Del Alto de Los Leones al Estadio Insular

 

 

CAPÍTULO XII

 

 

 

 

 

 

Sus ojos de niño quedaron atónitos cuando de la mano de su padrino José acudió por primera vez al Estadio Insular, templo sagrado de nuestro fútbol de ayer. Tenía solo nueve años, pero como consecuencia de su elevada estatura, los porteros, ubicados en los tornos a las órdenes del encargado Federico Romero Montenegro, a quien todos conocían con el sobrenombre de Federico ‘el estupendo’, le pondrían muchos impedimentos para entrar a la cancha creyendo que el niño tenía más edad.

Aquel día tan especial para la vida de Juanito Guedes -como para la mayoría de niños canarios de la época- los empleados le dejaron entrar con ciertos reparos a través de aquellos tornos de color verde que habían sido enviados por el presidente Eufeniano Fuentes desde Southampton (Inglaterra). El niño tenía el hándicap de ser muy esbelto para su edad.

A partir de esa fecha, su padrino José tendría que abonar el importe de su entrada o verse obligado a enviarlo con su hermana Carmen a ‘Las Arenas’ del Paseo de Chill.

En su primer encuentro ante el Athletic de Bilbao, el niño quedaría prendado del ambiente futbolístico y de la devoción de los aficionados hacia su equipo representativo.

Primer esbozo del escudo de la U.D. Las Palmas diseñado por Simón Doreste y Doreste.
A la derecha Escudo del Athletic de Bilbao, dibujado por Alfonso Quiney.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Formación del club Atlhétic de Bilbao en su primera presentación en el Estadio Insular. De izquierda a derecha, de pie: Carmelo, Gárate, Estenaga, Venancio, Zarra y Garay. De rodillas: Iriondo, Areta, Panizo, Arteche y Nando.

 

Saludo y cambio de banderines entre los capitanes de ambos equipos Yayo y Panizo en presencia del árbitro del encuentro Díaz Argote.

 

 

Nada hacía presagiar que con el paso de los años, Juanito Guedes reaparecería después de su intervención quirúrgica  en Barcelona, precisamente en el Estadio Insular ante los Leones de San Mamés. ¡Paradojas del destino!

Era la primera vez que el Athletic de Bilbao jugaba en el Estadio Insular ante la U.D. Las Palmas (1951-52), empatando a un gol. Atrás quedaba en el tiempo la primera llegada al Campo España del conjunto norteño en la década de los años treinta del siglo pasado, liderados por el famoso Gorostiza ‘El Bala Roja’.

Conjunto del Athletic de Bilbao, liderado por Gorostiza «El Bala Roja» que llegaba por primera vez a Gran Canaria para jugar en el campo de Deportes España varias confrontaciones con los equipos locales.

 

 

Antes del comienzo del encuentro los populares Gorostiza ‘El Bala Roja’ jugador del Athletic de Bilbao y Victorio Cruz ‘El Bala Azul’ auténtico líder del Marino, posando para las cámaras de la época

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gorostiza ‘El Bala Roja’, auténtica figura legendaria que perteneció a la primera época clásica del Athletic de Bilbao.

 

 

Aquella salida al terreno de juego con el capitán Eladio Bueno Ramos (Yayo), encabezando las huestes amarillas quedaría inmortalizada en su memoria eternamente.

 

Eladio Bueno Ramos (Yayo)

 

 

Su padrino José, recodaba que en aquel encuentro se sentarían en la grada curva baja, que justamente ese mismo año había sido remozada y ampliada.

 

Grada curva.

Los niños a estas edades no suelen fijarse en cuestiones tácticas o estratégicas. Para ellos es como adentrarse en un mundo onírico donde los jugadores y el entorno se magnifican hasta un extremo sublime o irreal. Al estar muy cerca del área pequeña quedó maravillado con la clase y corpulencia del defensa central Juanono, que era por aquel entonces el ídolo de la afición y marcaba ese día al célebre goleador bilbaíno Telmo Zarra.

 

¡POR LO QUE MÁS QUIERAS JUANONO! El delantero internacional Zarra malogra una buena ocasión de marcar. A tenor de la inconmensurable actuación de Juanono y por la expresión del rostro del jugador bilbaíno, en la instantánea de Hernández Gil, parece decir: ¡por lo que mas quieras Juanono, de rodillas te lo pido, déjame tranquilo!

