Juanito Guedes en la Escuela de Comercio

 

CAPÍTULO XXIII

 

LA ESCUELA DE COMERCIO Y EL AGUA QUE NO SE MOJA

 

 

Las Palmas de Gran Canaria era una ciudad que te ofrecía su intimidad silenciosa.

Por las calles de un viejo núcleo urbano de la levítica y señorial Vegueta, Juanito Guedes ya en edad juvenil, iniciaba sus estudios en la Escuela de Comercio de la calle Castillo, frente a la plazoleta Espíritu Santo de nuestra ciudad.

 

Calle Obispo Codina, que llegaba desde el puente Verdugo que cubría el barranco Guiniguada hasta la plaza de Santa Ana, por donde pasaba diariamente Juanito Guedes en su camino a la Escuela de Comercio.
En la instantánea, Calle del Doctor Chil, muy cerca de la ermita y plazoleta del Espíritu Santo, a la izquierda se observa la mansión de Pura de Mascarán y la Marquesa de Arucas. En la trasera estaba situada la calle de Santa Bárbara.

 

 

Al tener mi padre su despacho de consulta médica en la calle Doctor Chill y yo estudiar en el colegio Viera y Clavijo, en una transversal llamada Luis Millares, a menudo lo veía pasar con compañeros de clase camino del centro.

Su tío José, persona de extremada rectitud pensaba que Juan, aún en edad juvenil, tenía mucho tiempo libre y en su profesión de mecánico de motos, tenía la posibilidad de ausentarse con frecuencia del trabajo, poniendo rumbo a Tamaraceite para visitar a su novia.

 

Su tío (padrino) José, no descuidaba un solo día las andanzas de Juan y solía dialogar con él seriamente. Le preocupaba que después de tantos sacrificios y darle una esmerada educación, Juan se apartara del camino recto. Dado el profundo respeto que Juan sentía por sus padrinos y la gran admiración y agradecimiento que profesaba hacia ellos, trataba de complacerles en todo lo que le aconsejaban.

La figura de Juanito Guedes comenzaba a ser conocida y era frecuente verlo por la calle Obispo Codina y atravesar la Plaza de Santa Ana camino de la vieja escuela de Comercio, centro donde estudiarían muchas generaciones de canarios que se convertirían en futuros peritos mercantiles en aquellos años.

 

 

 

Escuela de Comercio en la calle Castillo, donde estudió Juanito Guedes.

 

ESCULTURAS DE PERRO DE LA PLAZA SANTA ANA EN LA DÉCADA DE LOS 50

ÉPOCA DE ESTUDIANTE DE JUANITO GUEDES EN LA ESCUELA DE COMERCIO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Plaza de Santa Ana.

 

Entre sus amigos del centro recuerdo a José Juan Delgado, Rafael González Morera o Manolo Cabrera, integrante con Juanito Guedes de la primera Selección Juvenil de Luis Molowny. Era una carrera de tres años muy considerada en la época, aunque sin rango universitario.

A pesar de estar viviendo mi primera adolescencia siempre tuve claro que el futuro de Juanito Guedes no estaba en aquel viejo caserón de Vegueta. Mis razonamientos no eran descabellados o infundados.

La pasión de Juanito Guedes por el fútbol era inusual.

Tan pronto llegaba a los alrededores del centro era frecuente verlo con sus compañeros de clase jugando en las alcantarillas de la calle Santa Bárbara, callejón por donde apenas transitaban coches. El juego consistía en ver quién introducía la chapa dentro de la alcantarilla.

Era preciso dar un efecto a la chapa para introducirla dentro, ya que debía pasar por encima de los zapatos que hacían de guardametas de la alcantarilla.

En otras ocasiones, lo veía jugando con una pelota de goma en la plaza de Santa Ana. Las puertas eran los bancos que están a ambos lados de la plaza, introduciendo la pelota por debajo. Eran muchos los chicos que jugaban pero era raro el día que Juanito no estuviera entre ellos pasándolo en grande con bromas y risas.

Lo peor llegaba cuando como consecuencia de la algarabía, salía el conserje del ayuntamiento que llamaba al guardia municipal al que todos llamaban por el sobrenombre de ‘guindilla’, que mandaba detener el juego con cara de pocos amigos.

Luego, tras el recreo, se refrescaban en la fuente de la plazoleta del Espíritu Santo, de donde manaba un chorro de agua pura y cristalina que era utilizado para refrescar el hermoso jardín de flores y a los viandantes en su camino a los barrios periféricos de la ciudad.

 

 

Diploma otorgado por la Escuela de Comercio de Las Palmas en el año 1956, en la asignatura de Educación Física donde obtuvo la clasificación de Matrícula de Honor.

 

 

 

EL TIMPLISTA Y COMPOSITOR ANDRÉS MACIAS Y SU JOCOSA ANÉCDOTA

 

Andrés Macías era un artista que pertenecía a la bohemia del Bar Polo y a las tertulias de Vegueta. Era un encanto de persona y un ser humano de especial bonhomía, que nunca miraba el lado trágico de la vida.

Su verdadero leitmotiv era hacer reír a todo el que se encontraba a su paso. Por esta razón, era una persona muy querida y respetada en Vegueta.

Como timplista y compositor había tenido grandes éxitos como la polka ‘Pobre Rafael’, que popularizaría Mary Sánchez en el ecuador de los años cincuenta.

 

 

PLAZOLETA DEL ESPÍRITU SANTO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Andrés Macías.

Andrés Macías pasaba con mucha frecuencia por la plazoleta del Espíritu Santo, parándose a dialogar con los estudiantes.

Tenía siempre una broma en la chistera, soliendo decir:

“Ustedes estudien mis niños, que de lo contrario van todos a tocar el timple”. Luego, preguntaba: “¿ustedes saben cómo se hizo esta plazoleta del Espíritu Santo? Esta fuente la construiría un familiar de León y Castillo, que era un hombre muy ilustrado y sabio. Tengan en cuenta mis queridos niños, si no era sabio que es la única fuente de la ciudad donde ¡el agua no se moja! y ustedes preguntaran el por qué? La fuente, al tener una cúpula de cantería antigua que cubría el manantial del líquido elemento, es la única fuente de la ciudad donde no se moja el agua”

Los alumnos y transeúntes se reían con sus ocurrencias, aunque no dejaba de ser verdad.

Juanito Guedes estaría poco en la Escuela de Comercio, dado que muy pronto aquel chico, aún en edad juvenil, saldría encumbrado a la fama. Sus responsabilidades desde su integración a la Selección Juvenil ya no eran las mismas. El fútbol requería ahora toda su atención, tiempo y esfuerzo.

 

 

 

 


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