En mis conversaciones con Luis Molowny en el Real Club náutico de Gran Canaria, donde solíamos compartir mesa y mantel, me diría con relativa frecuencia: «en rigor el fútbol me produce en la actualidad nostalgia y en ocasiones evito ver los encuentros por televisión, y mucho menos presenciar los enfrentamientos en directo. En puridad, bastante tengo con los compañeros que acuden diariamente al club náutico y me dicen: -ya de la inauguración en Chamartín del Bernabéu, sólo quedan dos jugadores Ipiña y tú”-. Como es natural, la vida pasa y transcurre tan fugazmente que apenas puedes darte cuenta del paso del tiempo.
«Aún me parece ayer cuando estampaba mi firma por el club marinista en la antigua sede de León y Castillo, cuando el club era presidido por Eufemiano Fuentes.
Se podrán decir muchas cosas. Tenía un temperamento muy fuerte, pero en realidad fue como un padre para mí, llevándome a vivir a su casa y me trataría como a un hijo. No puedo negar la verdad de los hechos. Soy una persona ajena al mundo de la política o por lo menos no he tenido nunca ninguna militancia. En casa de Eufemiano Fuentes sólo se hablaba del Marino Club C.F, institución que nunca podré olvidar ya que representó todo en mi vida.
Conocí a Luis Molowny desde muy niño cuando en compañía de mi padre íbamos a presenciar los encuentros de la U.D. Las Palmas en el Estadio Insular.
Cuando tras subir nuestro equipo a Primera División en memorable encuentro ante el C.A. Málaga, la corporación cabildicia presidida por Matías Vega Guerra, asumiría la compra del Estadio Las Palmas pasando a denominarse Estadio Insular.
Nuestro recinto deportivo sería completamente remozado y ampliado, dotándolo de césped a efectos de estar en perfectas condiciones para nuestro debut en Primera División ante el Real Madrid, un 9 de septiembre de 1951.
La U.D. Las Palmas había configurado una plantilla basada en jugadores y entrenadores canteranos como se recoge en los documentos fundacionales del club. Se había configurado un equipo a imagen y semejanza del Athletic de Bilbao, con jugadores y entrenadores de la tierra que representarían dignamente al fútbol canario.
Todo ello era muy hermoso y patriótico y no dejaba de ser una identificación emocional para todos los que queremos profundamente a nuestra tierra y nuestro fútbol, tan diferente al de la geografía peninsular.
Si bien es verdad que nuestro equipo se formaría con aquellos pocos jugadores que habían quedado en nuestros clubes regionales tras el éxodo masivo de nuestras mejores figuras a la península, siendo sorprendente su trayectoria meteórica, no es menos cierto que las diferencias existentes entre ambas categorías eran abismales y tan pronto comenzó el campeonato liguero pudimos darnos cuenta de ello.
Primer encuentro de la U.D. Las Palmas en Primera División ante el Real Madrid un 9 de septiembre de 1951
Era la primera vez que Luís Molowny se enfrentaba a la U.D. Las Palmas. Fue un encuentro accidentado con el derrumbe de la grada curva que originó numerosos heridos, teniendo que ser evacuados a centros sanitarios de nuestra capital.
Con Luis Molowny, que era por aquellos años la figura del Real Madrid hasta la llegada de Alfredo Di Stefano, venia también Roque Olsen, que estuvo a punto de fichar como jugador en la U.D. Las Palmas y el canario Cabrera.
Luis Molowny, como siempre, marcaba su gol ante el equipo amarillo.
Los rectores del club, presidido en aquellas fechas por Eufemiano Fuentes, trataron de paliar la situación con la contratación de jugadores foráneos: Luciano, Nagy y Pepín…
La filosofía primigenia de nuestro equipo, a imagen y semejanza del Athletic de Bilbao, había pasado a mejor vida a pesar de los nuevos fichajes. Nuestro equipo descendería a Segunda División ese mismo año, siendo una estrella fugaz en la Primera División.
Estadio Insular
9 de septiembre 1951
U.D. Las Palmas Real Madrid
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De cuando se derrumbo el muro de la grada curva.
En la temporada 1954-55 la U.D. Las Palmas retornaría a la División de Honor.
