del Ebro y Gran Canaria. De igual forma hablamos largo y tendido de su familia y niñez, guerra de liberación española, postguerra…
Tenía que estar muy documentado a efectos de salir airoso en mi conferencia. Sabía que había despertado gran interés ante todo por su figura y su ardorosa vida fuera de su tierra natal.
En estas páginas sobre nuestro encuentro en La Palma he de concentrarme en sus afirmaciones sobre la vida de Juan Guedes, jugador por el que sentía especial aprecio: “hablar de Juanito Guedes es muy doloroso para mí. Era un chico que apenas llevaba un par de años en el club cuando yo comencé a dirigir al equipo por primera vez la temporada 1962-63
Juanito Guedes a pesar de tan corto tiempo y con la marcha de muchos veteranos se había convertido en uno de los pilares del equipo y en su verdadero portavoz. Sé que muchas personas vinculadas con el fútbol criticaban mis métodos de trabajo por mi fuerte temperamento. En la vida no podemos gustarles a todos y cada persona tiene su particular versión de ver el fútbol. Como entrenador siempre luché por los derechos de los futbolistas y nadie me puede tachar de indolente. Pero, de igual forma, no tolero la indisciplina. El futbolista debe esmerase en escuchar los consejos y las órdenes del técnico y no desoír sus consignas y hacer todo a su propio albedrío. Es posible que debido a mi fuerte temperamento hiriera la sensibilidad de algunos futbolistas pero cuando me ofusco reconozco que a veces digo frases que no debo decir. Más tarde me arrepiento y pido perdón. Sé que Ud. quiere saber exactamente lo de Gilberto I y Juanito Guedes. Llevamos tres horas hablando entre baño y baño, no hay nadie en esta isla que se considere palmero y no se fume un puro sentado en una de las terrazas de la calle Real. ¿Puede quedar Ud. conmigo a las cuatro de la tarde en este local? Rosendo Hernández me da una tarjeta del café y en unas horas compartíamos mesa y mantel. Esta vez venía impecable a la cita cuidando el más mínimo detalle de su traje y encorsetada corbata. “Desde niño solía venir aquí con mis padres aunque es natural que el local haya cambiado sustancialmente”. No obstante, según el entrenador palmero el café seguía siendo delicioso.
Al ocupar su mesa lo primero que hizo fue sacar un gran puro con un aroma muy fuerte. Una vez recostado en su sillón de cretona inglesa, parecía no deleitarse con su puro sino con toda la gente que pasaba y lo saludaba cordialmente. Todos parecían conocerle, algo que le agradaba profundamente.
De pronto, tratando de hilvanar sus recuerdos me dice con profunda nostalgia:
«Con respecto a Gilberto I se han dicho muchas cosas y la mayoría de ellas fuera de lugar aunque yo respeto todas las opiniones. Cuando un técnico se preocupa realmente por el futuro de un futbolista se esmera lo indecible sin importarle todo el tiempo que pueda dedicarle al jugador. Cuando yo llegué a la U.D. Las Palmas la demarcación de extremo la venían ocupando Juan Luis y Vegazo, que tenían toda la confianza del técnico Paco Campos. La demarcación de delantero la ocupaba Germán aunque yo consideraba que debería de tener una posición más creativa, como era la de interior ubicando a Gilberto I como delantero centro.
El jugador de Los Silos había marcado el día de su presentación ante el Jaén un gol espléndido en esta demarcación y tenía un potente disparo, pero se empeñaba en buscar opciones que no le convenían y hay que reconocer que lo suyo no era el regate en corto. Yo trataba de hacerle ver el fútbol fácil intercambiando jugadas con sus compañeros y no tirar a puerta tan pronto le viniera un balón. Reconozco que me ofuscaba con él y algunas frases estaban fuera de tono. Sin embargo, era mi carácter y estaban dichas sin la menor intención. Un día herí la sensibilidad del jugador y Juanito Guedes me hizo ver al final del entrenamiento su preocupación, pidiéndome que le diera una oportunidad como extremo, ya que estaba seguro que podría lanzarle balones en profundidad aprovechando la gran rapidez del jugador tinerfeño. Lo pusimos en un partido de entrenamiento y causó la sensación en todos los presentes. A partir de este episodio todo cambiaría y Gilberto I se convertiría en uno de los jugadores fundamentales del equipo y nuestra relación fue siempre cordial.
Antes de su reaparición ante el Athletic de Bilbao, el jugador Juanito Guedes ya me había comentado que se ya encontraba en condiciones de regresar a los terrenos de juego. Sin embargo los médico opinaban lo contrario. De alguna u otra forma, todos los galenos conocían la gravedad del caso, pero dada su insistencia me vi en la obligación de acceder a su petición como a la del respetable.
Durante el partido, el joven Melián venía realizando un aceptable encuentro, pero Juanito Guedes que estaba a mi lado, no dejaba de pedirme con gran ardor su salida al campo. Por otra parte, la afición coreaba su nombre insistentemente y tomé la decisión que ya todos conocen.
En referencia a la enfermedad de Juanito Guedes y posterior fallecimiento, no tengo palabras para explicar el hondo dolor que sentí cuando me lo comunicaron. Yo estaba en Zaragoza y no pude incorporarme a tiempo a su sepelio. La noticia me llegó a primera hora de la tarde, por medio del locutor Pascual Calabuig. Aquí en la ciudad del Ebro ,el sentimiento de dolor fue unánime. Con respecto a mi persona, que lo tuve en dos ocasiones a mis órdenes, la pena que me aflige es muy grande. Sus nobles sentimientos, su perseverancia como futbolista extraordinario, su hombría de bien, todas estas virtudes será para mí – como para todos los canarios- recuerdo imperecedero».
HABLA EL CAPITÁN
DICE GUEDES: “Un puesto intermedio es el que podemos conseguir normalmente”
“El público tiene que animar al equipo”
Guedes ha vuelto a la titularidad del equipo otra vez en Granada, en el Estadio Insular frente al Celta, ha sido capitán. Juan Guedes Rodríguez, ha tenido una carrera meteórica en el fútbol, hasta el año pasado, el de las desgracias personales. Comenzó a jugar en el Infantil Rehoyas, después Juventud Tamaraceite y en el Porteño para finalizar en la Unión Deportiva Las Palmas, donde debuto el año 61, frente al Atlético de Ceuta en el “Alfonso Murube”. Ha sido internacional “A” dos veces, once militar y cinco juvenil. Todo esto ha sido Juanito Guedes, el hombre que tuvo su temporada negra, en la pasada, comenzando con la lesión sufrida frente al Athletic de Bilbao y su posterior operación intestinal en Barcelona, que le han tenido alejado del fútbol unos cuantos meses. Pero Guedes reapareció por una casual circunstancia frente al Bilbao, parecido a lo que sucedió con Rosendo Hernández, que debutó frente al Celta, que fue al primer equipo que se enfrentó a la Unión Deportiva en su nueva etapa y que ha sido el culpable de tener que dejar al equipo amarillo.
Por eso Guedes habla en primer lugar del cese del entrenador.
ESTAMOS COMO AL COMIENZO
Le digo a Guedes que las circunstancias han variado, que ahora tenemos negativos y que no podemos aspirar al título.
-Un puesto intermedio es el que podemos conseguir normalmente.
Guedes está jugando bien, pero se dice que mantiene ciertas precauciones respecto a su rodilla.
-La rodilla está fenomenal-contesta algo enfadado Guedes- y nadie me puede decir que ni en Granada, ni en este domingo frente al Celta se puede pensar que haya tenido miedo de meter el pie. ¿O es que tengo que poner la rodilla debajo de un camión para demostrar lo contrario?
Guedes, continúa justificando su juego.
-Ahora estoy en mi peso normal y bien preparado. Sólo me falta el rodaje después de haber estado siete meses sin jugar y haber pedido casi once kilos.
Guedes comenta que la recuperación de la operación de la rodilla no le llegó a preocupar nunca, pero si la del estómago.
-Normalmente cuando te operan de menisco, sabes lo que tienes. Pero cuando te abren con la edad que uno tiene, nunca sabes lo que puede ocurrir. Pero yo estoy muy satisfecho.
TODOS LOS JUGADORES ACTUAN BIEN, SI EL EQUIPO GANA.
Con Guedes la conversación va un poco a saltos. De sus molestias, de su recuperación pasamos a hablar de sus actuaciones, de si han sido buenas o malas.
– Creo – contesta sinceramente- que ningún jugador lo hace mal si su equipo gana el partido, por eso los de Celta jugaron bien simplemente porque ganaron. Pero prefiero hacerlo mal y macar goles.
¿Pero qué le pasa al equipo? Le pregunto a Guedes.
-Particularmente veo que el equipo sigue en la misma línea que en la etapa de Luis Molowny, con la diferencia de que no encontramos puerta.
¿Será que no jugáis con la misma alegría y la seguridad de antes? Le expongo.
-Hemos jugado con alegría y bien -replica- pero el equipo debe tener mas apoyo del público.
Se ha mencionado a esta afición de Las Palmas que tiene a Guedes como un ídolo y había que aclarar el por qué se quejaba el jugador que había recibido la gran ovación en su reaparición.
-Particularmente – dice el capitán- no tengo nada que decir y si mucho que agradecer. Pero tengo que actuar con respecto a lo que ocurre con el conjunto. El público es el que tiene que animar al equipo cuando está mal, no el equipo al público. Un público apasionado volcado a favor de su equipo representa más del veinticinco por ciento para el logro del triunfo. No digo nada con el público entendido que comprende las cosas, lo digo en contra aquellos que gritan llamándonos gandules y pidiendo que bajemos a Segunda, olvidándose que gritan el mal de todos. Espero que no se consideren mal mis palabras, pero pienso que es por el bien del equipo, pienso que es mi obligación decirlas.
Guedes finalmente dice que ve bien a la U.D. Las Palmas y considera que finalizará la temporada sin problemas, como lo hubiera hecho de continuar Rosendo Hernández al mando del mismo. Estamos seguros de que así habría sido.
LA LLEGADA DE HÉCTOR RIAL
Héctor Rial, nuevo entrenador de la U.D. Las Palmas
Rial ha declarado que el Presidente del club canario le llamó esta tarde desde Las Palmas, con la intencionalidad hacerse cargo del equipo,
lo cual fue aceptado por el que fuera jugador del Real Madrid.
«Voy con ilusión porque la U.D. Las Palmas creo que es un gran equipo, sus jugadores me gustan, creo que se podrá hacer algo». Ha declarado Rial.
El técnico se hará cargo del cuadro canario el próximo miércoles.
Primera victoria de la temporada de la U.D. Las Palmas ante la Real Sociedad, con la llegada del técnico Héctor Rial.
Los goles del equipo amarillo fueron conseguidos por Gilberto II (2) y José Juan (2).
Superioridad amarilla en la segunda parte, donde se conseguiría consolidar la primera victoria.
1 de noviembre de 1970
En Sabadell, La U.D. Las Palmas debió haberse hecho con los dos puntos.
Pero el equipo amarillo no tuvo capacidad ofensiva alguna y además le faltó garra.
Gilberto I tuvo las mejores oportunidades del cuadro amarillo en los minutos 25 y 30 de la segunda parte.
15 de noviembre de 1970
Fracaso de la U.D. Las Palmas ante el Real Sporting Gijón, perdiendo por un tanto dos.
