Antonio Lemus

UNA FIGURA EXTRAORDINARIA

Antonio Lemus

 

Antonio Lemus Del Moral, Jefe de Deportes del Diario de Las Palmas en la época del fallecimiento de Juanito Guedes.

Juan Guedes Rodríguez (Las Palmas de Gran Canaria, 2.10.42 – 9.3.71) fue una revelación futbolística desde temprana edad, cuando jugando en el Juvenil Porteño, fue seleccionado por Luis Molowny para el equipo que iba a enfrentarse con la Tinerfeña en la temporada 1959-60 y por segunda vez en la temporada 1960/61.

Aún sin pertenecer a La Unión Deportiva Las Palmas, fue internacional de esta categoría, en el torneo de la UEFA disputado en ciudades portuguesas Lisboa y Coimbra, alienándose frente a Inglaterra, Turquía, Austria, Portugal y Alemania Federal e Inglaterra.

Fue a su regreso, cuando se produjo el fichaje de Guedes como profesional, por la Unión Deportiva Las Palmas, debutando en el estadio ´Alfonso Murube´, ante el Ceuta (23.4.61) siendo su entrenador Casimiro Benavente, en Segunda División y formando pareja de volantes con Calixto.

Aunque seleccionado en más ocasiones, Juan Guedes fue internacional absoluto dos veces, reclamado por Domingo Balmanya, ante Suecia en Malmoe (1.1), con gol hispano de Paco Castellano, y ante Suiza, en Valencia (1.0). En la formación ante los suecos figuraron otros jugadores canarios, aparte de los dos ya citados, Tonono, Germán y el tinerfeño Santos, del Real Zaragoza.

Una lesión de menisco, de la que fue operado por el doctor Navés en Barcelona, le impidió alguna presencia más en el equipo nacional, lo que merecía sin duda, y fue en la temporada 1968-69, cuando ´El Mundo Deportivo´de Barcelona le entregó en el Sarriá, el trofeo al mejor jugador por su propia puntuación en la Liga española.

También quedó incluido en la selección matemática de la ´Challenge´ del diario ´Dicen´ que se publicaba entonces en la Ciudad Condal, de gran difusión y en la que fueron escogidos siete jugadores de la U.D. Las Palmas (Castellano, Guedes, León, Gilberto II, José Juan, Germán y Gilberto I) y cuya entrega se efectuó en el hotel ´Santa Catalina´en un brillante acto.

En la clasificación de periodistas y los dos primeros lugares de aquellos jugadores que se habían alineado en todos los encuentros de la temporada 1967-68, la de tercer puesto, fueron para Guedes y Castellano.

 

 

 

 

 

Características:

Juan Guedes, que empezó en el fútbol infantil como extremo izquierdo o interior, ya en juveniles, fue, en su consagración, un extraordinario medio volante izquierdo de gran recorrido, entre defensa y ataque, fuerte, agresivo, buen dominador por alto, sabiéndose anticipar al juego contrario, servicio preciso para sus compañeros ´aliados´ por su sector, pero, fundamentalmente, por el cambio de ritmo que imprimía al juego amarillo con sus soberbios pases largos de banda a banda, con su maravillosa zurda. Extremos como Vegazo, Juan Luis, León, Gilberto I, Lemes y Bosmediano, que fueron los que más alineaciones compartieron con él, sacaban buen provecho de su estilo inconfundible de juego, de lanzamientos precisos, aparte de fuertes disparos cuando se presentaba la ocasión o incluso de cabeza, cuando se lanzaban faltas. También extendía a la perfección el fútbol de ataque de laterales, por ejemplo, como Martín Marrero, Martín I o Estévez. Era, además, contribuyente especial a un fútbol no complicado ni de arabescos, pero de una eficacia demoledora. Espléndido en las asistencias, cortas o largas.