A este legendario jugador canario le apodaban con el sobrenombre de “pata cucharón”, dada la morfología de sus piernas arqueadas golpeando el esférico de una forma muy singular. Juanono era un jugador con mucha presencia en la cancha y excelente en el juego aéreo. Los grandes equipos de la liga española pretendían su fichaje, especialmente el Valencia.

En referencia a Juanono, nada hacía suponer que quince años más tarde, tras una azarosa vida una vez retirado del fútbol activo, el jugador entraría en una espiral de infortunios y dificultades económicas, viéndose en la necesidad de ser empleado por don Jesús García Panasco, en funciones de mantenimiento del Estadio Insular, contratación no muy del agrado de sus ex compañeros de equipo quienes consideraban menos humillante y factible otra clase de empleo y remuneración en la entidad.

Juanito Guedes, ya figura en el fútbol español, sentía hacia él verdadera admiración.

 

 

 

 

 

 

Juan Rodríguez Herrera (Juanono)

 

 

 

 

 

 

 

El propio Juanono confesaría al que suscribe estas líneas que cada vez que lo veía que veía a Juanito Guedes en el Estadio Insular, éste le preguntaba por su situación familiar ayudándole en muchas dificultades y contratiempos.

Cuando Juanono rehizo su vida y contrajo matrimonio ya en edad avanzada, Juanito Guedes le instalaría toda la cocina de su casa como regalo de bodas y Tonono se haría cargo del cuarto de baño, gesto que el veterano ex jugador agradecería profundamente.

 

Cromos Athletic de Bilbao.

El coleccionar cromos de fútbol le apasionaba. No es necesario significar su predilección natural hacia los jugadores de la U.D. Las Palmas. Sin embargo, su gran ídolo futbolístico fue siempre Alfredo Di Stéfano desde aquel inolvidable día en que su padrino José le llevaría un miércoles – jornada laboral – a presenciar el choque entre la U.D. Las Palmas y el famoso Millonarios de Bogotá, conocido como el ‘Ballet Azul’ por la majestuosidad de su juego. De igual forma, aquel fabuloso Real Madrid liderado por la ‘Saeta Rubia’ en sus enconados duelos con el recio defensa amarillo Beneyto, que contemplaría con su hermana Carmen desde un lugar llamado La Loma al que los aficionados bautizarían como Las Arenas del Paseo de Chill.

 

Hotel Cairasco de nuestra capital donde se hospedaría la expedición ‘del millonarios de Bogotá’.

 

Comunicado de la Real Federación Española de Fútbol autorizando a la U.D. Las Palmas a jugar con el club Millonario de Bogotá.

 

La imagen de aquellos gladiadores de antaño que el niño contemplaba con fascinación y deleite en el Estadio Insular, gravitaban en todo momento en sus pensamientos.

Desde aquellos lejanos tiempos, el niño no se perdería un solo encuentro de la UD. Las Palmas en compañía de su hermana Carmen. Muy pronto pudo percatarse que la U.D. Las Palmas ocupaba un lugar prominente en todos los hogares isleños.

 

VISITA DEL MILLONARIOS. Formación del legendario equipo colombiano ‘Millonarios de Bogotá’, popularmente conocido como el ‘Ballet Azul’, dada la majestuosidad y virtuosismo de su juego. Imbatidos en su gira europea, morderían el polvo de la derrota en nuestro estadio por el resultado de tres tantos a dos, recordándose esta épica confrontación como una de las tardes más imborrables del fútbol canario. Forman para la cámara da álamo: Reyes, Pedernera (jugador-entrenador), Báez, Alfredo Di Stefano y Mauricio. De rodillas: Danilo, Ramírez, Rossi, Cozzi, Soria y Zuloaga.

 

Intercambio de banderines antes del comienzo del encuentro entre los capitanes de ambos equipo Gallardo y Danilo en compañía del árbitro tinerfeño  Padrón y los jueces de línea Acle y Juan García.

 

Alfredo Di Stefano (delantero centro) – Pipo Rossi (medio centro) – Pedernera (interior izquierdo).

