TRAS LAS HUELLAS DE UN MITO
Queridos amigos, aficionados y simpatizantes de la U.D. Las Palmas.
Ha llegado por fin el ansiado momento de venerar y recordar la memoria de mi padre en este emotivo acto tras 50 años de su fallecimiento.
Lo primero que me viene a la mente es significar el profundo agradecimiento al Presidente de la entidad Miguel Ángel Ramírez por aceptar la petición familiar en estos difíciles momentos que vive la nación. De igual forma hacerlo extensivo al consejo de Administración de manera muy especial al Consejero e Historiador oficial del club Antonio de Armas por ser desde hace muchos años el gestor del proyecto y su mayor valedor.
Han pasado varias décadas pero él ha sabido cumplir el valor a la palabra dada y todo con su natural humildad y sencillez propias de una persona de bien que conoció a mi padre y toda la historia del club.
También mi perenne agradecimiento a todas aquellas personas que han contribuido de alguna u otra forma en hacer realidad este proyecto. Por razones obvias no podría olvidarme de mi familia, desde la figura de mi hermano y mi madre que han vivido junto a mi todo este proceso. A mis tías, primos, abuela y padrinos de mi padre que tanto significaron en su vida desde su mas tierna infancia.
Debo confesar que ha sido muy doloroso revivir y rememorar vivencias tan emotivas hasta el punto de no poder evitar o contener las lágrimas a pesar del tiempo transcurrido.
En rigor, tengo el pleno convencimiento que sabrán comprender la nostalgia que nos evoca la figura de mi padre que en todo momento no ha dejado de estar presente en nuestras vidas.
Quienes me conocen realmente saben que al hablar de mi padre mi piel y sentimientos van de la mano.
Sabemos y somos conscientes que poco podremos aportar a su gran leyenda pero tanto para mi hermano como para mi este reconocimiento constituye un orgullo y satisfacción que no se puede explicar con palabras.
Fuimos dos niños huérfanos a muy temprana edad, con una madre absolutamente desolada en plena juventud. Sin embargo, a pesar del dolor por todos los acontecimientos que marcarían nuestras vidas, tenemos un enorme sentimiento de gratitud hacia todas aquellas personas que en los momentos más difíciles supieron tendernos su mano, mitigándonos en lo posible su ausencia haciéndonos creer en una nueva esperanza.
No nos gustaría olvidarnos de la figura de Jesús García Panasco que velaría por nuestros intereses y nuestra educación siendo un verdadero soporte espiritual para mi madre.
Ya lo he expresado en múltiples ocasiones. Mi padre fue un niño educado en los más severos principios. Gran culpa de esta esmerada educación y códigos de comportamiento la tuvieron sus padrinos por los que él siempre sintió verdadero respeto y devoción.
Era un crio que desde el amanecer pasaba los mejores momentos practicando el deporte del fútbol.
De hecho, de todos es sabido que en los padres Paúles del Lomo Apolinario jugaba dos encuentros. Uno al entrar a clase y otro a la salida del colegio.
Mi padre aprovechaba cualquier momento del día para contactar con su amigo más cercano: el balón. En realidad hábitat natural como eran los solares o estanques de barro cercanos a su casa del Alto de los Leones.
Todo aquel rudo aprendizaje lo llevaría a convertirse con el transcurso de los años en lo que todos los aficionados conocen respecto a su figura.
En lo personal, fue un ser humano extraordinario. Amigo de sus amigos, se preocupaba en todo momento, por sus compañeros considerándolo un auténtico hermano como repetidamente me lo hacen saber. De igual forma fue un esposo y padre excepcional que supo velar por nosotros hasta su último suspiro de vida.
Con nuestras acciones vamos configurando nuestra propia biografía. De ahí que llegado el medio siglo de su fallecimiento aún se siga incrementando su leyenda.
Ya es hora de despedirme y lo quiero hacer de la forma más grata y sencilla como siempre me inculcaron esas personas tan determinantes en mi vida.
ACLARACIÓN
A lo largo de la obra, tendrán la oportunidad de ver hermosas instantáneas gráficas, muchas de ellas inéditas sobre la vida de mi padre que van desde su niñez hasta su fallecimiento.
Somos conscientes que algunas imágenes pueden llegar a herir la sensibilidad del lector.
Nuestro buen amigo Antonio de Armas se resistía, en un principio, a presentarlas a la masa social dado el gran afecto que le profesa a mi padre y a nuestra familia. De igual forma, a los diseñadores gráficos. Sin embargo, tras reflexionarlo detenidamente con mi familia hemos pensado que mi padre era un ser humano auténtico, y la franqueza y la transparencia debían prevalecer sobre todo criterio.
Pensaba que la muerte formaba parte de nuestra vida y hemos de afrontarla con naturalidad, como él supo llevarla hasta el fin de sus días. Se narran los hechos sin ocultismos y sin maquillaje, como a él le hubiese gustado.
Toda la sociedad canaria que de forma tan multitudinaria acudió a la Sede de Pío XII a darle su último adiós, conocerán con mayor veracidad los hechos.
Muchas gracias en nombre de la familia y el mío propio.
Juan Guedes Ojeda (hijo)