JOSÉ LUIS ULACIA IDAGUEZ:
Paradigma de destreza, arrojo y valentía.
Separando la Ría Guipuzcoana se encuentran las localidades de Motrico y Deva. En esta última nació nuestro protagonista el 16 de octubre de 1938.


Al contrario que la mayoría de porteros vascos cuyos primeros pasos son en las bellas playas de la localidad, José Luis Ulacia era un guardameta de tierra firme.
Sus padres tenían un caserío en Deva y como la mayoría de habitantes de aquellos parajes se dedicaban al cuidado de sus cultivos, ganadería o al vivir en una zona marítima a las faenas del mar.
La vida no era precisamente un camino de rosas en el caserío y las jornadas laborales muy fatigosas. José Luis Ulacia alternaba el trabajo familiar con su aprendizaje escolar en Deva y muy pronto todos los lugareños comenzaron a observar sus innatas condiciones como guardameta militando en el equipo de la localidad
Sus grandes actuaciones lo llevan a ser convocado por la Selección Juvenil guipuzcoana tanto al célebre portero donostiarra Araquistáin con el que tenia grandes lazos de amistad.


Se daba la circunstancia que el técnico Ignacio Urbieta, que había sido entrenador de la Real Sociedad había recibido una oferta para dirigir a la U.D. Las Palmas durante la temporada 1957-58, invitando a Ulacia a probar fortuna en un club que, aunque militaba en Primera División sonaba muy lejos para un chico tan joven
La U.D. Las Palmas desde su segundo ascenso a Primera División en la temporada 1953-54 había venido realizando grandes campañas ante legendarios equipos repletos de figuras extranjeras.
En puridad, aquella década de los cincuenta fue una época de gran espectáculo y esplendor futbolístico con jugadores como Di Stefano, Kubala, Cibor, Kocsis, Vava, Didí, Kopa, Puskas, Ben Barek, Alfonso Silva, Rafael Mujica, Carlsson…
El Estadio Insular registraba sus mejores galas con llenos apoteósicos con la finalidad de ver aquel Athletic de Bilbao de Dausik, el Barcelona de Helenio Herrera, aquella delantera del Real Madrid,pentacampeona de Europa formada por Kopa, Rial, Di Stefano, Puskas y Gento…
José Luis Ulacia tendría la oportunidad de integrar aquellas ligas con los mejores jugadores del globo terrestre. Y aunque su titularidad estaba por llegar, su empatía con la afición y la hospitalidad del pueblo canario hacia su persona le atraparon rápidamente.

Este vínculo se incrementaría al conocer a su novia Pepa, una chica del señorial barrio de Vegueta, con la que contrajo con posterioridad matrimonio.


La trayectoria de José Luis Ulacia en la U.D. Las Palmas fue longeva y la podríamos estructurar en tres núcleos diferentes:
a) Una llegada a un equipo en Primera División donde predominaban las grandes leyendas: Luis Molowny, Alfonso Silva, Rafael Mujica, Pepín, Beneyto, Beltrán y Marcial, una media de ensueño como la formada por Manolo Torres y Manolo Naranjo; delanteros como Felo, Larraz, Juanito Vázquez, Silva, Molowny, Ricardito, Macario o Padrón(El gaucho).
El marco canario estaba bien custodiado por Pepín que era titular indiscutible teniendo como suplentes a Castellanos y luego a Betancort y Ulacia. Aunque su participación en encuentros oficiales fue muy escasa en este primer periodo, sin embargo, su aprendizaje con un equipo repleto de figuras que se enfrentaban a estrellas rutilantes del fútbol mundial fue una universidad para el firme guardameta vasco.
Con los años a la finalización de la década de los cincuenta, el equipo había ido envejeciendo y comenzaron a producirse cambios en su formación que no dieron el resultado esperado. La situación se veía venir con un partido a cara o cruz con el Real Valladolid 1957-58 y una promoción con el Levante 1958-59, donde nos salvaríamos gracias a aquel célebre gol de cabeza del extremo Macario.
La temporada siguiente 1959-60 nuestro equipo descendería a Segunda División y muchos cambios habían de producirse en el organigrama del club.