La U.D. Las Palmas acusó los mismos defectos de estas dos últimas temporadas:
lentitud, horizontalidad, fallos de marcaje y falta de continuidad en la entrega.
Goles de León por los canarios y de Puente y Churruca por los asturianos.
27 de noviembre de 1970
La U.D. Las Palmas en un lamentable encuentro sólo pudo empatar ante el equipo ilicitano.
El equipo amarillo comienza a llegar a una situación límite con 6 negativos.
Guillot, Alonso, Llompart (propia meta) y Martín II, autores de los goles.
Flojo encuentro en La Rosaleda de Málaga, con inoperante actuación del equipo amarillo.
La U.D. Las Palmas estuvo firme en la cobertura sobresaliendo Tonono,
pero muy deficiente el ataque amarillo perdiendo claras oportunidades de gol.
Dadas las circunstancias, se conseguía un valioso positivo para nuestro equipo.
Tras el gol de Hernández en el minuto 77 , el equipo isleño no supo aprovechar el desconcierto de los malagueños.
Catalá detiene un penalti inexistente que se saco de la manga el colegiado del encuentro Sr. Pelayo Serrano.
Sólo un minuto había transcurrido del gol amarillo, cuando el delantero Cabral establecía de cabeza el gol malagueño,
quedando el partido en empate a un tanto en el marcador.
La figura del encuentro sería el libre isleño Tonono, que con una ceja sangrante durante todo el encuentro,
se mostró eficiente y eficaz en todo momento sorprendiendo a propios y extraños por la calidad de su juego.
Juanito Guedes: Un futuro desolador.
Juanito Guedes comenzaba a mostrar síntomas de la enfermedad que venia larvando y que nadie supo detectar.
Flojísimo. Impreciso siempre y sin posición en el campo. En el segundo tiempo naufragó por completo en esa zona dando escasas muestras de recuperación y fondo físico.
6 de diciembre de 1970
Último encuentro de Juanito Guedes con la U.D. Las Palmas
Merecida victoria del R.C.D. Español que pudo ganar por más amplio margen.
La U.D. Las Palmas mostró muy poca capacidad ofensiva.
El árbitro no sancionó un claro penalti de Griffa a León, autor del gol canario.
El R.C.D. Español de Barcelona logró una merecida victoria sobre la U.D. Las Palmas en el campo de la carretera de Sarriá y es más podemos decir, y así lo creyeron, que el resultado fue corto teniendo en cuenta el rendimiento de los dos equipos. Buen partido del R.C.D. Español que superó al equipo canario en todos los sentidos, tuvo mas oportunidades y tanto en juego como en dominio fue con mucho un conjunto mejor que el isleño. Los muchos espectadores que llenaron el estadio españolista fueron testigos de una de las mejores actuaciones del equipo blanquiazul en aquella temporada, confirmando la buena linea que mostró dicho equipo últimamente, como lo probó el que en tres partidos logró los cinco puntos. Distó mucho, según nos confirman testigos presenciales, el Español de esa vez con el del no tan lejano encuentro con el Zaragoza, que presenciaron los jugadores canarios el mismo día que habían empatado en la «Nova Creu Alta» ante el Sabadell.
Los goles del R.C.D. Español tuvieron como protagonistas a José Maria y Ré. El primero centro de José María y remate imparable de Ré y el segundo a centro de Ré ,que remató el habilidoso extremo José María haciendo inútil la estirada de Catalá.
En las postrimerías del encuentro, el extremo amarillo León reduce diferencia rematando desde un centro desde la izquierda del centrocampista Gilberto II.
El jugador Juanito Guedes, que jugaría todo el encuentro, estuvo muy combativo aunque no siempre con acierto. Puso entusiasmo. Podia aún esperarse de su reconocida clase, una pronta y total recuperación. Nada nos hizo presagiar que este encuentro en el antiguo campo de la carretera de Sarriá, sería el último de la carrera del excepcional jugador amarillo.
Tras el traslado de la expedición amarilla a Gran Canaria, a efectos de enfrentarse en su próximo encuentro al F.C. Barcelona, el jugador Juanito Guedes tenia una enorme ilusión por jugar este encuentro, pero a pocas fechas del choque comenzaría con un estreñimiento severo, siendo enviado de nuevo a la Clínica Santa Catalina, donde los médicos decidieron enviarlo nuevamente de forma urgente a la Ciudad Condal, donde sería intervenido por segunda vez por el Doctor Piullachs.
TRONA
Un jugador de gran altura y complexión física
con gran recorrido y facilidad goleadora.
Yo había llegado al club en 1969 cuando Juanito Guedes jugaba ya sus últimos años. Sin embargo, dado que todos los jueves por la tarde había partidillo con los equipos regionales y yo pertenecía al Juvenil A de Las Palmas, uno de los clubes más solicitados para los partidillos era el Artesano.
Recuerdo que los titulares de la U.D. Las Palmas se empleaban en aquellos encuentros de entrenamiento como si se tratara de un partido oficial y normalmente los equipos regionales salían goleados.
La entrada a los entrenamientos no era a puerta cerrada, dado que éramos simplemente juveniles, los aficionados no veían de buen grado que los jugadores titulares del primer equipo se emplearan con excesivo ardor, sin embargo hay que reconocer que los entrenamientos son un reflejo de lo que vas a realizar el domingo siguiente en el partido oficial.
Juanito Guedes me daba muchos consejos y ponderaba mi juego. Sus palabras de ánimo me daban mucha moral.
Luego, al ingresar en el primer equipo, Juan nos dio toda una lección de compañerismo a todos los jóvenes que nos habíamos incorporado.
Todos procedíamos de familias humildes y algunos eran mantenedores de sus casas. Y no llegábamos a ganar cinco mil pesetas al mes.
Un día, Juan me preguntó qué mensualidad teníamos, quedándose perplejo cuando le hicimos saber las cantidades que ganábamos. Prometió solucionarlo y lo cumplió debidamente, dado que a los pocos días, un empleado del club, nos hizo llamar a la secretaria general de la entidad con la finalidad de informarnos de la nueva subida salarial, que ascendería a doce mil pesetas.
Aquello fue para nosotros como ganarnos una lotería.
El club estaba en su mejor momento deportivo y al poco tiempo se inauguraría la nueva Sede de Pio XII, nº 29.
Juanito Guedes era ante todo una persona solidaria y humana. Un verdadero compañero en todos los conceptos.
En la temporada 1969/70 subimos algunos jugadores canteranos del primer equipo, yo jugaba como delantero centro, sustituyendo a José Juan marcando algunos goles decisivos.
A la temporada siguiente, tras la enfermedad de Juanito Guedes, el canterano Melián comenzó a jugar de medio volante.
La reaparición de Juanito Guedes ante el Athletic de Bilbao fue en loor de multitud.
No obstante, aquel momento cumbre no tendría larga duración, jugando su último encuentro ante el Real Club Deportivo Español en el Estadio Sarrié.
Se daba la coincidencia que el siguiente encuentro a jugar en el Estadio Insular sería ante el F.C. Barcelona, partido que le hubiese encantado participar a Juanito Guedes.
Tras el doloroso fallecimiento de Juanito Guedes, yo pasaba a ocupar la demarcación de medio volante.
En realidad, era una quimera que a un jugador de la calidad de Juanito Guedes es imposible de igualar en lo fundamental.
El equipo notó excesivamente su ausencia y de prolongarse la liga estaríamos apunto de descender.
Juanito Guedes ha sido inolvidable en sus valores deportivos y concepción humana.
Las brumas de un triste recuerdo
Tras seguir jugando con aparente normalidad, a los pocos meses se visitaba el antiguo campo de Sarriá (13 de diciembre de 1970) donde nuestro equipo en un disputado encuentro, terminaría perdiendo por dos tantos a uno ante el R.C.D. Español.
Se daba la circunstancia que al sábado siguiente nos visitaba otro club catalán de enorme prestigio, el F.C. Barcelona.
Juanito Guedes, a lo largo de su trayectoria deportiva había tenido grandes actuaciones ante el club blaugrana y esperaba con gran ilusión este encuentro.
Sin embargo, a los pocos días del partido volvía a sentir las mismas molestias gástricas, pero esta vez de forma más acusada y dolorosa.
El impacto en todos los miembros del club seria considerable.
De nuevo volvía a la Ciudad Condal para ser intervenido por el mismo médico digestivo, doctor Pedro Piulachs Oliva, quien con una serie de compañeros y el mismo anestesista acometería la difícil y desagradable empresa.
Sin embargo, en esta ocasión, apenas comenzada la operación y en vista del avanzado estado de la enfermedad solo se podría proceder a cerrar y dar por finalizada la intervención, ya que todo esfuerzo era inútil y estéril dado el avanzado estado y deterioro de sus órganos.
La imagen de Juanito Guedes llevado en camilla por el personal sanitario desde la Clínica Platón al aeropuerto, mientras se le escapaba la vida, ha sido de los momentos mas dramáticos y emotivos de toda la historia del club isleño desde su fundación.
Clínica Santa Catalina. Habitación 345: antesala de la muerte.
Una vez pasados los difíciles momentos de su dramático traslado de Barcelona y ya de regreso en la isla, el jugador ingresaba directamente en la habitación nº 345 de la Clínica Santa Catalina, que sería su última morada.
La noticia corría como reguero de pólvora por toda la ciudad.
Si bien en un principio las visitas de directivos y compañeros de equipo le insuflaban ánimo y una enorme ilusión haciéndole por momentos olvidar su dolencia, su estado fue empeorando gradualmente hasta llegar a ser plenamente consciente de su irreversible situación, que aceptaría con ejemplar entereza y resignación cristiana.
Acompañado en todo momento por su querida esposa Georgina, su tío José y familiares, Juanito Guedes contaba igualmente con su inseparable amigo y ex compañero Ernesto Aparicio, que tuvo un comportamiento loable y digno de nuestros mayores elogios, permaneciendo día y noche en la clínica, pernoctando en la habitación nº 442, que no utilizaba sino para momentos de extrema necesidad.
Ernesto Aparicio, a quien el presidente Juan Trujillo Febles y el secretario general Jesús García Panasco habían pedido aquél último favor. En puridad no necesitó nunca de esta petición ya que según sus propias palabras en nuestros numerosos viajes y estancias en hoteles siempre me confesó que él se había ofrecido previamente, sirva como prueba y testimonio la ratificación de la viuda del jugador Georgina Ojeda. Avalado por la tensión y el cansancio de las interminables noches sin dormir, el capitán fue testigo de la meteórica evolución de aquel último mes y el deterioro físico de su organismo con fuertes dolores, que irían in crescendo hasta llegar a ser indescriptibles en su última semana de vida.
Juanito Guedes, tras recibir la extremaunción del Padre Vicente Rivero, amigo de la familia, y tantos años sacerdote en la basílica de Teror, le diría al sacerdote con quebrada voz sus últimas palabras:
“Gracias Padre Rivero. Sé que el ‘Señor’ ha querido llevarme con él y si ese es su deseo que se cumpla su voluntad.
Sé que he cometido faltas, pero han sido sin intencionalidad y debido a este pronto mío, ya que siempre he procurado hacer el bien.
Muero en mi tierra que es lo que siempre he querido y rodeado de mi familia. Gracias por todos sus desvelos”.