La U.D. Las Palmas y el Real Madrid vivirían emocionantes jornadas, durante la década de los 50 en el campeonato liguero,
no pudiendo el equipo amarillo vencer al cuadro merengue en ninguno de los encuentros disputados.
Jugadores del Real Madrid de la década de los cincuenta que han sido entrenadores de la U.D. Las Palmas .
En esta ocasión, prevenidos de nuestro primer descenso, nuestro equipo se refuerza con jugadores de un mayor nivel como fueron los casos de Verde, Marcial, Castellanos, Ricardo, Juanito Vázquez, Sanz, más con la estimable colaboración de jugadores canarios como Beneyto, Beltrán, Torres, Naranjo, Macario, Gallardo…
De igual forma se habían contratado los servicios de un técnico experimentado como Satur Grech teniendo a Luis Valle como asesor técnico.
Luis Molowny regresaría de nuevo vistiendo los colores de Real Madrid para volver a ser decisivo para su equipo en la temporada 1954-55. El Real Madrid llegaba con sus mejores fichajes militando en sus filas del Real Madrid Alfredo Di Stefano.
La U.D. Las Palmas realizaría un gran encuentro con un excelente marcaje de Ignacio a “la saeta rubia” que no pudo con el bravo defensa de la Isleta en ningún momento.
Se celebraba ya la victoria en el graderío faltando muy poco para la finalización del encuentro, cuando se produce un centro del Real Madrid que al intentar blocar Pepín el balón es empujado hasta el fondo de la portería por el defensa de la portería Marquitos, el balón queda botando suelto, oportunidad que aprovecha Molowny para establecer el empate. Tras pitar el gol y subir el marcador, el colegiado Sr. Rivero Lecuona da por finalizado el encuentro.
El escándalo sería monumental teniendo que ser escoltado el árbitro por los guardias de asalto a vestuarios.
Gol fantasma de Molowny. El día 9 de enero de 1955, el equipo amarillo fue privado de una clara victoria sobre el Real Madrid por el colegiado Andrés Rivero Lecuona. Cuando todos los aficionados canarios cantaban victoria en el entrañable recinto de Ciudad Jardín, el cuadro merengue consigue el tanto del empate por medio de Molowny en clarísima falta, al ser desplazado en su salida el guardameta Pepín por el central madrileño Marquitos.
Era la primera vez que habíamos podido vencer al Real Madrid en competición liguera y tendríamos que esperar casi dos décadas para hacerlo.
Luis Molowny vendría una vez más en un partido de Copa del Generalísimo donde recibiría un trofeo en el palco de autoridades. Sin embargo, sus apariciones en el Real Madrid eran cada vez más esporádicas. Se perfilaba aquel gran equipo liderado por Alfredo Di Stefano, que se habría de proclamar pentacampeón de Europa con una delantera que al día de hoy no ha sido superada: Kopa, Rial, Di Stefano, Puskas y Gento.
Enconados duelos entre Gilberto Beneyto y Alfredo Di Stefano
La expulsión de Alfredo Di Stefano
Victoria por 4 tantos a uno del Real Madrid ante la UD Las Palmas en un encuentro de Copa del Generalísimo, en el Estadio Insular. Al final del encuentro el jugador canario en las filas Del Real Madrid, Luis Molowny, es homenajeado por la afición. Con posterioridad se produciría el traspaso del jugador merengue a la U.D. Las Palmas.
Llegada de Luis Molowny a la U.D. Las Palmas
En la temporada 1957-58 la U.D. Las Palmas decide contratar los servicios del técnico Ignacio Urbieta, entrenador que venia precedido de un gran palmarés en la Real Sociedad, trayéndose con él a Ulacia al que conocía desde juveniles.
Luis Molowny mandó a construir una gasolinera en Ciudad Jardín frente a la Clínica Santa Catalina, inaugurándola cuando vino el Real Madrid con Villalonga. El denominado ´Mangas´ había recibido un popular homenaje por parte del club blanco y su intención era dejar el fútbol como jugador en activo y dedicarse a su negocio de la calle León y Castillo.