 

 

 

 

Una buena intervención de nuestro guardameta Pepín ante el acoso del medio centro del Millonarios, Rossi. Al fondo las casas de la loma en las arenas del Paseo de Chil.

 

A los veintisiete minutos del primer tiempo el medio volante amarillo Torres cede a Oramas entre Rossi y Báez, internándose en el área y empalmando un tiro impresionante que entró a media altura junto al poste derecho de la meta defendida por Cozzi.

 

El portero Pepín se convertiría en el héroe de la jornada con sus intervenciones. En la instantánea despejando de puños un balón que intentaba interceptar la ‘saeta rubia’,  Alfredo Di Stefano.

 

 

EXALTACIÓN DE JÚBILO EN EL ESTADIO INSULAR 

 

El club colombiano Millonarios de Bogotá caía derrotado por primera y única vez en su gira europea. En la foto, Padrón, tras sortear a dos adversarios en la posición teórica de medio izquierda llega a la línea de gol, tropezando con Rossi que le derriba, quedando el balón botando, circunstancia que aprovecha nuestro hábil delantero para enviar el balón a la red mientras el guardameta colombiano iniciaba la salida.

 

 

Padrón, autor del mítico gol de la victoria ante el Millonarios de Bogotá

 

MARTINITO EL DE LA LOMA

Y JUANITO GUEDES SE ENCUENTRAN AL PASO DE LOS AÑOS

Martín Mujica Álamo, es natural de un lugar llamado ‘La Loma’ en las Arenas del Paseo de Chill. Su familia vivía en una de las cuatro casas que habían sido construidas en aquel lugar desde donde se podían contemplar los encuentros de fútbol.

 

 

 

En una de mis conversaciones con Martinito –verdadero melómano y apasionado del Bel Canto- le pregunté por el desarrollo y evolución del lugar. Nos conocíamos desde hacía años y por aquel entonces no pensaba escribir un libro de Juanito Guedes, dado que su fallecimiento había tenido lugar en un pasado reciente.

Martinito contemplaba con añoranza el lugar y las casas que aún perviven.

Aunque con los signos de progreso, ya solo quedan vestigios remotos de aquellas dunas de arena que albergaron a tantas generaciones de canarios durante los encuentros de nuestro equipo en el Estadio Insular. Tras un largo silencio contemplando ‘La Loma’ me dice con gesto entristecido: “Nos hacemos mayores. Yo nací en el año 1934 en plena guerra Civil y como puedes suponer la vida ha cambiado mucho desde entonces, sobre todo nuestros años jóvenes que ya no volveremos a recuperar».

Yo era de las pocas familias que vivían en las Arenas, y como es natural conocía a todos los que frecuentaban aquel idílico y paradisíaco lugar. Tanto a los residentes de las Alcaravaneras como a casi todos los que venían desde los más recónditos lugares a presenciar los partidos de nuestro equipo.

La vida no era precisamente hermosa en aquellos años, especialmente cuando pertenecías a una familia tan humilde como la mía.

Es verdad que el vivir en aquel apartado paraje rodeado de arena, tuneras y flora silvestre tenía un aroma especial y te ofrecía unas sensaciones de libertad y de ensueño que nunca podré olvidar, especialmente en la adolescencia y primera juventud, con los amigos del barrio de Las Alcaravaneras, que subían hasta ‘La Loma’, perdiéndonos en un mundo de ensueño y misterio con aquellas noches de luna llena y estrellada.

 

Botes de pesca en la playa de las Alcaravaneras.

 

Las vivencias y anécdotas en aquel desértico lugar serían interminables. Sin embargo, yo tenía que levantarme con los claros del día y encaminar mis pasos hacia la playa de las Alcaravaneras a recoger el pescado de los botes de mi padre y venderlo en la misma playa o en los bares o familias que vivían por aquellas calles.

Mi padre tenía dos botes, a uno de ellos le puso ‘Martinito el de La Loma’, en mi honor. Siempre tuvo la esperanza de que llegaría a ser un gran futbolista defendiendo los colores de la U.D. Las Palmas, pero no pudo ser.