El padre Vicente Rivero con un misal y rosario en sus manos no pudo articular palabra, limitándose a acariciarle mientras rezando un padrenuestro le daba la bendición.
Pasados los años acudíamos en pretemporada a la basílica de Teror donde a menudo solíamos charlar. Aún recuerdo sus palabras con gesto serio y solemne.
Un día me dijo: “Acostumbrado como estaba desde mis principios a frecuentar este tipo actos y últimos auxilios espirituales, puedo confesarle sin faltar a la verdad, que aquel día fue de los peores de mi vida. Su imagen y su rostro demacrado por el profundo dolor y su nobleza y valentía al dirigirse en tan fatídicos momentos a mi persona, nunca lo podré olvidar”.
Juanito Guedes, luchando heroicamente en sus últimas horas de verdadera agonía se despedía de la vida con un hondo y último suspiro, que Ernesto Aparicio imitaba a la perfección con lágrimas en sus ojos a pesar de los años transcurridos. Recuerdo que una mañana en Gijón me tocó a la puerta como solía hacer para bajar al comedor a desayunar.
Eran aún las siete de la mañana, pero ambos teníamos por costumbre levantarnos muy temprano. Ya en el hall del hotel le dije:
“Capi, te agradecería que no me relataras más los últimos momentos de la vida de Juan Guedes. Anoche tuve terribles pesadillas viviéndolo todo tan intensamente y con tanta cercanía como si estuviera presente.
Él ya ha dado el paso definitivo y habrá alcanzado el descanso y la gloria eterna. A nosotros aún nos queda por pasar ese angustioso trance y como decía el doctor Piulachs Oliva: “Todos los seres humanos tienen miedo a la muerte”.
Juanito Guedes, falleció el 8 de marzo de 1971, como se recoge en su acta de defunción después de haber recibido los últimos sacramentos del sacerdote Vicente Rivero.
UNA VEZ DIFUNDIDA LA NOTICIA, UNA MULTITUD DE AFICIONADOS Y CIUDADANOS EN GENERAL, ACUDEN EN MASA A LA SEDE SOCIAL DESDE TODOS LOS LUGARES DE LA ISLA
CON LA FINALIDAD DE DAR SU ÚTLIMO ADIÓS A SU ÍDOLO
LAS BANDERAS LUCEN A MEDIA ASTA POR EL FALLECIMIENTO DEL IMBORRABLE JUGADOR AMARILLO
SOCIOS, AFICIONADOS Y SIMPATIZANTES DE LA U.D. LAS PALMAS, HACEN COLA DENTRO DE LA SEDE SOCIAL
CON LA FINALIDAD DE DAR SU ÚLTIMO ADIÓS AL INOLVIDABLE SEIS AMARILLO
El cuerpo de Juanito Guedes fue trasladado a la sede social del club en Pio XII nº 29, donde miles de aficionados y ciudadanos acudieron desde los lugares más lejanos y recónditos de nuestra geografía insular con la finalidad de darle su último adiós.
Todos desfilaban ante el féretro testimoniándole su agradecimiento sincero y profundo.
Desde la iglesia de Santa Catalina de Ciudad Jardín, la honda manifestación de duelo con el traslado de sus restos al Cementerio de San Lázaro, ha sido sin lugar a dudas la congregación más multitudinaria que se haya podido presenciar hasta el día de hoy en nuestra ciudad.
EN LA DOS IMÁGENES LOS JUGADORES DE LA U.D. LAS PALMAS PORTAN EL FÉRETRO DE JUANITO GUEDES A HOMBROS HASTA INTRODUCIRLO EN EL COCHE FÚNEBRE
EN LAS DOS IMÁGENES INFERIORES LOS RESTOS DEL JUGADOR INTRODUCIDOS EN EL COCHE ESPERAN LA SALIDA DE LA COMITIVA
Los jugadores de la U.D. Las Palmas, siguiendo al féretro de Juanito Guedes en compañía del entrenador auxiliar Carmelo Campos. De izquierda a derecha: Martín II, Aparicio, Leme, Germán, Jose Juan, Martín I, Juan Luis, Paco Castellano y León
EL PRESIDENTE DE LA U.D. LAS PALMAS, DON JUAN TRUJILLO FEBLES
NOS HABLA DEL TRISTE FALLECIMIENTO DE JUANITO GUEDES.
Aunque todos esperábamos el fatal desenlace, aún no puedo hacerme a la idea de su triste pérdida:
“Muchos saben que cuando se fundó la U.D. Las Palmas yo ya había sido presidente del Atlético Club y por ello fui uno de los miembros de la Ponencia de Fusión que creó la entidad amarilla.
Cuando el Club llevaba muy poco tiempo de fundado y poco antes del glorioso ascenso ante el Málaga, tuvimos la dolorosa pérdida de Antonio Vieira que fue nuestro primer jugador fallecido en activo.
Era un gran jugador y había pertenecido al R.C. Victoria. Tuve muy poco tiempo para intimar con él dada su prematura muerte.
El óbito fue también multitudinario y muy sentido, pero lo de Juanito Guedes sobrepasa todo lo que he podido ver hasta el día de hoy. Nunca he visto una manifestación de duelo tan impresionante.
Se da la circunstancia que ambos jugadores ocupaban la demarcación de medios volantes. Comentaba con un compañero de la directiva que Juanito Guedes tuvo poco tiempo de frecuentar esta Sede de Pio XII, ya que nadie podía presagiar que en menos de un año de nuestro traslado de Luis Antúnez, sus restos mortales fueran a salir de este nuevo alojamiento.
Juanito Guedes era como un hijo para mi. Lo vi llegar del Porteño aun en edad juvenil y desde nuestra primera conversación pude notar su humildad y caballerosidad.
Por aquellas fechas yo ya era presidente del club y por lo tanto he sido testigo directo de toda su trayectoria en La U.D. Las Palmas.
El técnico Casimiro Benavente no era muy partidario de dar oportunidades a jugadores en edad juvenil, dado que los jóvenes valores debían foguearse en otros clubs antes de su debut.
En unión de mis compañeros de directiva, decidimos no aceptar las sugerencias del técnico de cederlo a otro equipo, dado que lo habíamos visto en la Selección Juvenil y habíamos quedado gratamente sorprendidos. De igual forma, los informes del seleccionador nacional juvenil, Eusebio Martín, eran muy favorables y no se cansaba de ponderar las virtudes del chico.
En vista de que solo quedaban dos partidos para el término de la competición liguera, le propusimos alinearlo en los dos encuentros a efectos de cerciorarnos de sus verdaderas cualidades. La idea no pudo ser mejor, ya que se convertiría en el jugador más destacado de la U.D. Las Palmas, tanto el día de su debut en el Alfonso Murube como ante el Córdoba en el Estadio Insular.
A partir de aquella fecha, entre Juanito Guedes y yo ha habido una especie de lazo indisoluble que iba más allá de lo meramente futbolístico.
Juanito Guedes ha sido un verdadero encuentro de honradez y honestidad deportiva. Un jugador que nos ha ayudado a escribir las páginas más brillantes de nuestro club y de la historia del fútbol canario.
Como futbolista ha sido insuperable, haciendo cosas realmente inexplicables. Nunca he visto a un pasador de tanto nivel en ningún equipo. Tenia además la lucha y el ardor combativo de los jabatos y lloraba las derrotas como nadie.
Su bondad y sentido de la lealtad hacia el club y compañeros eran dignos del mayor elogio. El dolor que sentimos todos en el club no se puede explicar con palabras. ¡Que Dios lo acoja en su seno!
LA COMITIVA PONE RUMBO HACIA EL CEMENTERIO DE SAN LÁZARO
ACOMPAÑANDO LOS RESTOS DEL MALOGRADO JUGADOR
EN LA IMAGEN SE PUEDE APRECIAR LA MULTITUDINARIA MANIFESTACIÓN
QUE NO HA TENIDO PRECEDENTES HASTA EL DÍA DE HOY
LLEGADA AL CEMENTERIO DE SAN LÁZARO
LA COMITIVA COMIENZA A LLEGAR GRADUALMENTE AL CEMENTERIO DE SAN LÁZARO
CON LA FINALIDAD DE ESPERAR AL COCHE FÚNEBRE CON EL RESTO DEL JUGADOR
VISITA POSTERIOR DE LOS COMPAÑEROS DE EQUIPO
ANTONIO LEMUS
MORIR EN LAS PALMAS
Todos los días se nos moría Guedes un poquito. Se le iba la vida soplo a soplo. Es cierto que luchaba desesperadamente por vivir por que sus ojos, aunque hundidos y tristes, reflejaban más que nada el ansia de salir adelante. Él, que aún no había rematado del todo “In bellezza” su carrera de jugador, porque su juventud le abría aún las etapas de más tiempo, sabía que no volvería a pisar los céspedes futbolísticos, y acaso presentía también su tremendo drama, aunque la resignación más ejemplar, fue, en todo momento, inseparable y cristianísima virtud a su lado, en esa habitación 345 donde moriría. Le había dicho Guedes a Aparicio – su fiel acompañante hasta el último instante, hasta el minuto exacto de su muerte- que, “fuera lo que Dios quisiera”. Pero le había dicho más. Simplemente: “Si él me llama, mi alegría es que sea aquí, donde yo estoy, donde nací”.
El viejo “Capi” le levantaba cada día la moral, no le dejaba apesadumbrarse. Estaba allí mañana tarde y noche. Iban también los directivos, el secretario general, el entrenador y sus compañeros de equipo. Iban a sabiendas que le estaban despidiendo cada atardecer. Fuera estaba la vida radiante y luminosa que tanto amaba, por su juventud y excepcional calidad humana. Y con él, su esposa Georgina Ojeda, dándole aquellas admirables muestras de valentía y serenidad, solo rotas en las horas tristísimas y dolorosas de ayer.
¡Morir en Las Palmas!
Sí; morir como lo había vivido largos años en olor de multitud, arropado por la emoción incontenibles de miles y miles de canarios, que le han despedido ayer para siempre con una demostración impresionante con dolor difícil de relatar. Le ha dicho, ya muerto, cuando la bandera del club y la camiseta amarilla “6” inolvidable, cubrían su ataúd, lo que le dijeron siempre en vida, los que le admiraron y quisieron por su entrega, su canariedad, su fuerte personalidad en las que se unían modestia y simpatía, al medio izquierdo fabuloso de tantas jornadas. Queda ya para siempre en el eterno recuerdo, vértice máximo del fútbol canario actual, al jugador entero y consciente prototipo de la honestidad y la entrega. Las filas del equipo tan amado por él, han clareado con su baja, pero quedará para siempre su imagen postrera, definitiva, y el ejemplo a imitar por tantos que están en el futuro del fútbol canario. No resultó un azar venturoso que él mandara al equipo como capitán; él que, en su vida de jugador supo poner siempre, por encima de la letra de un contrato profesional, el amor de su corazón hacia nuestra querida U.D. Las Palmas.
UNA FIGURA EXTRAORDINARIA
Juan Guedes Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 2.10.42 – 9.3.71) fue una revelación futbolística desde temprana edad, cuando jugando en el Juvenil Porteño, fue seleccionado por Luis Molowny para el equipo que iba a enfrentarse con la Tinerfeña en la temporada 1959-60 y por segunda vez en la temporada 1960/61.