La U.D. Las Palmas había fichado a jugadores como Alfonso Silva o Rafael Mujica y aún no estando en sus mejores momentos habían cumplido, dejando destellos de su gran categoría futbolística.
Luis Molowny no estaba en un momento óptimo, arrastrando varias lesiones y con exceso de peso.
En un principio, según se recoge en los documentos del club, rechazaría la oferta, pero ante la insistencia de la directiva y considerando que el fútbol había sido todo para él, fichó por una temporada dado que sus negocios requerían toda su atención.
Luis Molowny jugaría sólo tres encuentros con la U.D. Las Palmas, debutando ante el Sevilla (22-12-57) marcando además un precioso gol, Valencia y R.C.D. Español.
Los deficientes resultados del entrenador Urbieta precipitan su cese del técnico vasco.
Los rectores de la entidad piensan en Luis Molowny para llevar las riendas del club de forma interina hasta la llegada de un nuevo entrenador la temporada siguiente.
Luis Molowny, de este modo se convertiría en el único entrenador jugador de la historia del club.
Brillantes encuentro ante el Atlético de Madrid y Real Valladolid
Después de un brillante encuentro ante el Athletic de Madrid, la situación se tornaba grave con los últimos resultados llegando a un último encuentro realmente dramático con el Real Valladolid, donde ambos conjuntos se jugaban la permanencia en Primera División ganando la U.D. Las Palmas por tres tantos a uno, en un encuentro excelente de los amarillos dirigidos por el maestro Alfonso Silva que marcaría dos tantos.
La U.D Las Palmas había jugado con anterioridad uno de sus más brillantes encuentros ante el Atletico de Madrid.
«La venganza de Alfonso Silva»
Maravilloso gol del canterano Felo
Con la cuña del mismo palo.
El partido se vivió bajo una pasión indescriptible con un Estadio Insular hasta la bandera y un público exultante que coreaba el nombre de Luis Molowny que era alzado a hombros por sus jugadores. Luis Molowny había cumplido su promesa.
ESTADIO INSULAR
4 de Mayo de 1958
U.D LAS PALMAS REAL VALLADOLID
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Su negocio de la gasolinera que comenzaba a tener una gran aceptación le esperaba con posterioridad.
Dos años mas tarde, la Federación Regional de Fútbol de Las Palmas presidida por Daniel Massanet Plomer, le designa como nuevo entrenador de La Selección Juvenil de Las Palmas tras la dimisión de Carmelo Campos, por ser incompatible con sus numerosos cargos como auxiliar del primer equipo, entrenador del equipo B (suplentes) denominado en aquella época ´La Vela Chica´, además de la coordinación de toda la cadena de filiales de la U.D. Las Palmas.
Transcurría la temporada 1959-60, cuando Luis Molowny aceptaría el cargo al no requerir plena dedicación. Su auxiliar Antonio Velázquez, se dedicaría a captar los mejores jugadores en edad juvenil y él solo tendría que entrenarlos en cortos periodos de tiempo, antes de comenzar el torneo que se resumía en enfrentarse a cuatro selecciones a efectos de conseguir el campeonato. Por otro lado, Luis Molowny tenia ya toda la información posible de los contrarios tras un arduo trabajo de Antonio Velázquez, que sin restarle méritos a Molowny, se constituiría en el auténtico alma mater de todos los chicos en edad juvenil.
En la misma temporada 1959-60 tras el cese del técnico francés Marcel Domingo, Luis Molowny es llamado por segunda vez al primer equipo de la U.D. Las Palmas, con la finalidad de salvar al equipo del descenso. Sin embargo, no tuvo apenas margen de tiempo, no logrando el anhelado objetivo.
Segundo año de Juanito Guedes en la Selección Juvenil con Luis Molowny como entrenador.
CONVERSACIONES CON LUIS MOLOWNY
Conocí personalmente a Luis Molowny en su negocio de la gasolinera y nuestro trato no pasaba de ser muy superficial. Era la típica relación entre cliente y propietario. Esta relación podía llegar en ocasiones un poco más allá, dado que conocía a mi padre que había tenido como paciente a su señora y a uno de sus hijos.
No obstante, era una persona de pocas palabras y dada la gran diferencia de edad y mi natural timidez me llegaba a intimidar.
