José Manuel León

JOSE MANUEL LEÓN

 

(LEÓN)

 

Lejos queda ya en el tiempo su ya lejana incorporación al club a finales de 1959 bajo la atenta mirada de Carmelo Campos y Antonio Velázquez. Comenzaba a presidir la entidad Juan Trujillo Febles después de haber formado parte de la gestora del club presidida por Eufemiano Fuentes en el circulo mercantil.

Desde el anterior periodo finisecular y primeros años del siglo XX desde el hotel Los Frailes y Las Magnolias – haciendas de rango eminentemente británico- se fueron instalando las primeras viviendas que hoy deshabitadas y en ruina forman junto a la iglesia de la Concepción.

El epicentro del casco histórico de Tafira. Con posterioridad se fueron edificando las primeras casas que se irían extendiendo a ambos lados de la carretera del centro, tenieno como lugares limítrofes, por un lado La Montaña de Tafira y su prolongación hacia el barranco de La Callada y por otro Los Lagares y la Finca de La Data de La Concepción con su carretera hacia Los Hoyos. Todo ello hasta llegar a la bifurcación de La Cruz del Inglés donde comenzaba la subida al Monte Lentiscal, dejando atrás Villa Rosa, Hotel Quiney, Restaurante Bentayga, Hotel Santa Brígida…

Los padres de José Manuel León, don Clemente Manuel León y Dª Dolores Talavera vivian en la Calle Remedios, frente al antiguo Hotel Monopol en la zona de Triana, aunque solian veranear en Tafira Alta, en una casa al margen derecho de la carretera del centro nº 218 y quedaba en su parte trasera a la Calle Tiziano, a tiro de piedra de la Residencia Sindical Feluco Bello donde se llegaron a concentrar los jugadores de la U.D. Las Palmas en la Temporada 1953-54, año de nuestro segundo ascenso a la División de Honor.

Cuando Mamé León contaba con solo cuatro años de edad, sus padres decidieron cambiar la cosmopolita y floreciente zona de Triana para residir permanentemente en Tafira Alta.

Es obvio significar que la Tafira de aquellos años dista mucho de ser la ciudad dormitorio que es en la actualidad.

Su particular orografía le daba una configuración semejante al Beatus Ille horaciano: un paraíso bucólico de extracción rural con aroma de eucaliptus, higueras, moras y amplios terrenos de viñedos aunque ya con los signos de progreso lamentablemente han desaparecido. Sus calles – si las podemos llamar de este modo- eran todas de tierra y entre las casas había muchos solares y piconeras donde los niños vivían sus lúdicos sueños.

Con la llegada de los gélidos inviernos y sus torrenciales lluvias el paraje se convertía en un verde valle donde florecía una abundante vegetación.

Aunque muy pronto Tafira se fue poblando de mansiones y villas ajardinadas pertenecientes a la alta burguesía canaria e inglesa, donde trabajaba un campesinado que trabajaba de sol a sol en las fincas de viñedo y otras labores rurales.

Todos los días al alba, José Manuel León y su hermano Luis Fernando, encaminaban sus pasos hacia el colegio donde los niños de parvulario del barrio aprendimos las primeras letras.

La vivienda familiar de mis padres estaba justo en el centro de La Plazoleta y poseía un amplio garaje de madera donde mi padre guardaba con tanto esmero aquel antiguo coche de manivela. José Manuel León y sus amigos no faltaban a la cita. Recuerdo como si fuera hoy a Mame León practicar durante horas con su singular estilo en el garaje de mi casa hasta que la figura voluminosa de mi padre aparecía en escena recriminándonos con su fuerte carácter nuestra actitud. El fútbol no dejaba de ser un paraíso infantil.

Cuando los partidos tenían una mayor solemnidad se jugaban calle Zuloaga abajo en un terreno inclinado al que llamaban “Campo Ayala”, muy frecuentado por todos los niños de la zona.

En este campo ondulado y de picón rodeado por una pequeña loma, Mame León comenzaría a descollar muy pronto por su enorme habilidad y verticalidad en el ataque al margen de su ya notable capacidad goleadora.

Paralelamente ya destacaba como base en el conjunto juvenil de baloncesto ganando el Campeonato de Liga escolar.

En los años cincuenta el centro de Los Jesuitas de San Ignacio de Loyola vivía la época de esplendor de los padres vascos que fueron ganando muchos adeptos bajo los métodos de enseñanza de la radio studiorum. A la entrada había un amplio campo de alquitrán de donde habían salido célebres jugadores. Entre los niños de su generación destacaba un niño que vivía en la señorial calle de los balcones: José Cristóbal Correa. Era un niño de unas facultades prodigiosas y solo el contemplar su prodigioso código de pases en la zona de creación ya podíamos preveer que seria un jugador inimitable.