Aún sin pertenecer a La Unión Deportiva Las Palmas, fue internacional de esta categoría, en el torneo de la UEFA disputado en ciudades portuguesas Lisboa y Coimbra, alienándose frente a Inglaterra, Turquía, Austria, Portugal y Alemania Federal e Inglaterra.
Fue a su regreso, cuando se produjo el fichaje de Guedes como profesional, por la Unión Deportiva Las Palmas, debutando en el estadio ´Alfonso Murube´, ante el Ceuta (23.4.61) siendo su entrenador Casimiro Benavente, en Segunda División y formando pareja de volantes con Calixto.
Aunque seleccionado en más ocasiones, Juan Guedes fue internacional absoluto dos veces, reclamado por Domingo Balmanya, ante Suecia en Malmoe (1.1), con gol hispano de Paco Castellano, y ante Suiza, en Valencia (1.0). En la formación ante los suecos figuraron otros jugadores canarios, aparte de los dos ya citados, Tonono, Germán y el tinerfeño Santos, del Real Zaragoza.
Una lesión de menisco, de la que fue operado por el doctor Navés en Barcelona, le impidió alguna presencia más en el equipo nacional, lo que merecía sin duda, y fue en la temporada 1968-69, cuando ´El Mundo Deportivo´de Barcelona le entregó en el Sarriá, el trofeo al mejor jugador por su propia puntuación en la Liga española.
También quedó incluido en la selección matemática de la ´Challenge´ del diario ´Dicen´ que se publicaba entonces en la Ciudad Condal, de gran difusión y en la que fueron escogidos siete jugadores de la U.D. Las Palmas (Castellano, Guedes, León, Gilberto II, José Juan, Germán y Gilberto I) y cuya entrega se efectuó en el hotel ´Santa Catalina´en un brillante acto.
En la clasificación de periodistas y los dos primeros lugares de aquellos jugadores que se habían alineado en todos los encuentros de la temporada 1967-68, la de tercer puesto, fueron para Guedes y Castellano.
Características:
Juan Guedes, que empezó en el fútbol infantil como extremo izquierdo o interior, ya en juveniles, fue, en su consagración, un extraordinario medio volante izquierdo de gran recorrido, entre defensa y ataque, fuerte, agresivo, buen dominador por alto, sabiéndose anticipar al juego contrario, servicio preciso para sus compañeros ´aliados´ por su sector, pero, fundamentalmente, por el cambio de ritmo que imprimía al juego amarillo con sus soberbios pases largos de banda a banda, con su maravillosa zurda. Extremos como Vegazo, Juan Luis, León, Gilberto I, Lemes y Bosmediano, que fueron los que más alineaciones compartieron con él, sacaban buen provecho de su estilo inconfundible de juego, de lanzamientos precisos, aparte de fuertes disparos cuando se presentaba la ocasión o incluso de cabeza, cuando se lanzaban faltas. También extendía a la perfección el fútbol de ataque de laterales, por ejemplo, como Martín Marrero, Martín I o Estévez. Era, además, contribuyente especial a un fútbol no complicado ni de arabescos, pero de una eficacia demoledora. Espléndido en las asistencias, cortas o largas.
Quizá, como ejemplo de su forma de jugar, estuvo la contribución al gol de la victoria de Niz, la primera vez que la U.D. Las Palmas ganó al F.C. Barcelona (1.2), en el ´Camp Nou´. En pleno dominio azulgrana buscando en los últimos minutos el empate. Guedes se fue hacia la banda izquierda, contemplando el esfuerzo en zaga de sus compañeros, y Tonono lo vio claro, le sirvió el balón a él y Guedes profundizó pegado a la banda desde su propio campo, para enviar un pase sensacional hacia el centro, dejando pasar el balón Germán para que Niz lograra marcar, en una memorable tarde de fútbol de los amarillos.
EMOCIÓN EN GIJÓN
Tras el fallecimiento de Juanito Guedes, la U.D. Las Palmas tenia que desplazarse a Gijón.
El exjugador artesanista Trona venia ocupando su demarcación en los entrenamientos y desde el día que Juanito Guedes no había podido jugar ante el Barcelona en el Estadio Insular después de su último encuentro ante el Español en Sarrià.
A la llegada de la expedición amarilla al apearse en la estación ferroviaria, les esperaban una nutrida representación de la directiva del club rojiblanco, que le acompañaría hasta el Hotel Hernán Cortes, donde se hospedaría la expedición de la U.D. Las Palmas…
Muy pronto serian informados de la misa de Réquiem, en el templo de Los Carmelitas, que se ofició a la una de la tarde con más de un centenar de personas que abarrotaban por completo la iglesia.
Con la asistencia de las autoridades locales, políticas y militares unido a la presencia de los dos equipos con sus respectivas directivas, comenzaría la eucaristía con la liturgia de la palabra. Durante la misa actuaria la Coral Sinfónica de Gijón.
En el exterior del templo se había colocado una mesa con un álbum que fue llenándose de firmas que con posterioridad serian entregadas a su esposa Georgina Ojeda.
Antes de iniciarse el encuentro en el Molinón, se guardaría un minuto de silencio con los dos equipos luciendo brazaletes negros en señal de luto. Los jugadores de la U.D. Las Palmas y el Sporting de Gijón no podían contener las lágrimas.
Se dio la circunstancia que los dos goles asturianos fueron, por respeto al jugador, escasamente aplaudidos. Fue un gesto nobilísimo de un club histórico y señor como el Real Sporting de Gijón y de toda su afición.
El minuto de silencio se haría extensivo a todos los clubes de fútbol español que vivirían aquel trágico momento con profundo dolor.
EXPONENTE DE LO MEJOR DE LA CANTERA CANARIA,
EN UNA ESPLÉNDIDA UNIÓN DEPORTIVA LAS PALMAS
Al cumplirse mañana veinticinco años de la muerte de Juan Guedes, con el impresionante dolor que produjo su desaparición, necesariamente, con la evocación, hay que recordar, junto a su figura desaparecida con sólo 28 años de edad, que con él estaban ya escritas grandes páginas de la historia de la Unión Deportiva Las Palmas y una de las épocas más espléndidas de la cantera canaria, teniéndolo como exponente. Lo había sido todo, en su club y a nivel internacional, pero siempre tuvo la frustración de no haber podido participar en el segundo encuentro de la Copa de Ferias, con el Hertha, en el Estadio Olímpico del entonces Berlín Occidental, por haber sido expulsado en el encuentro de ida en el Estadio Insular, baja tan sensible para los amarillos en la devolución de su visita (0-0 y 1-0).
Fue protagonista de las mejores campañas, la del tercer puesto y el subcampeonato y como contraste de situaciones incomprensibles en la tabla de clasificación, peligrosas para defender la permanencia. Interpretó un ascenso con la vuelta a Primera en 1963-64, tras la memorable jornada de Abarán, y dejó el sello inconfundible de un futbolista extraordinario.
Pero también Guedes era una magnífica persona, todo simpatía, abierto de carácter fácil y sincerísimo en su conversación, compañero ideal, como tantas veces demostró. Si nos referimos a ese aspecto, todos los que formaron en las plantillas con él, lo saben y pueden atestiguarlo, y así lo han hecho siempre.
Como un ejemplo recordamos, en la profusión de detalles por la convivencia de tantos desplazamientos, a cuatro días del gran homenaje que se tributó a Ernesto Aparicio, en el Estadio Insular, viniento expresamente desde Madrid, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, José Luis Costa, para imponerle la medalla de plata al Mérito Deportivo, en el encuentro con el Liverpool. Habían perdido en Copa, en San Mamés con el Athletic (6-0), bajo un gran temporal de lluvia, y ya en el coche-cama del expreso, de regreso a Madrid, nos reunió a los enviados especiales:
«Por favor, pidan a la afición en sus crónicas que olviden este resultado escandaloso, se vuelquen con el ´capi´, llenen las gradas y si tienen que pitarnos por lo de hoy, lo dejen para el encuentro de vuelta. Sí, hemos estado fatales y lo tendrán que decir, pero por favor, una vez más el homenaje a Aparicio tiene que ser un gran éxito».
Y lo fue, sin duda y así nos comprometimos con Guedes, que ejercía en ese momento de portavoz de todo el equipo, tras el desastre copero en ´la catedral´ bilbaína, cuando además se le iba a entregar a la U.D. Las Palmas, en el homenaje a Aparicio, el trofeo de equipo máximo goleador en Primera División (56) en la temporada 1967-68.
Secreto a voces
Los primeros síntomas de la dolencia de Guedes los detectó el doctor Emilio Tomé, que advertía un proceso preocupante, y lo pasó a la consulta del doctor José Ramírez Estévez, en la clínica Santa Catalina, con su colega y especialista Fernando Cabrera que comprobaron que aquello iba más allá, muy serio y con cierta, urgencia tenían que adoptarse medidas que aconsejarían una intervención quirúrgica. En realidad, fue una especie de ´secreto a voces´ con lo dificilísimo que esto suponía, sobre todo al decidirse que fuera examinado en Barcelona por el prestigioso doctor Piulachs Oliva, en la Clínica ´Platón´, gran cirujano, que fue el que lo operó. El diagnóstico emitido en Las Palmas de Gran Canaria se confirmaría en todos los extremos. La operación. No podía dilatarse y se efectuó el 2 de julio de 1970. Guedes había quedado internado en la habitación 605 y este periodista que se había trasladado a Barcelona para asistir a la final chica de los juveniles de la Unión Deportiva Las Palmas con el Athletic de Bilbao (3-2 a favor de los vascos), preliminar a la final Real Madrid-Valencia (3-1), acompañó en la habitación del sanatorio a la esposa de Guedes, Georgina Ojeda, con el secretario general de la Unión Deportiva Las Palmas, Jesús García Panasco. Pasaron más de cuatro horas hasta que los doctores Ramírez Estévez y Aguiar Márquez, que estuvieron en el quirófano, subieron a la habitación, antes de que trasladarán al jugador.
Sus rostros, sin decir ni media palabra, eran sumamente expresivos. Conversaron un momento con Georgina Ojeda, le dijeron que todo había ido muy bien, lo hicieron después aparte, en el pasillo, con Jesús García Panasco y nosotros le preguntaríamos una hora después al propio doctor Piulachs su opinión para transmitirla a nuestro periódico. Nos dijo que había sido operado de estenosis en el intestino, y al requerimiento de si volvería a estar en condiciones de jugar, aseguró que sí, pero añadiéndonos, con un gesto, que tendría que estarse atento al futuro. No dijo mas, pero ya era suficiente. Lo último, lógicamente, no lo publicamos en su día.
Guedes volvió a Gran Canaria tras el periodo postoperatorio, que no fue excesivo en tiempo, y dio muestras de una recuperación acelerada. Acudía al Estadio Insular a ver los entrenamientos, hasta que en una fecha ya más avanzada como es lógico, pudo volver a realizar ejercicios, vistiéndose otra vez de corto. Toda su preocupación era reaparecer cuento antes. El doctor Tomé lo controlaba de un modo permanente. Cuando intervino, por primera vez en un partidillo, fue para todos, una inmensa alegría. El equipo, mientras tanto, no andaba nada bien. Melián había debutado, precisamente en su puesto, junto a Carmelín, ante el Atlético de Madrid. Y en el partido con el Athletic de Bilbao (26-9-70) apareció Guedes en el banquillo, sustituyendo luego, a Melián, en medio de una impresionante ovación, con todo el público en pie. Y siguió jugando. No había bajado demasiado el listón en su rendimiento y la ilusión le llenaba por completo. Héctor Rial había reemplazado a Rosendo Hernández, hubo una leve reacción, pero seguían en apuros. En diez meses, tres técnicos, Molowny cesado en enero, luego Rosendo y posteriormente estaba Rial. Iba a finalizar la primera vuelta, visitando en ´Sarria´ al Real Club Deportivo Español. También iba a ser el último encuentro de Juan Guedes, el 13 de diciembre de 1970, ya tan cerca de navidades. En la Ciudad Condal y acompañado por García Panasco, estuvo a visitar al doctor Piulachs, que lo animó muchísimo. Aquel encuentro lo perdió la Unión Deportiva Las Palmas (2-1), recortando distancias León, cerca del final, pero no pudo ser.