Con el paso de los años y mi entrada en la U.D. Las Palmas todo tomaría un giro inesperado. Mis viajes a Madrid con el equipo y el permanecer en la capital de España durante dos meses realizando un trabajo en conjunto con el Diario Marca sobre la historia del club, me dieron la posibilidad de verlo a diario. El exjugador de la U.D. Las Palmas, Manolo Pantaleón y yo éramos muy buenos amigos, al igual que con toda su familia. Cada vez que iba a Madrid en solitario, venia a recogerme al aeropuerto ofreciéndome alojarme en su casa.
Dado que tenia un cargo relevante en la Asociación de ex jugadores del Real Madrid, pasaba todos los días a buscarme para ir a la Sede Social.
Alfredo Di Stefano, a quien yo conocía de tantas comidas con el club, era el presidente y no faltaba un día a la cita, a la que se incorporaba Luis Molowny durante sus estancias en Madrid. Todos los días Pantaleón me llevaba a la asociación y allí pude intimar con muchos jugadores que no solían ir a los almuerzos de las directivas.
Me sorprendió la forma de ser de Luis Molowny y su gran sencillez. No era una falsa modestia o política de gestos, sino su propia personalidad. Persona prudente y educada sabia en todo momento cuando callar o decir la frase correcta.
No le gustaba hablar de sus excelencias y hazañas prefiriendo alabar las virtudes de los demás.
De regreso a Gran Canaria, teniendo ya cierto nivel de amistad tanto con él como con su hijo Raúl, muy parecido a su padre, nos citaron varias veces en la sede social del Mario C.F. con motivo de algún aniversario del club. La sede, en su itinerante deambular, estaba en esos momentos en la calle Murga, con el viejo piano en la parte superior y los trofeos y banderines del club que nos transmitían a un pasado ancestral.
Allí, rodeado de antiguos jugadores marinistas ya desaparecidos, su presidente Sr. Hernández, Carmelo Campos y Luis Molowny, me notificaron el desahucio que tenia el club y la posibilidad de conservar todo su patrimonio en la sede social de la U.D. Las Palmas cita en la calle Pio XII, número 29 de nuestra ciudad. Se acordaría reunirnos de nuevo con la finalidad de encontrar una salida al antiguo club de ´fuera la portada´ que terminaría saliendo de su hábitat natural para trasladarse a una zona de reciente creación en la Feria del Atlántico, que no guardaba ninguna analogía con el Marino.
Tras mi conferencia en su momento en la sede de la calle Murga, con posterioridad tuvo lugar otra sobre Carmelo Campos en el Recinto Ferial a la que acudiría Luis Molowny. Fue allí donde hablamos por primera vez de su época dorada en el club amarillo con Juanito Guedes como centro neurálgico de la conversación.
Me dijo que no salía mucho y cuando lo hacia era para ir al R.C. Náutico de Gran Canaria donde tenia una tertulia a diario con sus amigos.
También solía frecuentar el gimnasio y una parte de la piscina donde hacia ejercicio físico. En realidad, compartíamos mesa y mantel en muchas ocasiones, pero casi siempre en compañía de numerosos amigos que me impedían hablar con él en privado. Entonces, decidimos vernos a media mañana al fondo de la terraza, lugar poco frecuentado. De todas mis reuniones he hilvanado algunos recuerdos sobre sus reflexiones y comentarios acerca de Juan Guedes y su época triunfal en el club.
En una ocasión, Luis Molowny me diría: ´Transcurría la temporada 1959-60 de nefasto recuerdo para mi, cuando me hablaron por primera vez de Juanito Guedes. Yo había aceptado el cargo de entrenador en la Selección Juvenil y Antonio Velázquez y Carmelo Campos me daban los informes pertinentes de los jugadores. En el caso de Carmelo Campos, al ser coordinador de filiales conocía perfectamente a los juveniles del último año y Antonio Velázquez era una especie de captador omnipresente. Recuerdo que se sabia los datos mas inverosímiles de cada jugador. Estando en el local de la Federación, me habló de un chico al que le quedaban dos años de Juvenil, que había visto jugar en Tamaraceite y era un verdadero fuera de serie.