Quizá, como ejemplo de su forma de jugar, estuvo la contribución al gol de la victoria de Niz, la primera vez que la U.D. Las Palmas ganó al F.C. Barcelona (1.2), en el ´Camp Nou´. En pleno dominio azulgrana buscando en los últimos minutos el empate. Guedes se fue hacia la banda izquierda, contemplando el esfuerzo en zaga de sus compañeros, y Tonono lo vio claro, le sirvió el balón a él y Guedes profundizó pegado a la banda desde su propio campo, para enviar un pase sensacional hacia el centro, dejando pasar el balón Germán para que Niz lograra marcar, en una memorable tarde de fútbol de los amarillos.

 

 

EMOCIÓN EN GIJÓN

Antonio Lemus

 

 

Antigua grada del Estadio del Molinón en Gijón donde jugaría la U.D. Las Palmas su primer encuentro tras el fallecimiento de Juanito Guedes

 

 

Tras el fallecimiento de Juanito Guedes, la U.D. Las Palmas tenia que desplazarse a Gijón.

El exjugador artesanista Trona venia ocupando su demarcación en los entrenamientos y desde el día que Juanito Guedes no había podido jugar ante el Barcelona en el Estadio Insular después de su último encuentro ante el Español en Sarrià.

A la llegada de la expedición amarilla al apearse en la estación ferroviaria, les esperaban una nutrida representación de la directiva del club rojiblanco, que le acompañaría hasta el Hotel Hernán Cortes, donde se hospedaría la expedición de la U.D. Las Palmas…

Muy pronto serian informados de la misa de Réquiem, en el templo de Los Carmelitas, que se ofició a la una de la tarde con más de un centenar de personas que abarrotaban por completo la iglesia.

Con la asistencia de las autoridades locales, políticas y militares unido a la presencia de los dos equipos con sus respectivas directivas, comenzaría la eucaristía con la liturgia de la palabra. Durante la misa actuaria la Coral Sinfónica de Gijón.

En el exterior del templo se había colocado una mesa con un álbum que fue llenándose de firmas que con posterioridad serian entregadas a su esposa Georgina Ojeda.

Antes de iniciarse el encuentro en el Molinón, se guardaría un minuto de silencio con los dos equipos luciendo brazaletes negros en señal de luto. Los jugadores de la U.D. Las Palmas y el Sporting de Gijón no podían contener las lágrimas.

Se dio la circunstancia que los dos goles asturianos fueron, por respeto al jugador, escasamente aplaudidos. Fue un gesto nobilísimo de un club histórico y señor como el Real Sporting de Gijón y de toda su afición.

El minuto de silencio se haría extensivo a todos los clubes de fútbol español que vivirían aquel trágico momento con profundo dolor.

 

 

 

 

 

 

EXPONENTE DE LO MEJOR DE LA CANTERA CANARIA,

EN UNA ESPLÉNDIDA UNIÓN DEPORTIVA LAS PALMAS

 

Antonio Lemus

 

 

Al cumplirse mañana veinticinco años de la muerte de Juan Guedes, con el impresionante dolor que produjo su desaparición, necesariamente, con la evocación, hay que recordar, junto a su figura desaparecida con sólo 28 años de edad, que con él estaban ya escritas grandes páginas de la historia de la Unión Deportiva Las Palmas y una de las épocas más espléndidas de la cantera canaria, teniéndolo como exponente. Lo había sido todo, en su club y a nivel internacional, pero siempre tuvo la frustración de no haber podido participar en el segundo encuentro de la Copa de Ferias, con el Hertha, en el Estadio Olímpico del entonces Berlín Occidental, por haber sido expulsado en el encuentro de ida en el Estadio Insular, baja tan sensible para los amarillos en la devolución de su visita (0-0 y 1-0).

Fue protagonista de las mejores campañas, la del tercer puesto y el subcampeonato y como contraste de situaciones incomprensibles en la tabla de clasificación, peligrosas para defender la permanencia. Interpretó un ascenso con la vuelta a Primera en 1963-64, tras la memorable jornada de Abarán, y dejó el sello inconfundible de un futbolista extraordinario.

