GILBERTO II
JUSTO GILBERTO
Un jugador integral
Era natural como toda su familia del barrio del Toscal. En Santa Cruz de Tenerife. De orígenes muy humildes, su familia era muy aficionada al fútbol sobre todo su tío, un hombre muy popular por su peculiar forma de ser al que apodaban ´El Peta´ sería un
gran masajista, muy amigo del inolvidable ´zuppo´, que había popularizado el celebre Riqui-raca.
Es natural que en este entorno justo Gilberto comenzara a practicar el balompié a muy corta edad en el barrio del Toscal.
A nivel federado se integraría en el Atlético Tinerfeño y luego en el Realejos que había hecho una buena oferta adquiriendo los derechos del jugador, quien pronto se convertiría en el canterano más destacado de la categoría regional. Esta contratación sería muy beneficiosa para el club realejero al ser traspasado al C.D. Tenerife, al subir por primera vez con Heriberto Herrera a la División de Honor. Justo Gilberto debutaría en primera con el técnico Enric Rabassa que había tomado las riendas del equipo tinerfeño descendiendo esa misma temporada a la categoría de plata. Se daba la circunstancia que Juanito Guedes había nacido en el 2 de octubre de 1942 y Gilberto el mismo año y el mismo mes, pero dos días después (4 de octubre).
Durante media década ambos jugadores disputarían apasionados encuentros de rivalidad isleña y como ambos jugaban en parecidas demarcaciones los roces eran contínuos.
Por su planta y morfología ósea daba la impresión a primera vista de ser un jugador tanque, un futbolista dotado de un fondo y naturaleza incansable. Sin embargo, nada más lejos de la realidad porque si bien es verdad que sus condiciones físicas eran insuperables no es menos cierto que sus cualidades técnicas y realizadoras, eran de enorme valía. Dado que a su ardor combativo y poder de recuperación se le unía su originalidad y facilidad para combinar en el centro del campo con Juanito Guedes y Germán o incorporarse al ataque con peligrosidad y facilidad rematadora.
Era un jugador integral que en la actualidad sus servicios no tendrían precio.
Su fichaje en el club amarillo tuvo lugar tras el relevo de Juanito Ochoa por el técnico Luis Molowny incorporándole al equipo en la temporada 1967-68 tras salvar al equipo de descenso el año anterior.
La etapa de Gilberto II coincidió con las mejores temporadas del club amarillo en Primera División y creemos que gran parte de este logro se debe a su gran aportación, dado que los demás jugadores ya pertenecían a la plantilla incluidos los tinerfeños Martín II y José Juan que habían llegado un año antes.
La U.D. Las Palmas pudo proclamarse Campeón de Liga de no ser por los parciales arbitrajes sufridos y la sorpresa de no llegar a creer en sus reales posibilidades.
Gilberto II se convertiría en uno de los pilares del equipo al igual que lo había sido en sus años como jugador en el C.D. Tenerife.
Dada la importancia que tenia en el club tinerfeño la directiva no había querido traspasarlo con Martín II y José Juan el año anterior. Sin embargo, las arcas del club tinerfeño habían tocado fondo con el club en segunda división y sin posibilidades de remontar.
La oferta de la U.D. Las Palmas era muy generosa y tentadora, dado que además de la retribución económica, el club tinerfeño tenia la posibilidad de incorporar a sus filas a jugadores de gran valía con José Cristóbal Correa, Vicente o Pepe Juan Martínez.
Algunos aficionados en un principio no comprendieron el cambio dada la calidad que atesoraban estos jugadores ya contrastada en Primera División, pero el técnico Luis Molowny ya lo había estudiado y planificado detenidamente. Según conversaciones sostenidas con el técnico con posterioridad no negaba la enorme valía de estos jugadores resaltando la figura de José Cristóbal Correa, pero creía tener un exceso de centro campistas y pocos recuperadores de balón o peones de brega. Había visto jugar muchas veces a Gilberto II y le encantaba este jugador por su doble función.