José Manuel León y José Cristóbal Correa se harían amigos inseparables. Los libros y el fútbol fueron alimentando su infancia.

Después de ganar varios campeonatos escolares donde Mame León se convertiría en uno de los máximos realizadores ingleses en un club federado llamado San lázaro presidido por Francisco Vera, verdadero benefactor del fútbol infantil en aquellos años.

Su talento y facilidad goleadora llamarían la atención de los ojeadores de la U.D. Las Palmas que continuaría haciéndose con los servicios del jugador.

En un principio en el juvenil y bajo las ordenes de Antonio Velázquez y Carmelo Campos donde permanecería dos años. Su aprendizaje seria meteórico pasando en el último año al Juvenil A con sus compañeros Martón, Rafael, Castellano, Molina, Grisaleña y Saavedra.

En el filial juvenil de la U.D. Las Palmas coincidiría con un jugador que seria crucial y determinante en toda su trayectoria deportiva: Germán Dévora Ceballos.

Su sociedad con el excepcional jugador del barrio de Guanarteme beneficiaria sustancialmente su juego ofensivo.

En la temporada 1959-60 la U.D. Las Palmas había descendido a Segunda División. Los rectores del club deciden contratar a Casimiro Benavente que lejos de fomentar y potenciar nuestra cantera iniciaría la incorporación masiva de jugadores foráneos y creando un cisma entre club y masa social. Es aquí, cuanto tra varios años la Selección Juvenial de Las Palmas dirigida por Luis Molowny yAntonio Velázquez logra proclamarse campeona de España que trae como consecuencia el nuevo resurgir del fútbol canario volviendo a brotar como antaño la llama de la ilusión.

Con el transcurso del tiempo aquellas incorporaciones de jugadores juveniles al primer equipo fueron configurando una plantilla que habría de darnos grandes resultados.

No fue un camino de rosas.

La U.D. Las Palmas necesitaba de experiencia en la categoría.

Las incorporaciones de los jugadores tinerfeños Martín Marreo y José Juan (1966-67) y Gilberto II (1968) le darían una gran solidez a nuestro conjunto que alcanzaría su pináculo de celebridad a la llegada de Luis Molowny.

 

JUANITO GUEDES DEJÓ UN RECUERDO INBORRABLE EN MI VIDA

 

“Yo había debutado ante el Recreativo de Huelva en la Temporada 1962-63 junto a mis compañeros en la Selección Juvenil Rafael y Germán Dévora. El entrenador era Rosendo Hernández. Yo era apenas un crio yen muchas ocasiones me hizo llorar.

Recuerdo el día que me ordenó pasarle el balón en corto por todo el campo.

Me pasaba muy rápido el balón y como se me fue fuera del campo me dijo lo que no están en los escritos. Me gritaba: “No tiene usted concentración y si sigue de esta forma ya a la grada”. Yo me ponía cada vez más nervioso y lo hacia peor. Era un buen entrenador y daba muchas oportunidades a los jóvenes pero era de una trato difícil. Luego, fuera de la cancha era una persona agradable con la que podías dialogar con normalidad.

Juanito Guedes me recibió con bromas llamándome “chispa” como el chico que salía en el suplemento del periódico.

Cuando pienso en Juanito Guedes me gustaría haberle podido mostrar mi agradecimiento por todo lo que hizo por mi.

Yo, en aquellos años no pensaba en estas cosas.

Éramos muy jóvenes y sólo queríamos divertirnos y ganar los encuentros.

Juanito Guedes seria crucial en mi vida de jugador ya que la mayoría de sus pases en profundidad iban dirigindos a mi o Gilbero I. Le debo mucho pero nunca tuve la oportunidad de hablar con él de este tema.

No he visto un jugador igual a Juanito Guedes.

Tenia una forma de jugar y concebir el fútbol muy peculiar como no se acostumbraba en Europa. Me parece estar viéndolo con aquella pierna derecha que subia para controlar el balón que siempre llegaban a él. Luego como la desplazaba en corto hasta lanzar con la zurda. Aquellos pases en diagonal ¡Que gran jugador!

Cuando me preguntaban en la península si mi deseo era llegar a un equipo grande solia decir: ¿Qué quiere usted decir con un equipo grande? Grande es mi equipo. Entiendo que nosotros en la denominada época de oro de Luis Molowny no teníamos que envidiar a ningún equipo español. ¿Quién superaba a Martin II, Tonono, Guedes, Gilberto II o Germán?

Nosotros pudimos quedarnos campeones pero nos faltó creer un poco en nosotros mismos ya que todo fue muy inesperado.