b). Si bien es verdad que José Luis Ulacia saldría beneficiado con el traspaso del guardameta titular Pepín al Betis, el cisma que se creo entre la institución y la masa social fue de grandes proporciones.
José Luis Ulacia quedaba con Betancort como los jugadores más veteranos del equipo. El técnico Casimiro Benavente se decantaba por jugadores foráneos.
Algunos que comenzaban a integrarse en las filas amarillas como Vegazo, Collar, Ciaurriz, Juan Luis y otros que ya habían debutado como Erasto, Aparicio, Espino, Nelli, Gámiz, etc.
Sirvieron como efecto bisagra en las nuevas generaciones de jugadores canteranos que fueron gradualmente incorporándose al club.
Estos cuatro años en la categoría de plata, fueron de gran aprendizaje para jugadores como Juanito Guedes que había fichado en la temporada 1960-61.

c). Con el ascenso a Primera División de la mano del técnico Vicente Dauder en la temporada 1963-64, aquel resurgir de las diferentes selecciones juveniles de Luis Molowny fueron consolidándose llegando a configurar un gran equipo que tuvo como colofón el subcampeonato de España.
Estas tres etapas pueden sintetizar su trayectoria deportiva en la U.D. Las Palmas: aprendizaje, función didáctica con efecto bisagra y plenitud.



A lo largo de tantos años he podido descubrir en José Luis Ulacia un perfecto caballero pleno de humanidad y generosidad.
Persona de moralidad inquebrantable tuvo en Ignacio Oregui su fiel compañero compartiendo la titularidad durante muchos años.
Con motivo del 50 aniversario del fallecimiento de Juanito Guedes nos vimos en su hermosa casa de ciudad jardín.
A pesar de los años transcurridos, José Luis Ulacia recuerda toda la trayectoria de Juanito Guedes en el club no solo desde el plano deportivo sino social dado que ambos eran excelentes amigos:
´Recuerdo a Juanito Guedes desde el primer día que llegó al club. Un chico muy moreno por el sol, alto y delgado y con figura algo desgarbada. Su llegada al club fue como consecuencia de sus grandes actuaciones en el Porteño, la Selección Juvenil de Luis Molowny, donde en su segundo año seria nombrado el mejor jugador del torneo y fundamentalmente con la llamada del seleccionador Eusebio Martín para participar como internacional, haciéndolo debutar en el torneo de la U.E.F.A. en Portugal, donde tendría excelentes actuaciones. La rumorología iba en aumento y la afición pedía a gritos su fichaje.
Me acuerdo que cuando llegó al entrenamiento , era aun juvenil. Un chico muy serio y apocado. Se le notaban ciertas carencias a la hora de correr y en los ejercicios físicos, y es que Juanito Guedes había sido casi un jugador autodidacta formando en clubes muy modestos donde no había una gran disciplina táctica ni física.

Casimiro Benavente ordenó que le pusieran unos tablones en el pecho y a la espalda con la finalidad de enderezar su figura. Cuando lo puso a correr por todo el terreno de juego de aquella guisa, parecía un soldado de caballería medieval. Todos los compañeros no podían evitar la risa y él lejos de enfadarse aceptaría las bromas humildemente.
Casimiro Benavente sugeriría a los rectores del club que lo cedieran a un club de tercera. Afortunadamente el presidente Juan Trujillo no solo se negó a ello sino que faltando dos jornadas para el termino de la liga le impuso al técnico su alineación.
Recuerdo que Santiago Espino se convertiría en su gran valedor y defensor y no permitía a nadie bromas con respecto al chico.
Su debut en el Alfonso Murube fue espectacular. Yo había salido de suplente, pero tuve que reemplazar a Antonio Betancort que se lesionó durante el encuentro. Me quedé maravillado con el juego de Juan, de su poder y valentía siendo tan joven, y en una cancha tan hostil.

