CAPÍTULO XXIX
a ceremonia nupcial de Juan Guedes y Georgina Ojeda representó todo un acontecimiento social en el municipio de Tamaraceite. Aquella última semana había sido de un ajetreo agobiante. Georgina, que desde joven había colaborado estrechamente con la Iglesia de San Antonio Abad organizaba escrupulosamente el más mínimo detalle, como la elección del sacerdote, don Ignacio de Loyola, a la sazón párroco responsable de la Iglesia de San Antonio Abad y muy amigo de los futuros cónyuges. Georgina recordaba como su nombre le causaba extrañeza a Juan ya que se llamaba como el fundador de la compañía de Los Jesuitas de San Ignacio de Loyola, el colegio contra quien Juan llegó a jugar en los campeonatos escolares infantiles defendiendo los colores del San Vicente Paúl del Lomo Apolinario.
Una cosa sí les quedaba clara a la pareja de novios en el banco de la plaza; El bueno de don Ignacio ya no les diría más aquella frase: ¡Pero que hacen ustedes todavía aquí en el banco de la Plaza de manitas!¡A ver si se casan ya de una vez, que va siendo hora!
También tenia que hablar con el tenor y el director del Coro de la Iglesia de Tamaraceite, considerado uno de los mejores de la isla por su variedad de voces y el repertorio clásico que disponian, perfectamente afinado y en armonía con el viejo órgano.
Aunque las puertas de la Iglesia se abrirían para todo el municipio, se cursarían invitaciones para todos los integrantes y miembros del club incluidos los empleados de la Sede Social y el Estadio Insular. Las cinco primeras filas estaban reservadas a los miembros de las dos familias que eran muy numerosas. Detrás la Junta Rectora de la U.D. Las Palmas, presidida por don Juan Trujillo Febles acompañados del Secretario General del club don Jesús García Panasco.
En la fila tercera, los entrenadores, Luis Molowny, Carmelo Campos y Vicente Dauder y los médicos Domingo Rodríguez Ojeda, Emilio Tomé su Señora Phyllis Head, a quien acompañaban toda la plantilla de jugadores.
La ceremonia tendría lugar un lunes 16 de noviembre de 1963.
A pesar de las grandes dimensiones de la Iglesia considerada una de las mayores de la isla, la boda seria tan multitudinaria que los asistentes no cabían ni en el templo ni en la Plaza.
Ese día todos los caminos del viejo municipio de Tamaraceite conducían a la Iglesia de San Antonio Abad. Se casaba Juanito Guedes y el una ceremonia nupcial de tal ya había sido divulgado por toda la isla.
Georgina había escogido un diseñador de prestigio llamado Claudio y una reputada modista de la ciudad. El traje de cola larga cruzaba la Iglesia, teniendo que poner por primera vez en la historia del recinto sagrado una alfombra roja, que llegaba a cubrir la Plaza del pueblo. Según la opinión de los cronistas y lugareños de avanzada edad, nunca se había visto en el municipio un acontecimiento de tal magnitud.
Varias imágenes del proceso de la ceremonia nupcial
Juanito Guedes no acostumbrado por aquellas fechas a eventos de esa dimensión, había estado muy nervioso durante todo el día, habiéndole pedido a Georgina que no se retrasara, ya que viviendo en el Paseo de los Mártires, de La Montañeta sólo tenía que bajar una calle. Pero Georgina , al igual que la mayoría de las novias, no estaba por la labor…
A Juanito Guedes le había confeccionado el traje su gran amigo Andrés El Sastre, persona muy vinculada al Porteño.
Georgina se había levantado muy temprano aquella mañana y tras dirigirse a la iglesia para dar su aprobación a todos los preparativos encaminaría sus pasos hacia la peluquería donde todos salían de sus casas abriendo puertas y ventanas para felicitarla. Por un momento pensó que la ceremonia se había sobredimensionado en exceso pero tenía que ser valiente y sacar fuerzas de flaqueza. Toda la noche anterior se la había pasado rezando a la Virgen de los Dolores, trono que ella tanto había cuidado desde que era una niña.
La U.D. Las Palmas le había regalado una bandeja de Plata de Ley de grandes dimensiones. El paso del tiempo ha borrado los numerosos regalos que llegaban de todos lados, pero aún recuerda algunos como una televisión en blanco y negro que por aquellas fechas comenzaban a salir, instalándose gradualmente en todos los hogares canarios. Tampoco olvida las dos alianzas de oro que le había regalado Germán Dévora. Georgina aún lleva su alianza y la recuerda siempre como uno de los regalos más preciados. El caso de Juan fue muy diferente. En un disputado encuentro perdía la alianza que al quedarse algo floja se deslizaba con el sudor.
