José Juan

JOSÉ JUAN

 

UN GUERRILLERO EN EL CORAZÓN DEL ÁREA

 

 

El notable escritor Diego de Vicente le bautizaría ´El Mencey de Anaga´ haciendo referencia a sus más puros ancestros.

Desde su llegada a la entidad amarilla -1966-67 – cuando el equipo era dirigido por Juanito Ochoa se supo ganar la estima de todos los canarios por su ardor combativo.

En una de nuestras charlas en las entrañas de un renovado Heliodoro Rodríguez López me confesaría:

Tengo un grato recuerdo de la vecina isla y del cariño que me profesaba la afición en todo momento.

Aún en la actualidad me recuerdan como si se tratara de un jugador en activo y ya ha transcurrido medio siglo.

La única pena que me quedó fue no haber podido ganar aquel campeonato.

En realidad y dicho desde la humildad si algún equipo se lo merecia era el nuestro, dado que practicábamos el mejor fútbol con goleadas a equipos punteros como el Atlético de Madrid o Barcelona.

De todos los compañeros tengo grandes recuerdos pero Juanito Guedes es punto y aparte.

La gran labor de Juanito Guedes no sólo se circunscribía a los terrenos de juego sino en velar por el estado anímico de todos nosotros.

¡Nunca he visto nada igual!

Desde que los jugadores tinerfeños llegamos a la isla él se encargaría de todas las gestiones haciéndonos sentir como en nuestra propia casa.

Como futbolista era un fuera de serie porque aparte de su gran clase podía adaptarse a cualquier demarcación y esta virtud es prioridad de muy pocos.

Incansable al desaliento parecía estar en todos lados.

Su juego era preferentemente a base de pases en largo aunque él todo lo hacia bien.

Antes de llegar a la U.D. Las palmas nos habíamos enfrentado en múltiples ocasiones y ambos teníamos mucho carácter.

En el terreno de juego no paraba de darte consejos y cuando por alguna razón no jugaba su ausencia se notaba sustancialmente.

Era un futbolista muy difícil de marcar porque se ladeaba y cubría muy bien el balón y con un solo desplazamiento te ocasionaba una ocasión de gol.

En el terreno de juego me animaba de forma constante.

Recuerdo un encuentro donde todo me salía mal. Era algo increíble que no llegaba a comprender. Ha sido sin lugar a dudas el peor partido que he jugado en toda mi carrera profesional.

Ante mi desesperación e impotencia venia hacia mi demarcación para darme confianza y tranquilizarme. Salí del terreno de juego llorando y con mi autoestima por los suelos.

Juanito Guedes se percataba de más mínimo detalle.

Me buscó y dándome un fuerte abrazo me dijo: “No quiero verte triste, aún queda Liga y comprendo que te estés reservando para la semana siguiente”.

Nadie se puede imaginar lo que representaron aquellas palabras en un día tan amargo. No pude hacer otra cosa que reírme.

Lo curioso y anecdótico del caso es que a la jornada siguiente marcaba dos goles que representaban la victoria del equipo.

La profecía de Juanito Guedes se había cumplido.