De regreso, mi madre me estaba esperando en la puerta de mi casa en La Loma de Las Arenas. A ella le costaba mucho bajar la cuesta cargando la compra y me mandaba a mí con la cartilla de racionamiento. Como comprenderás era una época de grandes necesidades y nos veíamos obligados a comprar lo imprescindible: cerillas, velas, pan, papas, azúcar, café, gofio, etc.

¡Mi agradecimiento a Evita de Perón y a los argentinos que nos ayudarían a no pasar hambre en situaciones muy críticas!

Tenía que bajar por un sendero de arena, tierra y muchas tuneras con enredaderas.

El Estadio Insular aún no había sido construido y eran dunas de arena que llegaban hasta la fábrica de Los Medina, donde había un muro de contención. Por la parte donde luego se construiría la grada naciente. La arena llegaba hasta la iglesia del Pino donde estaba el ‘Campo de Fuentes’.

Por la Grada Sur la arena se extendía hasta Guanarteme. Muchas personas de este barrio cruzaban Las Arenas con la finalidad de cortar camino.

Los niños bajábamos desde La Loma deslizándonos por las dunas de la grada curva que terminaba en una llanura de arena hasta el convento de las monjas y el campo de Las Brujas. A la mitad de la Grada Curva había un pozo con agua.

El líquido elemento nos daba la posibilidad de regar la arena del terreno de juego y aplanarla. Las dimensiones y porterías las marcábamos con piedras. En aquel campo llegaron a jugar muchas figuras como Alfonso y Tomas Silva, Rafael Mújica, Juanono, Pepe Villar, Felom, etc.

El Estadio se construiría en aquel mismo solar de arena y todos los niños íbamos a presenciar los trabajos que comenzaron en 1943 cuando yo apenas tenía nueve años. Se inauguraría un día de navidad, 25 de diciembre de 1944, y aquel día fue una fiesta en todo el barrio.

En el colegio La Salle, el padre León había configurado un equipo de fútbol donde coincidí con Carlos Quiney, Chicho Carrasco, Felo, Alfonso, Gerardo, Ismael, Ricardo Costa…

 

Estadio Insular. Domingo 2 de noviembre de 1952. Por primera vez y antes del encuentro con el Hércules juegan en el Estadio. En la imagen las dos selecciones de juveniles del Puerto y Las Palmas que habrian de constituir nuestro equipo juvenil. Selección del Puerto. De izquierda a derecha: Carlos Quiney (La Salle), Chicho (La Salle), Esteban (Español), Ricardo (Español), Betancor (Español) y Pantaleón IV (Español). De rodillas: Bautista (Español), Gerardo (La Salle) Martinito (La Salle) Pepe (Español) Alfonso (La Salle) y Reyes (Español). En total 5 jugadores de La Salle y 7 jugadores del Español.

 

Teníamos un gran equipo y formábamos parte de un campeonato de adheridos que tenía lugar en el ‘Campo de Fuentes’.

En este terreno jugaba igualmente el Porteño de Bonifacio Vega Nuez que tenía un magnífico equipo, aunque en esos años de principios de los cincuenta, Juanito Guedes era un niño de diez años.

Con posterioridad, llegaría Juan Obiol Pons, como secretario general de la U.D. Las Palmas (1952), quien con Carmelo Campos comenzarían a captar jugadores en edad juvenil de todos los barrios de la ciudad.

Se formarían dos selecciones, una del Puerto de la Luz y otra de Las Palmas, con la finalidad de realizar luego, una criba y configurar la primera Sección Juvenil de la U.D. Las Palmas.

Yo fui uno de los elegidos y había comenzado jugando como titular siendo además, el goleador del equipo.

Pero incomprensiblemente Carmelo Campos prefería a Octavio Barrera y Ávila. Yo seguía marcando goles en los entrenamientos y partidos amistosos y no comprendía mi situación.

En un entrenamiento, de los pocos que dejaban jugar en el campo de césped, se abrieron las puertas a los espectadores y yo me llené de amor propio realizando un magnífico encuentro, que sería alabado por toda la crítica. Había sido alineado con el equipo suplente y quería demostrar que tenía un puesto en el equipo titular.