A la temporada siguiente la metamorfosis que experimentó Juanito Guedes fue sorprendente. Había dejado de ser aquel chico apocado y ya daba órdenes con una gran personalidad. No eran principios de autoridad, pero si sugerencias y aliento. No paraba de hablar y el sólo era medio equipo.

La empatía con Juanito Guedes fue inmediata. No sólo se trataba en el terreno de juego sino en vacaciones donde nos íbamos con Aparicio a pescar a Fuerteventura, Isla de Lobos, La Graciosa…
Tengo muchos recuerdos de aquellos periodos estivales.
A mi siempre me ha gustado la pesca desde muy joven. Se me daba muy bien, siendo una de mis aficiones preferidas.
Ernesto Aparicio no entendía de pesca, pero me ayudaba en algunas faenas, aparte de concinar que era lo suyo. Juanito Guedes no entendía nada de pesca y por ello lo pusimos de relaciones públicas. Eran muchas las personas que venían a vernos y Juanito Guedes se encargaba de atender a los medios de comunicación y aficionados.
Como lo suyo no era pescar se pesaba el día nadando en el mar. Tenía un gran estilo y la playa le encantaba.
Cuando llegamos a Fuerteventura, dejamos nuestras maletas en el Hotel y nos fuimos cerca de la costa con una tienda de campaña, que montamos al lado de una cueva. Aparicio y yo estábamos encantados de aquel cambio de vida, pero lo anecdótico del caso, se produjo cuando Juan de repente nos dice: ´¡Aquí no me quedo yo! ¡Esta tienda de campaña es muy incomoda y no podría dormir en toda la noche!¡Regreso a dormir al Hotel y vengo por la mañana!

Nosotros intentamos convencerlo para que se quedara, pero no había manera. Se pasaba el día bañándose en la playa. La pesca era abundante y no parábamos de comer diferentes tipos de pescado. Recuerdo que cuando llevábamos unos días, nos dijo que ya estaba cansado de tanto pescado y le apetecía comer algo de carne. De repente, le perdimos la pista y al rato aparece con una gallina, que al final de tenerla allí varios días nos dio pena y decidimos dejarla en libertad.
La verdad es que no parábamos de reírnos contando chistes y anécdotas.
Inolvidables vacaciones en la Isla de Lobos.
Aparicio nos decía que en la etapa fundacional del club, siendo el entrenador Luis Valle, fueron a jugar a la península hospedándose en un pueblo cerca de Zaragoza. A todas horas del día los jugadores tenían como menú pescado y sardinas. Luis Valle muy extrañado y enojado por aquella conducta, mandó llamar al director del Hotel. Cuando éste llegó al comedor mirándole fijamente le preguntó: ¿Es que en este pueblo no hay gallinas?
Al director del hotel muy sorprendido le contesto: ¡Naturalmente que hay gallinas señor, al igual que en todos los lugares! Entonces Luis Valle respondió: ´Es que llevamos aquí dos días y todavía no he visto un huevo´.
Por las tardes solíamos tomar café y contar anécdotas. Juanito Guedes se reía mucho con la forma de ser de Espino tan apegada al campo.