Pero también Guedes era una magnífica persona, todo simpatía, abierto de carácter fácil y sincerísimo en su conversación, compañero ideal, como tantas veces demostró. Si nos referimos a ese aspecto, todos los que formaron en las plantillas con él, lo saben y pueden atestiguarlo, y así lo han hecho siempre.

Como un ejemplo recordamos, en la profusión de detalles por la convivencia de tantos desplazamientos, a cuatro días del gran homenaje que se tributó a Ernesto Aparicio, en el Estadio Insular, viniento expresamente desde Madrid, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, José Luis Costa, para imponerle la medalla de plata al Mérito Deportivo, en el encuentro con el Liverpool. Habían perdido en Copa, en San Mamés con el Athletic (6-0), bajo un gran temporal de lluvia, y ya en el coche-cama del expreso, de regreso a Madrid, nos reunió a los enviados especiales:

«Por favor, pidan a la afición en sus crónicas que olviden este resultado escandaloso, se vuelquen con el ´capi´, llenen las gradas y si tienen que pitarnos por lo de hoy, lo dejen para el encuentro de vuelta. Sí, hemos estado fatales y lo tendrán que decir, pero por favor, una vez más el homenaje a Aparicio tiene que ser un gran éxito».

Y lo fue, sin duda y así nos comprometimos con Guedes, que ejercía en ese momento de portavoz de todo el equipo, tras el desastre copero en ´la catedral´ bilbaína, cuando además se le iba a entregar a la U.D. Las Palmas, en el homenaje a Aparicio, el trofeo de equipo máximo goleador en Primera División (56) en la temporada 1967-68.

 

 

 

 

Secreto a voces

 

 

El periodista del diario de Las Palmas, Antonio Lemus Del Moral, autor de este artículo.

Los primeros síntomas de la dolencia de Guedes los detectó el doctor Emilio Tomé, que advertía un proceso preocupante, y lo pasó a la consulta del doctor José Ramírez Estévez, en la clínica Santa Catalina, con su colega y especialista Fernando Cabrera que comprobaron que aquello iba más allá, muy serio y con cierta, urgencia tenían que adoptarse medidas que aconsejarían una intervención quirúrgica. En realidad, fue una especie de ´secreto a voces´ con lo dificilísimo que esto suponía, sobre todo al decidirse que fuera examinado en Barcelona por el prestigioso doctor Piulachs Oliva, en la Clínica ´Platón´, gran cirujano, que fue el que lo operó. El diagnóstico emitido en Las Palmas de Gran Canaria se confirmaría en todos los extremos. La operación. No podía dilatarse y se efectuó el 2 de julio de 1970. Guedes había quedado internado en la habitación 605 y este periodista que se había trasladado a Barcelona para asistir a la final chica de los juveniles de la Unión Deportiva Las Palmas con el Athletic de Bilbao (3-2 a favor de los vascos),  preliminar a la final Real Madrid-Valencia (3-1), acompañó en la habitación del sanatorio a la esposa de Guedes, Georgina Ojeda, con el secretario general de la Unión Deportiva Las Palmas, Jesús García Panasco. Pasaron más de cuatro horas hasta que los doctores Ramírez Estévez y Aguiar Márquez, que estuvieron en el quirófano, subieron a la habitación, antes de que trasladarán al jugador.

Sus rostros, sin decir ni media palabra, eran sumamente expresivos. Conversaron un momento con Georgina Ojeda, le dijeron que todo había ido muy bien, lo hicieron después aparte, en el pasillo, con Jesús García Panasco y nosotros le preguntaríamos una hora después al propio doctor Piulachs su opinión para transmitirla a nuestro periódico. Nos dijo que había sido operado de estenosis en el intestino, y al requerimiento de si volvería a estar en condiciones de jugar, aseguró que sí, pero añadiéndonos, con un gesto, que tendría que estarse atento al futuro. No dijo mas, pero ya era suficiente. Lo último, lógicamente, no lo publicamos en su día.