A la vuelta, en el propio avión, Guedes con un periódico en las manos, mostraba su malestar por la bajísima situación del equipo, que en 13 partidos sólo había sumado 9 puntos, arrastrando cinco negativos, antepenúltimo y luego Sabadell y Real Zaragoza. El sábado inmediato visitaba el Insular el Futbol Club Barcelona. Guedes daba ánimos: ´No podemos seguir así. El Barça siempre se nos ha dado bien. Hay que ganar. Ante el Español yo me he encontrado cada vez mejor. Lástima de oportunidades perdidas. ´Griffa sacó un balón desde la raya´. Decía entre varios compañeros, con Tonono, su amigo del alma al lado.
Pero Juan Guedes ya no volvería a jugar más. Dos días después, acudió al Estadio Insular para los entrenamientos comunicando al doctor Tomé que le volvían las molestias estomacales. Fue a la Clínica Santa Catalina, estuvo toda la semana en horas determinadas bajo observación. Acudió al encuentro con el Barcelona (3-2) ganó la Unión Deportiva Las palmas, con gol de la victoria de León, ya en los minutos finales.
Y tuvo que volver a la Ciudad Condal, para ser intervenido quirúrgicamente de nuevo por el doctor Piulachs. Su regreso a Gran Canaria lo hizo en una camilla, rodeado del afecto de las azafatas de Iberia. Que le conocían de tantos desplazamientos. Del aeropuerto fue trasladado directamente a la clínica Santa Catalina, ingresando en la habitación 342, a la espera ya por todos de lo irremediable. Y se daba cuenta de su gravedad.
Acompañado siempre de su esposa Georgina, recibía la visita de sus compañeros y cuadro técnico o directivos por las mañanas.
Al empeorarse su estado, tuvo Jesús García Panasco que comunicar a la plantilla que las visitan quedaban prohibidas. Toda esperanza se desvanecía. Al parecer, habló aparte con Tonono, destinos de la vida, para que él infundiera ánimos a todos, al haber asumido la capitanía y ser su mejor amigo. Luego, esperar… Juan Guedes solicitó confesar y comulgar al Rvdo. P. Vicente Rivero, pidió también un notario, a efectos testamentarios, con admirable serenidad. Según referencias exactas, pidió reiteradamente que Ernesto Aparicio no le abandonara en ningún momento, lo que éste hizo hasta su agonía y muerte en la madrugada del 9 de marzo de 1971.
Y a Jesús García Panasco, la víspera, le dijo: “Estoy a bien con Dios y dejo todo perfectamente arreglado en la tierra”.
Mantuvo una resignación y entereza de ánimo maravillosa y el día antes de fallecer, les dio las gracias a los doctores Ramírez Estévez y Cabrera, por lo mucho que habían hecho por él. Y al último, añadiéndole también por el televisor que me ha prestado.
Repercusión de la noticia
Aquella noche estuvimos en la redacción de LA PROVINCIA hasta muy tarde. Todos estábamos alerta, porque el fallecimiento de Juan Guedes podía producirse en cualquier momento. Con gran sigilo, imponiéndose el deber profesional a los sentimientos, habíamos ido preparando unas páginas gráficas para un suplemento, el que se publicó el 10 de marzo y cuya confección se realizaba, una vez terminaba la edición del día, cuando ya no quedaba apenas nadie en el periódico, en unión del Regente de talleres, Esteban Suárez, Juan Santana, Calandrisa y un linotipista de turno. Se escondían las páginas que, en su momento, serian colocadas en la rotativa. La empresa dictó una orden categórica: «ni un solo anuncio irá en ellas ni en las que le acompañarán».
Luis García Jiménez abandonó su despacho de Diario de Las Palmas a la una de la madrugada. Llamamos dos o tres veces a la clínica, pero no senos podía informar. Nos fuimos a descansar. Y muy pronto, por la mañana, Antonio Cruz Domínguez nos comunicaba a nuestro domicilio que Juan Guedes había fallecido. A esa hora empezaban las emisoras a dar tan tristísima noticia, con una enorme repercusión también en los boletines de Radio Nacional de España, y la televisión, con el traslado del cuerpo de Juan Guedes al local social del club en Pio XII, nº 29, sede que había sido inaugurada con él presente en septiembre del año anterior.
Toda Las Palmas de Gran Canaria, el Archipiélago entero y no sólo los aficionados al Fútbol, pasaron por un dolor infinito, como se demostró en aquellas impresionantes manifestaciones de duelo en el traslado de sus restos, desde la sede del club hasta la iglesia de Santa Catalina de los Padres Salesianos en Ciudad Jardín y desde allí al Cementerio de San Lázaro, incalculable multitud que llenó todo el recorrido entre muestras de dolor. El entonces delegado provincial de E.F y Deportes, Fernando Navarro Valle, le impuso, a título póstumo, la medalla de plata al Mérito Deportivo en la camiseta con el dorsal 6 que cubría su cuerpo.
Mientras tanto, fue impresionante ver a Tonono llorando a lágrima viva, sin querer separarse del cuerpo de su entrañable amigo y tener que viajar inmediatamente a la Península, para participar en el encuentro internacional con Francia, convocado por Ladislao Kubala.
Decenas de coronas, unas setenta, estaban en la sede del club, y Antonio Betancort, entonces portero del Real Madrid, nada más conocer la noticia llegó a tiempo para unirse al sepelio en el propio cementerio. La fecha de aquel 9 de marzo de 1971 se cerraba entre el dolor y la amargura por la pérdida del gran jugador y también excelente persona que fue Juan Guedes Rodríguez.
ANTONIO AYALA
JUANITO GUEDES, UN MARISCAL DEL FÚTBOL
Cuando los dos ilustres deportistas grancanarios, don Manuel Rodríguez Monroy y don Adolfo Miranda Ortega, ambos practicantes del deporte en sus años mozos y más tarde rectores del fútbol, tuvieron la feliz idea de crear un club único, fusionando a los entonces de categoría regional para que el fútbol canario se integrara al concierto futbolístico nacional.
Sabían que faltaba un punto de apoyo para que la idea, entonces combatida y llamada “cosas de locos”, llegara a realizarse. Pero se realizó afortunadamente, porque el punto de apoyo que pedían lo tenían en la voluntad de los entonces presidentes de aquellos clubs, que arrimaron el hombro, entregándose a la tarea con todo el entusiasmo.
El camino fue duro, lleno de sobresaltos, pero nadie se desmayaba. Todos a una, cada cual desde su ángulo, aportó lo necesario y la Unión Deportiva se creó, iniciando así una carrera asombrosa para situarse en trayectoria sucesiva de éxitos ascenso tras ascenso en la división máxima del fútbol nacional. Y desde entonces pegando más los sinsabores y las ingratitudes, el equipo representativo lleva casi un cuarto de siglo encuadrado en la División Nacional, con más años en la categoría máxima que en la inferior aireando las excelencias de nuestro fútbol y futbolistas, reverdeciendo viejos laureles para el balompié isleño. Y ahí está entre los grandes.
Pero los públicos que siempre quieren más, deseaban que nuestro equipo, con nuestros propios valores, no sólo que militara entre los grandes, sino que además fuera el mejor entre ellos. Y a cada exigencia masiva, la respuesta era la misma: ”dadme un punto de apoyo…” Hasta que se encontró lo que tanto se buscaba, llegó la cantera futbolística. Lanzó ese apoyo que era imprescindible: Tonono, Guedes, Germán. Una especie de espina dorsal futbolística que arrancaba de la defensa y terminaba en el ataque. Y apoyado en el juego preciosista , práctico y efectivo, la Unión Deportiva Las Palmas consiguió lo que parecía un sueño: ser subcampeón de liga.
Si aquellos aficionados desaparecidos ya, que Dios tenga en su gloria, pero que vieron los principios titubeantes de nuestro equipo, al que no se le podía pedir más que mantener honrosamente la categoría divisionaria, levantaran la cabeza y supieran de las glorias conquistadas, no tendrían ni fuerza para decir solamente gracias, porque lo conseguido ha sido mucho más de lo previsto. Mucho más de lo que cualquier ilusionado seguidor pudiera pensar.
Vaya estas líneas como homenaje póstumo a aquellos dos inolvidables paladines de la Unión Deportiva , don Manuel Rodríguez Monroy y don Adolfo Miranda Ortega, así como a Juanito Guedes , el ausente, el gran capitán, el indiscutible “mariscal” del equipo amarillo, que dejó la vida después de servir de punto de apoyo para que la Unión Deportiva Las Palmas, su equipo, alcanzara la más alta meta conseguida hasta el momento: subcampeón de Liga y equipo máximo goleador de la división de honor española.
Ahora es obligado hablar de Juanito Guedes, el desaparecido fenómeno del fútbol canario, el hombre de la gran zancada, del pase largo, del temperamento gigante, el dominador del balón, el aguerrido capitán, el sorprendente, que sabía – o al menos ponía siempre el empeño preciso – buscar el camino de la victoria, o enderezar el rumbo incierto de un partido, exponiéndolo todo, sin reservas mentales como hacen los buenos… Yo vi a Juanito Guedes como un mariscal, como un coloso, no sólo luchar a brazo partido, sino insuflando entusiasmo a sus compañeros, como legionario imbatible, para hacerles pelear también poniendo como única divisa la defensa de los colores amarillos. Sus pases en abanico, a la derecha e izquierda desde el centro del campo, sus penetraciones por la banda desarticulando a la defensa contraria, sus duros disparos, son huellas que él dejó en el fútbol español, porque además tenía la gran virtud de hacer todo fácil hasta las cosas más difíciles. Sabía esconder el balón entre sus pies mejor que nadie asegurándose la posesión del mismo; y ha dejado escuela su pierna derecha con la que se apañaba para sacar el balón desde otras, usándola como tentáculo. Yo vi a Juanito Guedes, hacer todo lo que podría hacer cualquier futbolista; pero él lo hacía tan bien, y lo sabía hacer todo de tal forma, que por algo fue un genio, un súper clase, a nivel universal.
La baja que se produjo en el equipo canario con ocasión de su enfermedad y desenlace fatal, constituyó un hueco de tal proporción que aún hoy –y pasará mucho tiempo- no ha podido ser cubierto. Y su nombre se eleva cada vez más a la consideración popular, mereciendo, como nadie, todos los honores y ese inapreciable de la colocación de su busto en el mismo Estadio Insular, donde se va a perpetuar su memoria.