Además, aunque suene a excusa o tópico los árbitros ayudaban siempre a los equipos grandes.

Recuerdo cuando jugamos en Madrid el célebre encuentro de Pirri. El extremo centro se pasó el encuentro diciéndole a Zariquiequi: ¡No te atreves a expulsarme, inténtalo y veras! El árbitro ante nuestra sorpresa se quedaba callado. Todas las faltas eran en nuestra contra y el gol fue un fuera de juego clarísimo reconocido por el propio jugador.

Al término del encuentro según bajábamos por las escalerillas al vestuario Juanito Guedes le daba con las botas por detrás y le decía de lo último.

Nunca había visto a Juan tan enfadado y es que ese encuentro era crucial.

Para nuestras aspiraciones Zariquiequi no reflejo nada en el acta sobre Juanito Guedes ya que debía pesarle mucho la conciencia.

Con Juanito Guedes tengo tantas vivencias y anécdotas que tendríamos que escribir muchos volúmenes. Las bromas eran interminables.

Recuerdo una vez que perdió su maleta.

Teniamos que jugar un partido de copa y fuimos directos al Hotel Santa Brígida. Se recibió en recepción que su maleta ya venia en camino. Se le había llevado otra persona erróneamente.

Cuando la maleta llegó dio la casualidad que yo estaba allí en el jardín en ese momento y me ofrecí a llevársela.

En lugar de llamarlo a su habitación y dársela le dije a Martín Marrero, mi compañero de habitación que pensaba darle una broma.

Recuerdo que Martín me dijo: ¿Estas loco?

No tiene ni el neceser a mano y está muy contrariado. Pero yo me puse un pañuelo y lo llamé desde el Bentayga, lugar que solía frecuentar al vivir en Tafira. Le dije simulando la voz que era el Sr. Tejera y tenia su maleta pidiéndole unas entradas para el encuentro.

Las preguntas que le hacia eran de lo más simpáticas pero el callaba y solo le preocupaba su maleta.

A nosotros nos daba don Jesús solo dos entradas y él ya las tenia comprometidas.

A la media hora lo volví a llamar diciendo que había tenido un percance con el coche y que si era tan amable y me podía dar cuatro entradas más. A la tercera llamada ya explotó cuando le di la cifra de una gran cantidad de entradas.

Salió corriendo a buscar a don Jesús que al igual que Luis Molowny estaba enterado de la broma y le puso cara de circunstancias.

Se fue muy nervioso al pasillo y los jugadores solíamos sentarnos en una escalera que daba al jardín y al comedor.

Todos lo sabían y cuando aparece Juanito Guedes diciendo: “El sirvergüenza este del Señor Tejera me ha pedido mas entradas y no me quiera dar la maleta. Es un chantajista y voy a ir a la policía con don Jesús y cuando lo vea…

Todos los jugadores que estábamos sentados no podíamos aguantar la risa tratando de mirar hacia abajo para ocultar nuestras caras pero Ulacia no pudo reprimirse y comenzó a reírse con aquel tono contagioso que tenia de inmediato.

Todos explotamos y Juan que estaba en el pasillo que daba a la parte alta de la escalera tan pronto se dio cuenta de la broma me buscó con la mirada.

Yo estaba escondido en el último escalón.

Recuerdo que salí raudo y veloz a mi habitación y le di la maleta a Tonono que compartía con él la habitación.

Como sabia que estaba muy enfadado le dije a Luis Molowny que me protegiera en el comedor.

Cuando salimos hacia el Estadio Insular me dijo:

“No se te ocurra hacerme una acción de estas en tu vida. Una cosa e una broma y otra tenerme toda la mañana sin poderme asear. Es mi primera y última advertencia”.

En vestuarios, antes de comenzar el encuentro ya saliendo al campo me dice: “el defensa izquierdo ha sido muy bueno pero ya es veterano y algo lento. Espabila y estate atento en carrera. Espero que marques algún gol. De lo contrario te voy a decir yo a ti quien es el Sr. Tejera”.

Aprovechando un centro de Martín II que hacia funciones de falso extremo corrí hacia el centro y en un remate de José Juan el balón quedó botando en el área, circunstancia que aproveché para marcar. Cuando finalizó el encuentro me felicitó yo le pedí disculpas por la broma.

Estaba muy contento como siempre que se ganaba pero aprovechó la ocasión para decirme: “las disculpas se las puedes dar al Sr. Tejera que estará muy contento con el triunfo”.

Yo, al ver que se le había pasado el enfado y estaba feliz, le repondí: “Juan, ¡te imaginas lo contento que estaría ahora el Sr. Tejera si le hubieses dado todas las entradas que te pidió?