Juan llegaría puntual a la cita acompañado de su hermana Carmen. Por aquellos años se creía que los novios no debían verse durante el día de la boda y que el novio debía esperar en la puerta de la Iglesia media hora aproximadamente. Georgina, muy creyente y tradicional ,no podía ser menos. El padrino era D. José, tío de Juan, con quien había vivido desde su más corta infancia. D. José se imaginaba cómo estaría Juan con la espera…
Cuando la novia llegó en aquel coche de época acompañado del tío de Juan, la Plaza de Tamaraceite parecía venirse abajo teniendo que intervenir la fuerza pública para dar paso a los futuros esposos al son de la marcha nupcial de Lohengrin con la Coral y el órgano. Por fin los novios entran en dirección al altar. Juan Guedes con su hermosa Carmen y Georgina con Don José.
Durante la ceremonia un prestigioso Tenor cantaba el Ave María de Shubert que llegó a emocionar a todos los presentes.
Tras la ceremonia, la salida del templo seria en loor de multitud.
Todos los hogares y calles de Tamaraceite habían sido testigos inertes del gran acontecimiento.
Los novios pusieron rumbo al Paseo de Los Mártires, a casa de la abuela de Georgina, donde se celebraría un festejo muy familiar e íntimo con miembros de ambas familias y amigos de la infancia y primera juventud de los dos contrayentes.
En la imagen, Juan Guedes y Georgina Ojeda antes de partir a Tafira Alta hospedándose en el Hotel Bandama durante los primeros días de su luna de miel.
Una vez pasado todo el ajetreo y los nervios se habian aplacado, se dispusieron a colocar sus prendas en el ropero.De pronto, comienzan a oírse unas voces con instrumentos musicales desde el exterior del Hotel.
Los esposados miran cautelosamente por las cortinas de los amplios ventanales y ven a León dirigiendo la orquesta. Muchos de los integrantes eran los jugadores de la U.D. Las Palmas que se habían propuesto seguir la fiesta hasta altas horas de la madrugada. Juanito Guedes y Georgina saludarían desde la ventana y cerrando las cortinas se perderían en la quietud de la noche…
Tras tres días de alojamiento en el Hotel Bandama donde recibirían un excelente e inolvidable trato, se dirigirían al aeropuerto de Gando.
La corta luna de miel la pasarían en Tenerife teniendo como residencia el Hotel Anaga.
Paco Campos que había sido su entrenador en la U.D. Las Palmas había fichado en el C.D. Tenerife la temporada siguiente. Tenia un amigo en la isla hermana que se conocía los más bellos parajes de Tenerife. Entre ambos le enseñarían los lugares más recónditos quedando maravillados del trato recibido en todos los lugares.
Había que volver a los entrenamientos en un año que Juan siempre consideró de ensueño ya que a su anhelado matrimonio se unía la gran trayectoria del equipo y el ansiado ascenso a Primera División tras cuatro temporadas de grandes penurias y exigencias que le habían servido de aprendizaje.
Muchos aficionados siempre se han preguntado la razón de casarse antes de cumplir el servicio militar, algo no muy frecuente en las parejas de recién casados.
La razón fundamental era la de los diagnósticos médicos que aconsejaban que el matrimonio redundaba en beneficio del jugador ya que mejoraba el tono físico y resistencia. A Juanito Guedes por su morfología y condición física le costaba recuperarse dado su continúo batallar al ser un jugador de amplio recorrido.
Por otro lado, en aquellos años las relaciones sentimentales distaban mucho de lo que son en la actualidad y el jugador adquiría al casarse un mayor equilibrio biológico y emocional. De igual forma la dieta tenia un papel preponderante. La vida matrimonial es más organizada y el horario de comidas más regular.
Los niños tardarían en llegar. El primero, que lleva el nombre de su progenitor, Juan Guedes Ojeda en 1968 y su hermano Javier en 1970.
El primero recuerda vagamente la figura de su padre, sobre todo al llegar a casa en el Alto de los Leones. El segundo, Javier, era aún un niño de cuna y sólo conoce la vida de su padre por tradición oral y numerosas instantáneas gráficas que le hacen configurar su propia versión o realidad.
Las ilusiones y esperanzas de toda familia humilde al tener descendientes es que sus hijos no pasen las necesidades que ellos habían tenido que sufrir ni la misma época de posguerra y cartillas de racionamiento.
En este sentido Juan Guedes y Georgina Ojeda habían sido muy afortunados…Los niños vivieron sin ningún tipo de carencia y en los mejores centros educacionales. Gracias a la ayuda de don Jesús García Panasco ingresarían en el antiguo Corazón de María de la Calle Rabadán con Canalejas hasta pasar a denominarse Claret con Sede en Tamaraceite.
Habría que significar con toda justicia que Georgina seria la gran administradora y visionaria del patrimonio familiar. De igual forma no conviene olvidar que don Jesús fue siempre para ellos una especie de consejero espiritual por el que Georgina sientía verdadera devoción, ya que tras su fallecimiento continuaría ayudándole en cualquier problema o dificultad en el seno familiar por nimio que pudiera parecer. Como ella suele decir reiteradamente: ¡A don Jesús que madre se atreve a pronunciar una sola palabra en su contra!
Siguiente capítulo: Juanito Guedes y sus obligaciones con la patria