Le dije que quería verlo, pero el tiempo se nos vino encima y nos daban solamente una semana para preparar a la Selección Juvenil antes de nuestra primera eliminatoria con la tinerfeña en el Heliodoro Rodríguez López.
Por regla general, los chicos de último año ya están más formados y tenian una mayor experiencia. En esas edades, la diferencia de edad suele notarse sustancialmente y tiene que tratarse de jugadores que realmente marquen una gran diferencia para desplazar a los de mayor edad.
Las sesiones de entrenamiento eran en la Ciudad Deportiva Martín Freire y en el Antonio Rojas.
Antonio Velázquez tenia mucha fe en Juanito Guedes y ambos nos dimos cuenta que tenia una zurda fantástica.
Probamos en un partidillo y lo alineamos de interior izquierdo cayendo en banda desde donde lanzaría un tiro impresionante que entraría por el mismo ángulo. Antoñito Velázquez no paraba de decirme: ¡Te lo dije Luis, es extraordinario!
Yo tenia en mente a Pepe Chano Vera Palmés, dado que lo había visto jugar en el Estadio.
Era un extremo con una habilidad y regate excepcional y no digamos su visión de juego y rapidez. Un chico que de no haber sido por una inoportuna lesión jugando en la playa de Las Alcaravaneras, lugar que todos los del barrio frecuentábamos, habría llegado con toda seguridad al primer equipo.
Le faltaba quizá un poco de fondo físico y pensamos que alineando a Juanito Guedes en la primera parte y en la segunda a Pepe Chano como revulsivo, podríamos sorprender al conjunto tinerfeño.
Ambos sabían la estrategia antes del encuentro. No es cierto que cambiara a Juanito Guedes por los silbidos del público ni por haber jugado un mal encuentro.
La misma mañana antes del encuentro salía de mi casa en Pi y Margall, cuando me encuentro a Pepe Chano Vera Palmés camino de la Iglesia del Pino. Le conté cual era nuestro plan y él puede dar veracidad de ello.
¿Qué sucedió? En la vida todo no sale como has planeado. Yo reconozco que nunca había visto jugar a Juanito Guedes, ni de medio volate ni en otra demarcación.
El chico no estaba acostumbrado a jugar en césped y salió algo nervioso. Los silbidos del público, muy exigente aquella jornada, le afectaron sobremanera perdiendo confianza. En el primer tiempo, todos los jugadores estaban rindiendo por debajo de su nivel y perdían muchos balones. La defensa tinerfeña era rápida y expeditiva y se adelantaba casi siempre a nuestras acciones.
En la segunda parte, tras los consejos de rigor, todo el partido fue nuestro y merecimos la victoria.
No suelo quejarme de los árbitros, pero lo que viví aquel día no lo había visto en toda mi trayectoria deportiva.
Pido disculpas por perder los papeles y entrar en el campo de aquella manera, algo inusual en mi, pero ante tal atropello no pude contenerme.
Un jugador del Tenerife había entrado en plancha a nuestro defensa Carlos y el colegiado, como es normal, pita falta a nuestro favor, colocando el balón fuera del área donde se suponía se iba a sacar a falta.
Ambos jugadores habían caído al césped tras la plancha quedando trabados. Carlos que había caído debajo trata de zafarse quitándose al otro jugador de encima.
Entonces, de forma sorprendente, el colegiado retira el balón de donde iba a sacar la falta uno de nuestros jugadores y lo coloca en el punto de penalti cambiando de opinión y pitándonos una pena máxima.
El altercado de orden público fue mayúsculo deteniéndose el juego mucho tiempo.
Estábamos a punto de derrotar al Tenerife y salimos eliminados. Aún en la actualidad no encuentro razones para creerlo, ya que no se trataba de un fallo arbitral sino de una decisión salomónica incomprensible.
Sé que fui muy criticado por alinear a Juanito Guedes en aquella posición en la primera parte, sin embargo, había sido alineado en esa demarcación por el equipo del Porteño y en posterioridad en la Selección Juvenil con el entrenador nacional Eusebio Martín y nadie había dicho nada.