Cuando llegó Espino a la U.D. Las Palmas estaba acostumbrado a levantarse a las cinco de la mañana, comenzando a trabajar con los animales en la finca de D. Bruno, donde vivía toda su familia. Se encargaba de la labranza y de todo tipo de cultivos.
De igual forma, llevaba todo lo relacionado con la granja de animales.
En su primera concentración en el Hotel Santa Brígida le toco Ernesto Aparicio como compañero y al estar acostumbrado Espino a levantarse tan temprano abrió todas las ventanas de la habitación. No habían llegado los claros del día y el viento y frio se dejaban sentir.
Al abrir la ventana, un viento huracanado tiro varios jarrones y los papeles volaban por toda la estancia. Aparicio se levantó alarmado, dando un salto desde la cama y cuando vio a Espino a cuerpo descubierto haciendo ejercicios cara al jardín no lo podía creer y gritándole enfurecido le dice:
¿Pero estas loco? ¡Vamos a coger una pulmonía!
Juanito Guedes no paraba de reírse con estas anécdotas de su gran amigo Santiago: Luego al verlo le decía: ¡Santiago cuéntame cuando Aparicio casi se muere de una pulmonía!
Santiago Espino ponía todo su ardor en el relato y todos nos reíamos mucho, especialmente Juanito Guedes.
Cuando debutó Santiago Espino ante el Atlético de Madrid, yo era el guardameta suplente y Pepín actuaba de titular.
Estábamos en vestuarios y yo ya estaba equipado y miraba fijamente a Espino que estaba tranquilamente amarrándose los cordones de las botas. En el primer encuentro de liga de la temporada 1959-60 el lleno era hasta la bandera. Le pregunté a Espino: ¿No estas nervioso? Es el día de tu debut ante el Atletico de Madrid y te veo muy decidido. Santiago mirándome fijamente me dice en alta voz:
¿Cómo voy a estar nervioso? De modo que me he pasado mi vida jugando descalzo en el campo de La Palmita y ahora que por fin me llega la oportunidad, me voy a poner nervioso ¡Qué cosas se te ocurren! ¡Estoy deseando salir al centro del terreno de juego para comerme el campo!


Juanito Guedes que le gustaban las bromas mas que a nadie, le decía: ¡Espinito, hoy nos vamos a comer el campo!
La marcha de Espino del equipo le afectaría mucho ya que en los primeros años le llevaba a todas partes con el coche y se reía mucho con sus cosas. Sin embargo, Tonono vendría a paliar su ausencia llegando a convertirse en amigos inseparables. Eran dos jugadores extraordinarios y dos excelentes personas. La admiración que sentía el uno por el otro en recíproca.
Juanito Guedes siempre me recordaba mi mala suerte con las lesiones, especialmente cuando había sido pre seleccionado para el mundial de Inglaterra en Wembley y no pude ir por una lesión, ocupando mi puesto Sadurní.
Juanito Guedes pensaba que Tonono tenía que haber ido a aquel mundial y no se merecía el no haber sido convocado.
Lo de Juanito Guedes y Tonono era admirable. Estábamos todos en el holl del hotel incluido don Jesús García Panasco y ellos bajaban de la habitación con el abrigo y salían por la puerta central como si nada hubiese ocurrido. Nadie se atrevía a decirles nada, excepto Juanito Ochoa que cada vez que los veía regresar de la calle, les decía: ´Tengo que hablar con ustedes´.
Juanito Guedes se paraba y lo miraba fijamente y Ochoa se daba la vuelta y continuaba su itinerario. Se pasó toda la temporada diciendo que tenían que hablar y nunca se atrevió a hacerlo. Sin embargo, al resto, por la más mínima acción ya estaba reprendiéndonos. En una ocasión, Aparicio y yo no pudimos aguantar tanta insolencia y le dijimos de todo.

Juanito Guedes como jugador era insuperable por el terreno que cubría y aquellos desplazamientos a los compañeros poniéndolos en clara situación de gol.
´Lo de su fallecimiento me produjo un inmenso dolor. No hay que olvidar que yo fui de los pocos en vivir toda su trayectoria deportiva en el club. Aparte de todo lo relacionado con el fútbol, teníamos una relación muy estrecha, no solo en vacaciones sino laboral, dado que me tenia alquilado una local para mi negocio de muebles.
Los dos últimos meses, fueron dramáticos. Yo creía que se había recuperado en la primera intervención. Cuando volvió a recaer fue muy doloroso para todos.
Me tuve que llenar de valor para visitarlo en la clínica Santa Catalina.
Aquel chico tan fuerte y noble con el rostro demacrado había perdido mucho peso y su figura había cambiado sustancialmente. Nunca le vi quejarse por nada y su última sonrisa jamás la podré olvidar.
Juanito Guedes ha sido sin duda uno de los mayores exponentes del fútbol canario, un jugador que hizo historia y dejó en nuestras vidas una huella indeleble.