Según su informe en los archivos del club había que conseguir que el equipo tuviera un equilibrio, que en opinión del técnico, no poseía un jugador que bregara en el centro del campo con la finalidad de dar mayor libertad a Juanito Guedes y Germán que eran poseedores de unas cualidades técnicas excepcionales y de una magia creativa fuera de toda duda pero no eran jugadores con un gran poder de recuperación. Por otro lado, Luis Molowny no era partidario de plantillas excesivamente largas y era de la opinión de no introducir grandes cambios si la marcha del equipo era buena. Según su informe la plantilla no estaba compensada, con un exceso de centrocampistas y pocos peones de brega.
Luis Molowny continuaba argumentando que todas las demarcaciones eran igual de importantes para él. Pidió reiteradamente los servicios de Gilberto II aduciendo que tanto Juanito Guedes como Germán necesitaban un hombre de brega no exento de técnica para que ambos pudieron rendir a plenitud viéndose más libres en la organización y construcción del juego.
Muchos pueden estar de acuerdo o no en esta apreciación, pero a tenor del gran cambio que experimentó el equipo Juanito Guedes, Germán y Gilberto II configurarían un centro del campo a nivel de los mejores de España y el prestigio de Luis Molowny se convertiría en una feliz realidad.
Gilberto II tanto recuperaba balones realizando el trabajo más áspero en beneficio de sus compañeros como se incorporaba igualmente al ataque.
La fisionomía del juego del equipo cambió completamente con su incorporación, realizando la U.D. Las Palmas un fútbol de ensueño como no se recordaba en muchos años.
En una de mis visitas a Tenerife quedamos en el Hotel de concentración con la finalidad de ir a cenar y hablar de su historia en el club amarillo y aunque de esta charla ha quedado lejana, aún retengo en mi retina con cercanía y profundo afecto.
Luego, nos veríamos casi todos los años siempre que ambos equipos formaran en la misma categoría.
Nuestra empatía y afección se incrementaría con los años. Era un ser humano todo nobleza y alegría. En él no existían dobleces ni falsos discursos o política de gestos.
Todo era bondad y naturalidad.
No es el momento de relatar todos nuestros encuentros, pero si de su profunda admiración por Juanito Guedes
JUANITO GUEDES POSIBLEMENTE EL MEJOR JUGADOR QUE HE TENIDO A MI LADO
´Lo he pensado muchas veces. Seria tarea ingente nombrar a tantos compañeros con lo que he tenido la fortuna de jugar, algunos de ellos muy conocidos incluyendo los de la selección, pero nunca he visto un futbolista con las condiciones de Juanito Guedes no acostumbraba a regalar el oído a nadie y mucho menos si esa persona ha fallecido. Mis palabras son sinceras y todos los que me conocen lo saben.
Juanito Guedes tenia la virtud de hacer fácil lo difícil y lo que a todos nos costaba muchísimo él lo resolvía con un simple control y pase en profundidad.
Tenia un sentido de la orientación como no se la he visto a nadie, sabia en todo momento por donde llegaría el balón y escogía siempre la mejor opción. Por otro lado, era un futbolista muy versátil dado que podía jugar bien en diferentes demarcaciones.
Era un jugador contundente, valiente y decidido. Nuestros enfrentamientos cuando yo jugaba en el C.D. Tenerife eran realmente disputados yo trataba de anular lo pero Juan tenia una inteligencia natural y con un solo pase te creaba una jugada de gol como en el Heliodoro con Juan Luis que nos marcó en varias ocasiones.
Entiendo desde la humildad que Juanito Guedes, Germán y yo formamos un buen centro del campo dado que nos compenetrábamos a la perfección. A veces he pensado que su fallecimiento me afecto tanto que aquella temporada.
Mi juego bajó considerablemente como la de muchos de mis compañeros. A aquel barco se le había perdido el timón. No puedo hablar de Juanito Guedes con objetividad ya que mi admiración hacia él es tanta y mi afecto a su persona tan profundo que a veces me puedo exceder en mis juicios y valoraciones´.
Juanito Guedes y mis bromas
Procedo de una familia muy humilde y mi vida no ha sido precisamente un camino fácil pero siempre he tratado de ver el lado positivo de las cosas y vivir con alegría.
Las bromas eran fundamentalmente para mi y Juanito Guedes se reía mucho con mis salidas.