Al año siguiente fue seleccionado de nuevo y le había cambiado hasta el carácter.
Lo alineé como medio volante y sus actuaciones fueron excelentes siendo nombrado como nuestro mejor jugador y llamado a la Selección Nacional Juvenil. Sin embargo, volvíamos a caer eliminados de nuevo por otro penalti injusto en Tenerife.
Juanito Guedes asombraría a propios y extraños en los dos encuentros y ya todos sabíamos que aquel chico seria una auténtica figura del fútbol como así sucedería con posterioridad.
El chico que vino el segundo año no tenia nada que ver con aquel joven reservado y tímido. No paraba de hablar y dar bromas.
Recuerdo cuando a los nuevos al llegar al aeropuerto los hizo pesar diciéndoles que era una medida reglamentaria.
Estuvimos a punto de que nos echaran del aeropuerto (risas) ¡Los chicos asombrados en aquellas grandes pesas! Cada vez que lo recuerdo o lo comento con alguien me tengo que reír.
Me confesó muchas veces, cuánto le hubiese gustado haber formado parte de aquel equipo que se había proclamado Campeón de España, de alguna u otra forma había jugado con todos y tenia a dos compañeros como Santiago, el guardameta y Lolín que habían jugado con él en el Porteño.
LUIS MOLOWNY Y JUANITO GUEDES SE ENCUENTRAN DE NUEVO
Habrían de pasar seis años para encontrarnos de nuevo.
Yo había seguido dirigiendo a la Selección Juvenil y él se había convertido en una de las figuras de la U.D. Las Palmas, habiéndose proclamado Campeón Mundial con la Selección Militar.
En la U.D. Las Palmas había tenido como entrenadores a Casimiro Benavente, Paco Campos, Rosendo Hernández, Vicente Dauder- con quien ascendería a Primera División- y Juanito Ochoa.
Como siempre, me tocaba lidiar con la más fea. Había logrado salir airoso en la temporada 1957-58, sustituyendo a Ignacio Urbieta, pero no había podido hacer nada tras la marcha de Marcel Domingo, cuando era también seleccionador juvenil.
El equipo estaba enterrado en la clasificación y yo apenas tenia tiempo en tan pocas jornadas de cambiar la situación.
Se descendía a Segunda División en la temporada 1959-60, tras seis años de auténtico esplendor en Primera División, que en la década de los cincuenta la formaban grandes equipos con jugadores de leyenda.
En esta ocasión, la situación del equipo también era bastante compleja.
Transcurría la temporada 1966/67 y faltaban sólo tres jornadas de Liga de donde debíamos obtener cinco puntos para la salvación.
Había tenido una larga conversación con Juanito Ochoa, a quien conocía desde hacia muchos años.
Juanito Guedes había jugado todos los encuentros de Copa y Liga y recuerdo que Ochoa me habló maravillas de él, considerándolo uno de los mejores jugadores que había entrenado en su larga trayectoria como profesional, destacando igualmente su dimensión humana. Tengo que reconocer que gran culpa de aquel milagro – ganamos a todo un Barcelona, empataríamos en Sarriá ante el Español y vencíamos en casa al Deportivo de La Coruña- se la debo a Juanito Guedes. Yo siempre suelo decir a mis amigos que era un jugador multiplicado por tres. Y es que Juan no era solo un futbolista, sino que les hablaba a los compañeros levantándoles el ánimo, cuidaba todos los detalles y a la hora de meter la pierna era el primero.
Hay jugadores que son peones y otros arquitectos y los dos son iguales de válidos dado que ninguno de los dos puede hacer el trabajo del otro.
Ernesto Aparicio, Tonono o José Luis podías ponerlos de defensa, pero no en la demarcación de Guedes o Germán, al igual que este último no lo podías ubicar en la defensa porque no tenia aptitudes para ello dado su juego creativo. Juanito Guedes, sin embargo, podía ser peón y el mejor arquitecto a la vez, y creo que por ello era un jugador tan completo. ¡Ya quisieran todos los entrenadores tener en sus filas a Juanito Guedes!
Recuerdo a Miguel Muñoz, compañero en el Real Madrid durante tantos años, cuando hablábamos tras aquellos disputados encuentros, me decía: «¡Luis, ¡ese jugador, Guedes, es medio equipo!