Guedes volvió a Gran Canaria tras el periodo postoperatorio, que no fue excesivo en tiempo, y dio muestras de una recuperación acelerada. Acudía al Estadio Insular a ver los entrenamientos, hasta que en una fecha ya más avanzada como es lógico, pudo volver a realizar ejercicios, vistiéndose otra vez de corto. Toda su preocupación era reaparecer cuento antes. El doctor Tomé lo controlaba de un modo permanente. Cuando intervino, por primera vez en un partidillo, fue para todos, una inmensa alegría. El equipo, mientras tanto, no andaba nada bien. Melián había debutado, precisamente en su puesto, junto a Carmelín, ante el Atlético de Madrid. Y en el partido con el Athletic de Bilbao (26-9-70) apareció Guedes en el banquillo, sustituyendo luego, a Melián, en medio de una impresionante ovación, con todo el público en pie. Y siguió jugando. No había bajado demasiado el listón en su rendimiento y la ilusión le llenaba por completo. Héctor Rial había reemplazado a Rosendo Hernández, hubo una leve reacción, pero seguían en apuros. En diez meses, tres técnicos, Molowny cesado en enero, luego Rosendo y posteriormente estaba Rial. Iba a finalizar la primera vuelta, visitando en ´Sarria´ al Real Club Deportivo Español. También iba a ser el último encuentro de Juan Guedes, el 13 de diciembre de 1970, ya tan cerca de navidades. En la Ciudad Condal y acompañado por García Panasco, estuvo a visitar al doctor Piulachs, que lo animó muchísimo. Aquel encuentro lo perdió la Unión Deportiva Las Palmas (2-1), recortando distancias León, cerca del final, pero no pudo ser.

A la vuelta, en el propio avión, Guedes con un periódico en las manos, mostraba su malestar por la bajísima situación del equipo, que en 13 partidos sólo había sumado 9 puntos, arrastrando cinco negativos, antepenúltimo y luego Sabadell y Real Zaragoza. El sábado inmediato visitaba el Insular el Futbol Club Barcelona. Guedes daba ánimos: ´No podemos seguir así. El Barça siempre se nos ha dado bien. Hay que ganar. Ante el Español yo me he encontrado cada vez mejor. Lástima de oportunidades perdidas. ´Griffa sacó un balón desde la raya´. Decía entre varios compañeros, con Tonono, su amigo del alma al lado.

Pero Juan Guedes ya no volvería a jugar más. Dos días después, acudió al Estadio Insular para los entrenamientos comunicando al doctor Tomé que le volvían las molestias estomacales. Fue a la Clínica Santa Catalina, estuvo toda la semana en horas determinadas bajo observación. Acudió al encuentro con el Barcelona (3-2) ganó la Unión Deportiva Las palmas, con gol de la victoria de León, ya en los minutos finales.

Y tuvo que volver a la Ciudad Condal, para ser intervenido quirúrgicamente de nuevo por el doctor Piulachs. Su regreso a Gran Canaria lo hizo en una camilla, rodeado del afecto de las azafatas de Iberia. Que le conocían de tantos desplazamientos. Del aeropuerto fue trasladado directamente a la clínica Santa Catalina, ingresando en la habitación 342, a la espera ya por todos de lo irremediable. Y se daba cuenta de su gravedad.

Acompañado siempre de su esposa Georgina, recibía la visita de sus compañeros y cuadro técnico o directivos por las mañanas.

Al empeorarse su estado, tuvo Jesús García Panasco que comunicar a la plantilla que las visitan quedaban prohibidas. Toda esperanza se desvanecía. Al parecer, habló aparte con Tonono, destinos de la vida, para que él infundiera ánimos a todos, al haber asumido la capitanía y ser su mejor amigo. Luego, esperar… Juan Guedes solicitó confesar y comulgar al Rvdo. P. Vicente Rivero, pidió también un notario, a efectos testamentarios, con admirable serenidad. Según referencias exactas, pidió reiteradamente que Ernesto Aparicio no le abandonara en ningún momento, lo que éste hizo hasta su agonía y muerte en la madrugada del 9 de marzo de 1971.