Recuerdo los motes que nos poníamos para reírnos, luego todo se quedaba allí en los entrenamientos, aunque Juan nunca me llamó por mi nombre. Le encantaba dar bromas.
Recuerdo cuando un día se reparaban los vestuarios y se abrió un agujero. Paquito el ayudante de el Chato pidió unos alicantes y para no dar toda la vuelta los pidió y metió la mano por el agujero para que se los dieran. Yo cogí los alicates, los abrí y le ´trinqué´ la mano. Todos se morían de risa de ver al pobre Paquito con la mano trincada diciéndonos palabras que no se pueden reproducir en estas líneas. Cuando no era con la manguera le escondía las botas a alguien. Tenia también por costumbre darle un pescozón a alguien y salir corriendo. Una vez le tiré fuerte de la oreja al portero suplente Romero y me fui corriendo. Recuerdo como se reía Juanito Guedes con mis cosas. Me llamaba gorila, bemba, mandingo, pero casi siempre me decía, ¡loco pásame el balón!
Yo le daba también muchas bromas pero para mi era como un hermano una persona que no podré olvidar mientras viva y lo extrañó del caso es que cada año que pasa tanto a él como a Tonono los recuerdo más.
Sé cuando le salvé la vida a Juanito Guedes
Un gélido día de invierno subíamos al Hotel Santa Brígida lugar por excelencia de concentración de la U.D. Las Palmas. Tan pronto tomamos la vieja carretera de Tafira nos percatamos del enorme temporal que había la carretera, dado que estaba colapsada con tantos desprendimientos de piedras y ramas de árboles al igual que numerosos charcos de agua.
El autobús se vio obligado a sortear muchos obstáculos y en ocasiones detener su marcha. Nunca había visto un temporal semejante en la isla con aquel viento huracanado que movía por momentos el autobús. Juanito Guedes estaba sentado en la primera fila de la derecha mientras que yo iba con José Juan en la fila de la izquierda, pero al contrario que Juan en la séptima u octava fila. Cuando llegamos a la entrada principal frente al Restaurante Bentaiga, el autobús aparcó a la derecha y todos comenzaron a bajar y subir las escaleras del jardín del Hotel.
Juan se había quedado en el autobús recogiendo unas revistas y pertenencias que llevaba y yo tenia por costumbre salir al final.
Estaba leyendo un periódico deportivo y vi una entrevista de Juanito Guedes y lo llamé rápidamente. Él se levantó de su asiento para leerla y en ese preciso momento que venia hacia mi asiento, una rama gigantesca de un eucaliptus entro con una fuerza diabólica por la ventana donde estaba sentado Juan haciendo añicos los asientos delanteros y cristales. Era una rama de un grosor descomunal y entró con una potencia de vértigo.
El impacto fue sobrecogedor y por décimas, de segundos no acabó con la vida de Juanito Guedes ya que la potencia fue de tal calibre que destrozó hasta la dura chapa del autobús.
Nosotros nos agachamos aterrorizados pero la rama llegaría solamente a las cuatro primeras filas.
Juan no salía de su asombro mientras yo bromeaba y mirándole seriamente le decía:
¡Juan, no olvides que me debes la vida!
Él, de pie en medio del pasillo del autobús sólo acertaba a decir: ´Es verdad, es verdad…´
Lo gracioso del caso es que tras ese lance le gastaba todo tipo de bromas. En el comedor le coloqué todos los cubiertos al revés con los platos hacia abajo, se sentó enfadado en voz alta dijo: ¿Pero esto que es? Todos se rieron y miraron para mi que estaba frente a él entonces dijo: ¡Tenia q ser el loco!
Yo le respondí: ´Juan recuerda de aquí en adelante que me debes la vida!
La guasa siguió mucho tiempo, pero Juanito Guedes era una persona muy noble y era el primero en reírse con todos los compañeros.
Si como futbolista he dicho que es el mejor con diferencia de todos con los que he jugado como persona era un ser humano excepcional y jamás podré pagarle todos sus desvelos por mi familia y mi persona.
Soy creyente y siempre he pensado que algún día nos volveremos a encontrar. Su eterna sonrisa no se ha borrado de mi pensamiento.