En este homenaje que se le rinde hoy con la difusión de esta publicación no podía faltar mi colaboración, aunque sólo sea como tributo de amistad y admiración a uno de los valores más destacados del fútbol canario en todos los tiempos, ocasión que me brinda “Fototeca” y que agradezco.
UN HIJO EJEMPLAR
SU MAYOR SATISFACCIÓN -NOS DIJO UNA VEZ-
FUE LA CASA QUE LES COMPRÓ A SUS PADRES EN EL CARRIZAL
Juanito Guedes; descanse en paz. Entregó cristianamente su alma a Dios, después de sobrellevar con resignación cristiana una penosa e incurable enfermedad que le postró en cama y le quitó la vida. ¡Que buena persona y que jugador! Además y de verdad, fue un extraordinario buen hijo. Un hijo ejemplar, que uso el fútbol como trampolín para labrarse un porvenir, sin olvidar ni un sólo momento las miserias, las penurias de sus padres, que con tanto esfuerzo le criaron y le situaron.
Yo le hice varias entrevistas a Guedes. Le conocí desde juvenil y me entusiasmaba su juego, le veía porvenir; pero lo nuestro no es desorbitar a los chicos juveniles con elogios y retratos. Mas tarde cuando ya escaló la fama, cuando fue popular, cuando el público quería saber mas cosas de él, entonces le entrevisté:
¿De qué cosas te encuentras más satisfecho ahora que la fama te ha tocado con su varita?
Él, lo puedo asegurar, ni si quiera lo pensó. Parecía como si esperara la pregunta.
La satisfacción más grande de mi vida fue cuando con los primeros dinero de mi ficha en serio pude comprar a mis padres en Carrizal una casita. Ahora siento placer cuando todas las semanas en un par de ocasiones los visito.
Aquellas palabras de Guedes, tan sencillas, encerrado en una emoción tan grande, me impresionaron. ¡ Que buen hijo! ¡ Que chico más maravilloso!
Un día, poco después de publicarse la entrevista a la que hago referencias, nos visitó en nuestra redacción el querido y siempre cordialísimo Padre Martín Sarmiento. Solía acercarse a mi mesa de trabajo para preguntar por la marcha del equipo de fútbol, etc. Y entonces aquel día me dijo: ”Si los futbolistas se merecen todo nuestro respeto es porque algunos, como Guedes, saben ser verdaderos cristianos.
¿Es verdad que regaló una casa a sus padres? Claro que si , le respondí. Y me dijo:” Es digno del mejor afecto de todos”.
Guedes no sólo era un buen hijo; era también un buen padre y un hombre honesto. Yo tuve con él en diferentes localidades de la península con ocasión de los encuentros de la Unión Deportiva. Jamás le vimos un mal gesto, una actitud destemplada ni nada en que pudiera adivinarse que estuviera contrariado. Al contrario, consciente de su misión de capitán procuraba, en las horas adversas, dar ánimos, evitando que un tropiezo pudiera tener repercusión en la moral de sus chicos para la jornada siguiente.
¿Qué le preocupa más cuando saltas a la cancha del Estadio Insular? Le preguntamos una vez a Juanito Guedes.
El no quiso contestar sinceramente porque pensó que yo podía hacer uso de sus palabras para publicarlas. Le dije que no.
Siente – me dijo- que el público, que tanto nos quiere no sepa comprendernos y nos rebaje la moral apuntillándonos. Y siento que un gran sector del público se deje embaucar por las tonterías que dicen de nosotros los que nos ven jugar fuera y eso vaya minando la unidad que debe existir entre equipo y afición.
Juanito Guedes, un fabuloso jugador, relacionado en la lista de los internacionales canarios, ha fallecido un pulso anímico, nuestro eterno Mariscal. Que Dios lo tenga en la gloria.
JOSÉ HERNÁNDEZ VIERA
EL MARISCAL
ETERNA SONRISA
La noticia había corrido por la ciudad. ¡Juanito Guedes ha muerto!. Fue impresionante y nos aprestamos a vivir una de las primeras jornadas tensas de trabajo en la redacción del periódico, en el que habíamos comenzado a colaborar unos meses antes.
En las clases del colegio San Ignacio de Loyola era el comentario unánime en aquella mañana del 9 de marzo, y no se hablaba de otra cosa. La personalidad de el Mariscal era tremenda, siendo admirado por todos y no solamente por sus cualidades futbolísticas, que eran extraordinarias, sino por su caballerosidad, sencillez y esa amplia sonrisa siempre en su rostro.
Desde que pudimos escaparnos del Colegio, con permiso del Padre Castro, en la actualidad Rector del mismo, nos fuimos de inmediato a la Redacción, y en la calle se podía evidenciar que la tristeza embargaba al pueblo grancanario que había perdido a uno de sus grandes ídolos futbolísticos, a todo un exponente de una generación, que además, tenía un gran carisma entre sus compañeros, que con lágrimas en sus ojos, portarían luego el féretro de su capitán, en el acto del sepelio. Todos a uno, desde Aparicio con el que compartió las últimas horas; Castellano, su pareja en una media inolvidable y al que no había forma humana de tranquilizarlo; el propio Germán, que al día siguiente perdía repentinamente a su hermana mayor Yolanda; Trona, que tubo el honor de suplirlo tras el último partido en que Guedes defendió la camiseta amarilla en el Estadio de la carretera de ´Sarriá´.
Los tinerfeños José Juan, Martín Marrero, los dos Gilberto y una larga lista de jugadores que aún sabiendo que la gravedad de la enfermedad de su capitán era irreversible, no se resignaban a comprender que se les había ido para siempre.
Las llamadas a la Redacción desde los periódicos de la Península no cesaban. Guedes se había ganado un merecido crédito en todo el fútbol nacional, donde los clubes punteros quisieron hacerse con sus servicios, pero eran tiempos en que la Unión Deportiva de Juan Trujillo Febles decidió no traspasar a nadie, pese a las importantísimas ofertas recibidas entre otras, por el propio Guedes, del F.C. Barcelona, Atlético de Madrid, Real Madrid y Español, que confirmaban la valía de aquel grupo de futbolistas que tanta gloria dieron a los colores amarillos.
Fue una manifestación de duelo jamás conocida en la isla. Nadie diría que cuatro años más tarde, los mismos miles de aficionados despedirían a Tonono, al que costó muchísimo retirarlo junto al ataúd abrazado a su entrañable amigo y compañero. Gran Canaria y el fútbol español despedían a un auténtico Mariscal de campo que tenía la Unión Deportiva Las Palmas.
LUIS GARCÍA JIMÉNEZ
NUESTRO ADIÓS A UN GRAN AMIGO, A UN HOMBRE BUENO
Y A UN GRAN JUGADOR DE FÚTBOL
Paralizado un poco el pulso, cuando las primeras horas de esta mañana alumbraban un nuevo día, nos llegó la triste noticia que la vida de un joven deportista acababa de finalizar en la habitación nº 345 de la Clínica Santa Catalina.
Esta vida que se extinguió fue la de Juan Guedes.
Guedes, para todos cuanto le conocieron, le trataron y le admiraron como gran jugador de fútbol. Y cuando tenemos que enfrentarnos, aquí con la máquina para teclear el último adiós al jugador de la U.D. Las Palmas, al amigo -porque Juanito Guedes lo era de verdad – un nudo se nos hace en la garganta, porque no sabemos que decir, ni como empezar esta crónica postrera sobre un hombre con el que convivimos tantos y tantos días en los desplazamientos del equipo amarillo y al que admiramos tardes y tardes en todos los terrenos de juego de España.
Guedes que se nos ha ido de forma silenciosa, pero se nos ha ido también de forma fulminante. Aunque para los que ya sabíamos de su grave enfermedad era cosa de esperar, más tarde o más temprano, el que la muerte nos lo haya arrebatado de la manera que lo ha hecho nos sume en un profundo dolor, en una impresión tremenda, en la que sólo nos sale de lo más hondo del alma un sincero recuerdo para un muchacho que tuvo siempre la sonrisa a flor de labios, que fue de los que supo comprender siempre, en todo momento y ahora, la importancia de la crítica y aceptarla, buena o mala, con caballerosidad y comprensión.
Tal vez fue esta una de las grandes virtudes de Guedes, a la que unió su sencillez, rayana en la humildad, cuando, sin lugar a dudas, en los últimos momentos fue uno de los principales pilares que tuvo nuestro club representativo. Guedes fue, por eso, admirado y querido no sólo entre la gran masa de aficionados canarios que hoy lloran su muerte, sino en los terrenos peninsulares, donde su espigada figura, su juego, nunca pasó desapercibida.
Y, en esto, aún recordamos cuando “El Mundo Deportivo” le entregó en Sarriá, hace dos años, el trofeo al mejor deportista de toda aquella temporada, entre un clamor de aplausos.
Guedes, por otra parte, deja una hoja de servicios espléndida en la U.D. Las Palmas. Salido del Juvenil Porteño, aún recordamos su morena y flacucha figura en algunos encuentros que jugó entonces en el Estadio Insular, para pasar posteriormente a la U.D. Las Palmas donde vendría a culminar su carrera deportiva, a ser uno de los valores más cotizados de nuestro club y alcanzar la internacionalidad en tres frentes: en los Juveniles, en el Selección Absoluta y con anterioridad en la militar con la que se proclamaría Campeón de Mundo. Pero Guedes deja por encima de todo, su amor y entrega absoluta al club canario, al de su tierra, al que ofrendó los mejores años de su vida hasta hace muy pocos meses, hasta el 13 de diciembre de 1970 en que, en Sarriá, vistió por última vez los colores amarillos. Y recordamos también, ahora en esta prisa de una despedida que nos duele, como Juanito Guedes debutó con los colores amarillos en Ceuta en 1961 y luego en el Estadio Insular, frente al Córdoba, y como entonces nosotros aquel día “el 30 de abril 61” le enmarcamos dentro de nuestra sección “La figura del partido”. Es decir, que Guedes, desde el primer momento, fue un hombre de entrega plena, de destacados valores, que acrecentaría a lo largo de toda su vida deportiva ligada a los colores amarillos. Y nosotros ahora, de verdad, no sabemos más que decir. No podemos hacerlo, porque el sentimiento que reflejamos no nos deja escribir más. A prisa y corriendo hemos hilvanado estas líneas para decir adiós a un amigo, a un hombre bueno y a un gran jugador de fútbol. Descanse en paz.
MATIAS PRATS
JUANITO GUEDES: UN ESPÍRITU SELECTO
A lo largo de ya mi dilatada vida como comentarista deportivo he tenido ante mi, en la práctica de los distintos deportes, hombres que me han dejado huella. Uno de éstos fue Juan Guedes. Desde la primera vez que tuve que referirme a su quehacer en un campo de fútbol mi atención se centró en él porque tenia unas condiciones excepcionales. De su juego, de su estar en el campo, trascendía su propia personalidad, cosa que pude confirmar cuando lo conocí personalmente al presentarme a él.
Era un hombre, como todos ustedes saben, con un espíritu selecto, que tenia la ternura de los niños en el trato con las personas; porque no hay nada más apetecible que esto para quien quiere profundizar en la cordialidad de los demás.
A Juan Guedes me fue dado notificarle algo por lo que tenia una ilusión inmensa. Fue una tarde en San Mamés, antes de saltar al terreno de juego, la noticia de que había venido al mundo su primer hijo. Luego, tuve que decirlo también a lo largo de la trasmisión, y aquello que nos unió ya de una manera más humana y más honda. Al margen de nuestro quehacer respectivo, él como futbolista y yo como narrador.