Y a Jesús García Panasco, la víspera, le dijo: “Estoy a bien con Dios y dejo todo perfectamente arreglado en la tierra”.

Mantuvo una resignación y entereza de ánimo maravillosa y el día antes de fallecer, les dio las gracias a los doctores Ramírez Estévez y Cabrera, por lo mucho que habían hecho por él. Y al último, añadiéndole también por el televisor que me ha prestado.

 

 

En la instantánea, el periodista de La Provincia, Luis García Jiménez entrevistando a un directivo del equipo sueco de Malmoe. En colaboración con Antonio Lemus vivieron todo el fatídico desenlace final de Juanito Guedes.

 

Repercusión de la noticia

En la imagen, el periodista Antonio Cruz Domínguez quien seria el primero en dar a conocer a los medios informativos el trágico fallecimiento de Juanito Guedes.

Aquella noche estuvimos en la redacción de LA PROVINCIA hasta muy tarde. Todos estábamos alerta, porque el fallecimiento de Juan Guedes podía producirse en cualquier momento. Con gran sigilo, imponiéndose el deber profesional a los sentimientos, habíamos ido preparando unas páginas gráficas para un suplemento, el que se publicó el 10 de marzo y cuya confección se realizaba, una vez terminaba la edición del día, cuando ya no quedaba apenas nadie en el periódico, en unión del Regente de talleres, Esteban Suárez, Juan Santana, Calandrisa y un linotipista de turno. Se escondían las páginas que, en su momento, serian colocadas en la rotativa. La empresa dictó una orden categórica: «ni un solo anuncio irá en ellas ni en las que le acompañarán».

Luis García Jiménez abandonó su despacho de Diario de Las Palmas a la una de la madrugada. Llamamos dos o tres veces a la clínica, pero no senos podía informar. Nos fuimos a descansar. Y muy pronto, por la mañana, Antonio Cruz Domínguez nos comunicaba a nuestro domicilio que Juan Guedes había fallecido. A esa hora empezaban las emisoras a dar tan tristísima noticia, con una enorme repercusión también en los boletines de Radio Nacional de España, y la televisión, con el traslado del cuerpo de Juan Guedes al local social del club en Pio XII, nº 29, sede que había sido inaugurada con él presente en septiembre del año anterior.

Toda Las Palmas de Gran Canaria, el Archipiélago entero y no sólo los aficionados al Fútbol, pasaron por un dolor infinito, como se demostró en aquellas impresionantes manifestaciones de duelo en el traslado de sus restos, desde la sede del club hasta la iglesia de Santa Catalina de los Padres Salesianos en Ciudad Jardín y desde allí al Cementerio de San Lázaro, incalculable multitud que llenó todo el recorrido entre muestras de dolor. El entonces delegado provincial de E.F y Deportes, Fernando Navarro Valle, le impuso, a título póstumo, la medalla de plata al Mérito Deportivo en la camiseta con el dorsal 6 que cubría su cuerpo.

Mientras tanto, fue impresionante ver a Tonono llorando a lágrima viva, sin querer separarse del cuerpo de su entrañable amigo y tener que viajar inmediatamente a la Península, para participar en el encuentro internacional con Francia, convocado por Ladislao Kubala.

Decenas de coronas, unas setenta, estaban  en la sede del club, y Antonio Betancort, entonces portero del Real Madrid, nada más conocer la noticia llegó a tiempo para unirse al sepelio en el propio cementerio. La fecha de aquel 9 de marzo de 1971 se cerraba entre el dolor y la amargura por la pérdida del gran jugador y también excelente persona que fue Juan Guedes Rodríguez.