La gente exagera un poco cuando dice que yo los mandaba a jugar como querían. Sí, es verdad que nunca me ha gustado atiborrar al jugador con discursos interminables ya que al final los confundes.
Como diría Baltasar Gracian: «lo bueno, si breve, dos veces bueno».
Por otro lado, cada jugador tiene una personalidad diferente y si bien a alguno tienes que darle un coscorrón -es broma- a otros tienes que pasarles la mano y alabar sus virtudes para hacerle crecer su autoestima.
Juanito Guedes era de carácter fuerte, pero le afectaba mucho que en el Estadio Insular nos silbaran. Necesitaba del cariño de su afición.
Fue uno de los jugadores más queridos porque dejaba en la cancha hasta la última gota de sudor.
Recuerdo, que en una ocasión estaba picado con un jugador y yo estaba viendo venir la expulsión dado el colegiado que nos pitaba. Me levanté del banquillo y le hice una observación. En la trifulca y con los nervios del encuentro me hizo un gesto mandándome callar. Entramos al vestuario y yo no le dije nada esperando cual era su reacción.
Tan pronto llegó me dio un abrazo diciéndome: ´Perdóneme mister por mi gesto y mi mala educación, no volverá a ocurrir´.
Así era Juanito Guedes, un jugador con un enorme corazón».
Entrenamiento en el Estadio Insular con Luis Molowny
Tres imágenes de un entrenamiento de Luis Molowny en el recinto de Ciudad Jardín con Juanito Guedes.
Fue la primera vez que vi a Luis Molowny emocionarse.
Por un momento no sabia si seguir o dar por concluida la conversación.
Después de una larga pausa me dijo: ´Como persona destacaría su sinceridad y lealtad. También su bondad, ya que su sentido de amor al prójimo lo veías a cada momento en sus generosas acciones.
Con la llegada de Gilberto II nosotros no teníamos que temer a ningún equipo.
Aquel centro del campo con Juanito Guedes saliendo desde cualquier demarcación, Gilberto II limpiando toda la zona central y Germán con su juego creativo en una demarcación más atacante, era una delicia verlos jugar. Luego estaban los espadas del equipo, como José Juan, que se peleaba con su sombra no dando un balón por perdido y la profundidad que tenían Gilberto I y León entrando por banda o Martín II, cuando se incorporaba al ataque como falso extremo. Era aquel un equipo de ensueño muy difícil de contener para cualquier contrario.
Teníamos igualmente una retaguardia muy compensada con Ulacia y Oregui, como guardametas y Tonono y Castellano en defensa eran insuperables. La clase de Tonono y su inteligencia en el terreno de juego la he visto en pocos jugadores. En cuanto a Castellano, era un torrente de energía en los marcajes al hombre y su facilidad en el juego aéreo. Cada vez que subía a rematar, los entrenadores de turno gritaban a sus jugadores porque entraba a pecho descubierto con una fuerza increíble.
La demarcación que más cambié sería en los laterales, pero tanto Aparicio como Martín I y José Luis cumplieron perfectamente. Con la llegada de Martín II, que había venido actuando de interior, pensé que por su agresividad y rapidez se podía convertir en un buen defensa y falso extremo como así sucedería.
No disponíamos de un banquillo numeroso, pero afortunadamente aquellos jugadores no se lesionaban casi nunca.
Otro futbolista que quizá ha sido poco valorado era Niz, dado que realizaba grandes encuentros cubriendo mucho campo. Tenia un carácter un poco arisco y tenias que saberlo llevar y olvidarte de llamarle la atención. Era muy generoso en el esfuerzo y en el fondo una buena persona, muy solidario con sus compañeros.
Sobre las tragedias de Juanito Guedes y Tonono no deseo hablar. Los vi llegar desde juveniles dos años consecutivos. Siempre estaban juntos siendo tan diferentes.
Estoy seguro que donde quiera que estén nos estarán escuchando, ambos sabían hasta Latín´.
Con una sonrisa, despedimos a Luis Molowny prometiendo vernos en el R.C. Náutico con Alfonso Silva en días sucesivos.