Y siempre me saludaba con un gran cariño. Cuando tuve la noticia del retorno de Guedes a las islas, a través de un reportaje firmado, me presté yo personalmente para comentarlo, con el fin de llevarle el ánimo a su espíritu, demostrarme piadosamente esperanzado – Ya tenia yo noticias de su severa enfermedad – Pero recibí de él unas expresivas gracias a través de Antonio Lemus, quien me dijo que me escribiría…
¡Ya me escribiría desde la eternidad!; pero me ilusionó profundamente saber que llevé durante unos segundo a su ánimo la esperanza de un retorno a los campos de fútbol, y sobre todo, la certeza de que yo me había fijado en él y que para mi y para todos los españoles era uno de nuestros mejores futbolistas.
Su recuerdo será por tanto inolvidable. Hoy me uno yo, en este momento tristísimo, al sentimiento que ha producido su muerte y lo expreso con el corazón, desde las páginas de LA PROVINCIA.
RAFAEL GONZÁLEZ MORERA
UN “6” PARA LA HISTORIA
La camiseta con el dorsal número “6” que tantas veces luciera Guedes lo acompañó hasta su última morada. Era como si el gran jugador quisiera aferrarse en un intento desesperado por detener el pulso de la vida a su puesto de siempre. Es, señores, un “6” para la historia. Un dorsal con el cual Juan Guedes dio tantas tardes de maravilloso fútbol, y tantas pruebas de su gran amor a los colores amarillos. Ya no volveremos a ver esos pases de treinta metros, con aquella precisión que todo el mundo alababa y maravillaba.
Ese toque perfecto de balón, esa zurda sensacional, como bien nos diría ayer Domingo Balmanya en una urgente conversación telefónica sostenida con el ex seleccionador nacional al que localizamos en su domicilio. Este “6” no lo volverá a vestir nadie más, porque no cabe duda de que le pesaría demasiado a quien se lo pusiera, porque el recuerdo de Guedes es mucho mas grande de lo que parece. A Juan Guedes le conocí hace muchos años, allá cuando estudiábamos juntos en la Escuela de Comercio en Las Palmas. Mis queridos amigos Agustín Ojeda, Serafín Jiménez, Paco Marrero y tantos otros, recordaran aquel partido que juntos jugamos con Juanito Guedes en la Ciudad Deportiva Martín Freire, cuando todos éramos chiquillos. Ya desde esa época – contaría doce o trece años- Juan Guedes manifestó siempre una forma de ser, un “déjame entrar” que es difícil de expresar con letra impresa. Un carácter apacible, un sereno optimismo, que nos hace recordar aquellas tardes del frontón de la Ciudad Deportiva con grato sabor. Ahora Guedes se nos ha ido. Todo lo que se diga de él es poco, y además se ha dicho mucho. Por eso, lo único que se nos ocurre es resaltar la importancia de este dorsal “6”, que nos parece que pasará a la historia de nuestra U.D. Las Palmas con sitio preferente. Los que vienen detrás, Trona, Melián, etc…Se vestirán con el número “6”, pero será otro “6”. Porque el de Guedes…queridos lectores, es intransferible.
FERNANDO DIAZ CUTILLAS
JUAN GUEDES: UNA GRAN PÉRDIDA PARA EL FÚTBOL CANARIO
Cuando vimos a Juanito Guedes en Sarriá frente al R.C.D. Español nada hacia presagiar que aquel sería su último encuentro, que aquel día un 13 de diciembre, en el que se disputaba la jornada décimo tercera de la liga, se iba a producir la forzada despedida del hasta entonces capitán de la U.D. Las Palmas.
Uno de los jugadores más sobresalientes, por clase, personalidad y rendimiento del fútbol canario; uno de los deportistas mas cabales de nuestra región, que uní a sus cualidades técnicas, nada comunes el imán de sus cualidades personales, de su carácter recio y amable, de su bondad ilimitada. Pero no tardó en rumorearse que el mal de Juan Guedes era incurable, como ratificando los presagios que se oyeron a raíz de su primera operación en Barcelona. Y posteriormente, los informes médicos hicieron claro el diagnóstico.
Es más, con crudeza – cruel, pero real- se anticipaba que el fin estaba mas próximo de lo que en principio se creía. Para todos, la impresión que nos causó la noticia fue desoladora. Parecía mentira que cuando ya se confiaba en su total recuperación y se iban a contradecir los rumores populares del pasado verano de un modo absoluto, aquellos tuvieron una base de realidad que, por razones que es lógico suponer, se ocultaron. A caso porque ni los mismos médicos que le trataron y que guardaron con sigilo el pronóstico, ni en los medios más íntimos en que transcurría la vida de Juanito Guedes, esperaban que el fin estaba tan próximo; a caso porque se creyó en una total extinción del mal que le aquejaba. El proceso de su enfermedad posteriormente es más o menos conocido. Una urgente operación, un tratamiento intenso, el anuncio de una nueva intervención quirúrgica que no llegó a efectuarse porque, tal vez el enfermo no la hubiera soportado debido a su debilidad, lo que le hubiera precipitado su fin, y el traslado a Las Palmas donde consumió sus últimos días: un largo mes en el que fue haciéndose palpable para el propio Guedes la gravedad de su dolencia, que soportó, entre dolores inimaginables, con admirable resignación. No le faltó a Guedes el cariño de los suyos, de su familia, de sus compañeros y amigos, ni tampoco de los que no pudieron -o no quisieron por evitar reacciones emocionales que no todos son capaces de contener-acudir a visitarle a la clínica. Durante todo el proceso último de su enfermedad era frecuente, inevitable -y obsesionante por el convencimiento de que no había remedio alguno para el mal- el preguntar por el estado de Juan Guedes. La respuesta se sabia y solo faltaba precisar fechas. La respuesta nos ha llegado del nueve de marzo, a menos de tres meses desde que, sin saberlo ni él ni nadie, Guedes se despedía como jugador en aquel 13 de diciembre, que sin creer en supersticiones se nos antoja ahora fatídica fecha. La despedida fue definitiva y no tardamos en saber. Pero, aunque no se desconocía que la vida de Guedes estaba cruelmente marcada, esta mañana al enterarnos de que su naturaleza había sucumbido al grave mal que le aquejaba, sentimos una fuerte, intensísima sacudida, como si todavía esperáramos una sorprendente y milagrosa recuperación que no se ha producido. No por menos esperada -y no es tópico- ha sido menos sentida la muerte de Juan Guedes, hombre y deportista ejemplar, amigo en la más alta estimación de todos, que se nos ha ido inevitablemente. Descanse en paz.
JUAN TRUJILLO BORDÓN
REQUIEM POR “EL MARISCAL”
La voz de Matías Prats, fervorosa, emocionada y enloquecida, casi le bautizó así, de repente, a golpe de corazón, sin premeditaciones. Juanito Guedes “columna del Atlántico”, “Mariscal de campo”, habíase constituido, una vez mas en el héroe de una jornada futbolera, allá en los mandriles cotilleros, en una noche olvidable para el fútbol insular. Las Palmas, al decir de las crónicas, era el equipo mejor juego practicaba en el territorio nacional. Eran los tiempos más gloriosos. Los días aquellos en el que Juanito Guedes y sus huestes hacían las delicias de millones de españoles con un fútbol técnico, reposado, a ritmo de samba y luz de ingenio. Son esos tiempos, que como las golondrinas de Becquer ya no volverán por que el larguirucho y espigado medio, el entrañable amigo, partió hacia su encuentro final cuando aún había margen para dudar entre el sueño y realidad, entre hecho y ficción.
Huelga mental aquí la entidad futbolística de Juan Guedes, deportista pundonoroso, entusiasta y acertado. Ya se ocupan otros compañeros de ellos, con mejor estilo y conocimiento. Sea esta nota apresurada, en medio de la fiebre por la noticia, un breve recuerdo de corazón dolido por el ídolo y el hombre se nos va en plena juventud, con la gloria entre las manos. Yo recuerdo la última vez que estuve con Guedes, en Telde, cuando la enfermedad corroía ya sus entrañas, y él ignorándola quiso asistir a unas conferencias, en el Teleclub del Calero, porque siempre, siempre iba allí donde se le pedía.
Coincidimos ambos en la exposición de la palabra, por amable invitación de la directiva de aquella entidad, y después al calor del bar de Manolo, con unas cervezas delante, decía Juan, ilusionado: “Espero poder jugar muy pronto. El médico me dará de alta de un día para otro. Ya me siento perfectamente bien”.
Todos nos congratulamos porque sus alegrías eran las nuestras, aficionados al arte que tan divinamente practicaba. Pero la guaraña de la muerte, presta siempre a interpretar la jugada mas fea, hizo un último quiebro, cruel e indestructible, y tras derrumbarlo durante unos meses, anticipándonos la noticia, de fiebre y plomo, de linotipias y de máquinas que suenan sin cesar, hasta negar el alma, se lo ha llevado definitivamente.
El fútbol canario está cubierto de negros crespones. Su mejor valor, “El mariscal” de aquel campo netamente amarillo, milimétricamente preciso en los pases, ha dejado la batuta. La abandonó, abatido por el puntillazo postrero, cuando aún en el ambiente flotaba la alegría de cinco goles, que siendo cinco soles, ahora están eclipsados.
JOSÉ ANTONIO BLASQUES
REDACTOR DE ABC DE SEVILLA
EL SENTIMIENTO NOS AFLIGE A TODOS
Cuando he abandonado mi casa a mediodía este martes frio y desapacible de Sevilla, me he enterado rápidamente de la muerte de Juan Guedes en Las Palmas. Toda España, toda su afición, parece que ya sabía que era inevitable su desaparición, pero el golpe ha sido rudísimo. Guedes, aparte de muchas virtudes como jugador, de las tantas pruebas que dio aquí mismo, en nuestro hispalense “Sánchez Pizjuán”, era el prototipo de profesional amable, sincero y correcto en todo momento. Un gran sentimiento nos aflige a todos, porque se ha perdido un futbolista excepcional y también un ejemplo de compañero y amigo.
JUAN MARRERO BOCH
JUAN, SIN SUS COMPAÑEROS
Pero tu ya no habitas bastas zonas reñidas, días in conquistados, defendidas acciones.
Se apellidaba Guedes, y así le llamaba el gran mundo del fútbol español. Para nosotros, los canarios de Gran Canaria, los de general o tribuna, los asiduos del Estadio Insular, del “López Zocas”, del campo de la Isleta, del “Antonio Rojas” y tantos terrenos, para nosotros los grancanarios, fue siempre Juanito Guedes. Sus compañeros de equipo o los batalladores fracasados, o entusiastas jugadores regionales o los que han sido sencillamente sus amigos, le decían Juan. A secas, simplemente, sin más: Juan. Breve palabra para un gran nombre del deporte canario, español e internacional.
Yo jamás hable palabra alguna con Juan Guedes. Durante diez años le aplaudí los domingos; a veces en cualquier entrenamiento disperso. Ahora verlo de azul y amarillo sobre el tapete verde como un incansable defensor, larguirucho y soñador del banderín canario. Trabajó con la máxima eficacia, definió su personalidad y tuvo un exacto sentido de la profesionalidad. Y como fue un hombre, le correspondieron, como a todos, las brillantes tardes del triunfo o las jornadas de azar contrario. Pero hoy, en este minuto- cara a cara con tan cercana muerte-, yo levanto encolerizado mi palabra escrita ante el hecho feroz y brutal de que un hombre con carrera futbolística en activo, -profesión tan válida para mí ,como la de abogado o escritor, y es poner un ejemplo- esté bajo la tierra y no pisando por ella. Un hombre que no alcanzó los treinta años; un deportista que, de seguro moribundo ya, supo el valor infinito de cada golpe de reloj. Un hombre que averiguó ciertamente que para el ser humano no existe muerte natural porque morir es siempre un accidente – se muere de algo-, y que, aunque se conozca tal realidad y hasta se acepte, toda la muerte es una violencia indebida. Por esto se que, en estos días y siempre, nadie habrá, ni un compañero, ni un amigo, ni un aficionado al deporte que, aunque pronuncie rituales frases piadosas, o murmure rutinarios cumplidos o guarde los silencios de la ternura, nadie habrá, insisto, que pueda admitir esta despedida definitiva de Juan Guedes. Sí, hoy, – cara a cara con tan cercana muerte- protestamos con rabia, a martillazos del corazón, con hondo coraje dolorido. Aunque nada se consiga. Pero soy incapaz de escribir frases de aliento, ni soy cultivador del consuelo hipócrita.
El entramado futbolístico aún continua en este año de 1971, convertido en un enorme fenómeno económico, social y sociológico y es por tanto emotivo también. Escribo por esta razón: quien desdeñaría tema tan polémico si acerca de él pudiera el escritor extenderse lo suficiente. Pero escribo fundamentalmente, por una causa esencial: se ha muerto un hombre y esa sí que es la primera y más urgente cuestión de la vida.
Porque se que de su viuda, descendencia y familiares y del largo historial deportivo de Juan Guedes, habrán de ocuparse otras personas, en este momento triste e inútil, mi pensamiento va hacia sus desolados camaradas de equipo, compañeros de mañana tras mañana en incesantes entrenamiento; de felices reencuentros en agostos con caras nuevas, de esos hombres de continuos desplazamientos repetidos, de hoteles iguales, del pertinaz abrir y rehacer maletas; de compañeros de criticas o de fechas gloriosas, de hombres casi sin vida íntima, expuestos a la publicidad y los frecuentes rencores injustos; yo pienso ahora en sus compañeros, los futbolistas, los hombre con la profesional acotada por el tiempo. Juan Guedes no está ya con ellos y era su antiguo capitán; diez años de amistad o más, millones de horas vividas y compartidas, y de pronto, súbitamente todo está roto; telón; Adiós.
Ya está Juan sin sus compañeros, porque en una escapada insólita se les ha marchado a jugar en otro césped, que dicen que es por siempre y eternamente verde, pero que es necesario morir primero para averiguarlo.
JUANITO GUEDES REGRESABA DE SU ÚLTIMO VIAJE. EL TREN YA HABÍA RECORRIDO SU CORTO CAMINO,
LA ÚLTIMA ESTACIÓN YA HABÍA QUEDADO ATRÁS
FALLECIMIENTO DE JUANITO GUEDES EN LA PRENSA
MURIÓ JUANITO GUEDES, EJEMPLO DE CABALLEROSIDAD DEPORTIVA
Ayer se recibía una dolorosa noticia en nuestra redacción. ¡Juanito Guedes ha muerto!
La trágica noticia estaba redactada en los siguientes términos:
“En horas de la mañana fallecía en la clínica Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria, Juan Guedes Rodríguez, el jugador internacional de la U.D. Las Palmas.
Contaba con 28 años de edad, era casado y con dos hijos.
El llorado capitán amarillo había sido intervenido quirúrgicamente en la clínica Platón de Barcelona por el prestigioso doctor Pedro Piulach Oliva, pero pese a todos los intentos la grave enfermedad se ha llevado a uno de los máximos exponentes del fútbol canario de todos los tiempos y a un símbolo afectivo que dejará una huella imborrable”.
Así rezaba la escueta noticia.
Fue suficiente para que a todos nos embargara un profundo dolor. Todo había sido inútil porque su terrible dolencia no tenía remedio.
Lo sabíamos todos, menos el jugador, quien nos diría un día en la Ciudad Condal hace poco más de un mes que estaba muy esperanzado y agradecido al doctor Oliva y a todos los que habían tenido con él tantas atenciones. En dos ocasiones fuimos a visitarlo. En la cabecera de la cama su mujer Georgina Ojeda y su hijo mayor.
Juanito Guedes hablaba con confianza y con una gran naturalidad. Nos decía que se incorporaría al equipo como había sucedido la vez anterior y que sentía verdaderas ansias de ser aclamado por su público repitiéndonos:
“Es lo más importante en la vida, sentir que te quieren y valoran no tiene precio”.
23 de abril de 1971
PARTIDO HOMENAJE A JUANITO GUEDES
Entrada del partido homenaje a Juan Guedes jugado frente al Partizán de Belgrado en el Estadio Insular el 15 de junio 1971
LOS CAPITANES DEL PARTIZAN DE BELGRADO Y U.D. LAS PALMAS, PAUNOVIC Y TONONO, SE SALUDAN EN EL CENTRO DEL CAMPO UNA VEZ COLOCADO EL RAMO DE FLORES EN LA DEMARCACIÓN DEL INOLVIDABLE SEIS AMARILLO
Así se cerraba la historia de un futbolista que, a pesar del paso de los años, sigue siendo un misterio para muchos de los que nos hemos acercado a su figura.
Decía el árbitro, ex seleccionador nacional y crítico del periódico Pueblo, Pedro Escartín, tras el fallecimiento de Juanito Guedes, que posiblemente habrán habido jugadores del mismo nivel o que hayan podido superarlo, pero que el espigado jugador canario era de un juego tan singular que resultaría de gran complejidad buscar otro semejante. Juanito Guedes concebía el fútbol de forma tan diferente al practicado en España y Europa que sería realmente difícil cualquier analogía.
No sé si al decir de muchos, Juanito Guedes ha sido uno de los mejores jugadores canarios de todos los tiempos, pero si sé que fue un futbolista inimitable en lo fundamental, poseedor de un don sobrenatural que ha dejado indeleble huella en el fútbol contemporáneo, abriendo el camino a las nuevas generaciones.
Juanito Guedes yace inerte en el cementerio de San Lázaro de nuestra ciudad, rodeado de un jardín de flores, a pesar del medio siglo transcurrido.
¡A ti que eras una Epifanía e ídolo de multitudes, hoy eres un esférico desolado y abandonado!
¿Abandonado? No, abandonado y desolado nunca estará porque allí estarán su mentor, el viejo descubridor de su talento y portentosas facultades, el labrador José Cabuco, que un día se despidiera de él en su lecho de muerte para darle sus consejos postreros.
Estarán sus compañeros del Colegio de los Padres Paúles del Lomo Apolinario corriendo colina abajo atropelladamente bajo el cielo azul de la infancia.
Sus amigos de los estanques de barro de su más tierna infancia.
Los miembros del Juventud Tamaraceite con los que tantos momentos hermosos compartió en el viejo campo del Lomo de Juanito Amador.
Aquellos compañeros que formaron parte del legendario Porteño, ya desaparecido y especialmente en la U.D. Las Palmas, el club de su tierra que defendió con tanto ardor.
Los miembros de su familia y sus amados tíos, a quien llamaba padrinos, don José y doña Flora y que fueron para él como sus verdaderos padres y por los que él sentía verdadera devoción.
Juanito Guedes estará ahora en el ecuador de lo vivido y lo desconocido, y su figura se irá mitificando y atomizando con los rumores y leyendas apócrifas.
Es lo que realmente subyace cuando desprovistos de toda materia y ropaje atravesamos ya todas las adversidades de la vida terrenal para adentrarnos en el dominio de lo absoluto, en la búsqueda de lo sublime e inefable, en el espacio universal…
Bajo la perspectiva de medio siglo en el recuerdo llegada es la hora de que las nuevas generaciones conozcan la trayectoria, circunstancias e influencia de Juanito Guedes en el fútbol contemporáneo y en la historia de nuestro club.
Tenía solo dieciocho años cuando de las filas del legendario Porteño – un club ennoblecido por un pasado histórico- saldría encumbrado hacia la fama y el éxito, consagrándose como la figura indiscutible de su tiempo.
Era alegre, responsable y generoso con la vida y tenía todos los ingredientes que requieren los mitos y aunque dada mi dañada retina ya mis ojos no puedan ver aquel puro destello que en mi advenimiento de adolescencia o primera juventud me deslumbraba, no obstante, aún puedo detectar aquel potencial mitológico que encarnaba su figura: aura, fama, gloria, vulnerabilidad, ternura, heroicidad, juventud y una sombra de fatalidad perfilando su vida. Hoy, Juanito Guedes Rodríguez , es ya una leyenda de ESPAÑA.
29 de julio de 1971
José Perera Valido
El escultor de los dedos que hablan
´Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida,
la muerte canta noche y día su canción sin fin´
Rabindranath Tagore
«La pérdida de un amigo es un hecho que marca en cierta medida a todo ser humano.
La idea de que podemos cesar inesperadamente,
de que somos fortuitos, efímeros, casuales, tiene que afligir
a todo hombre que no sea del todo insensible».
Jorge Luis Borges
emos contemplado bustos de personajes de gran referencia a través de la historia. En el capítulo de deportistas ninguno nos ha impresionado como el de José Perera, artista con verdadero dominio del arte de la escultura.
José Perera ha sido de los mejores creadores de este género que ha dado Canarias recibiendo numerosos premios a nivel nacional.
Persona de carácter sensible y bohemio, terminaría sus días con tintes de tragedia, poniendo fin a su vida cuando mayor era su éxito.
Artista sublime dejó una huella indeleble por su arte, generosidad y bonhomia.
El inigualable busto de Juanito Guedes, obra del prestigioso escultor Perera, fue trasladado del Estadio Insular al recinto deportivo actual del Estadio Gran Canaria.
Allí en las entrañas del palco se vuelve a encontrar la columna vertebral de aquel equipo de ensueño formada por Tonono, Guedes y Germán.
Tres bustos que hacen perdurar la memoria de un ayer inolvidable.
José Perera era muy reputado por su habilidad para esculpir rostros de personajes.
Su carrera se inició tras su paso por el Hospital Psiquiátrico que dirigía el doctor Rafael O´Shanahan.
José Perera Valido sufría de esquizofrenia. El escultor solía decir: «simplemente expreso un retrato de mi propia vida, de mi mundo interior».
Perera ha sido considerado como uno de los artistas olvidados de pasado siglo, no siendo reconocido en su justa medida tras su trágica muerte.
Residió durante algún tiempo en Madrid, Barcelona y Paris, en Montmartre, donde pudo exponer algunas de sus obras.
El artista moriría el 16 de mayo de 1976 con 59 años de edad tras caer al vacío de su estudio situado en una pensión en el alto del almacen de Miguel LantigÜa frente al barranco Guinigüada.
OTRAS REPRESENTACIONES ARTÍSTICAS DE JUANITO GUEDES
22 de febrero 1972
LA U.D. LAS PALMAS SE PROCLAMA SUBCAMPEÓN DE LIGA EN LA MEJOR TEMPORADA DE SU HISTORIA