 

 

Martín Mújica Álamo, conocido en el mundo futbolístico y en el barrio de las Alcaravaneras como Martinito el de «La Loma».

EL EXTRAORDINARIO GOL A BENTANCORT

 

En una jugada por banda en la portería de la grada Curva, recibí un centro a media altura y me tiré en plancha marcando un gol de cabeza por toda la escuadra sin que el guardameta titular Antonio Betancort pudiera apenas ver la trayectoria del balón debido a la gran potencia con que entró el esférico.

El público se puso en pie, comenzó a aplaudirme y corear mi nombre. Yo, que había venido padeciendo el ostracismo de la suplencia, corrí con las manos en alto a celebrar el gol con mi familia y amigos que estaban sentados en la grada Sur. De igual forma, desde el centro del campo, agradecí a los espectadores sus aplausos que seguían proclamando mi nombre a viva voz.

Había marcado un gol espectacular siendo felicitado por el propio Betancort y mi primo Felo, que jugaban en el equipo titular.

Aquel gol tuvo una repercusión dado que ganaríamos el encuentro. Fue una especie de desahogo para mi, debido a la impotencia que sentía.

Cuando se reanudó el juego, pude darme perfecta cuanta por su mirada que a Carmelo Campos no le había agradado nada aquella celebración mía, ni las reivindicaciones del público a pesar del fantástico gol, que el propio Betancort me recordaría toda su vida.

Dicho con toda modestia, todos los espectadores y hasta los propios compañeros y prensa, me propusieron como el mejor jugador del encuentro y no pararon de alabar y ponderar mi gol durante mucho tiempo. Pero, lo cierto, es que a partir de ese día me relegaron a la suplencia y mis ilusiones de llegar a la U.D. Las Palmas y triunfar en el fútbol se desvanecieron.

 

Carmelo Campos. Director de la cadena de filiales y entrenador auxiliar de la U.D. Las Palmas.
El guardameta Antonio Betancort.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AQUELLOS ENCUENTROS DE LA U.D. LAS PALMAS DESDE SU CASA DE LA LOMA

Y SUS PRIMERAS CONVERSACIONES CON EL NIÑO JUANITO GUEDES

 

Panorámica de las Arenas del Paseo de Chil y de las casas de La Loma, donde de niños Juanito Guedes y su hermana Carmen presenciaban los encuentros de la U.D. Las Palmas. En la imagen en una confrontación ante la Real Sociedad, el guardameta Izaguirre despeja de puños un balón ante el acoso de la delantera amarilla.

 

Los aficionados acudían en masa a las Arenas. En aquellos años de necesidades y penurias no todos podían permitirse el pagar una entrada de fútbol varias veces al mes, especialmente si venían varios miembros de la familia.

Yo, a pesar de poder entrar gratuitamente al Estadio, prefería verlos desde mi casa de Las Arenas con mi familia y amigos. Al vivir en aquel lugar, estaba acostumbrado a presenciar muchos encuentros y entrenamientos desde la azotea de mi casa, dado que al estar mas elevada podía ver el área pequeña en su totalidad. Por regla general, los que vivíamos en las casas de ‘La Loma’, conocíamos a todas las personas que transitaban por aquel lugar, tanto en los días laborales para acortar camino desde Guanarteme o el barrio de Santa Catalina, como la gran masa de aficionados de la U.D. Las Palmas, que allí se daban cita para presenciar los partidos. También conocíamos a los moros que buscaban los lugares más apartados de las dunas para hacer sus casetas debajo de la arena.

Se sentaban siempre en el mismo lugar y solían venir con suficiente tiempo de antelación. Entre aquellos fervientes aficionados había un niño muy moreno que venía acompañado de su hermana y un grupo de amigos de las Rehoyas Altas.

En aquellos años de la década de los cincuenta no podía presagiar que aquel niño moreno y siempre sonriente, con el paso de los años se convertiría en una de los mejores jugadores de fútbol nacional: Juan Guedes Rodríguez.

En Las Arenas había una excelente panorámica del terreno de juego y podías presenciar el encuentro plácidamente, pero cuando llovía y no te podías guarecer o venía aquel viento huracanado con los sirocos, teníamos que estar sacando arena de todas las partes, dado que las casas quedaban prácticamente sepultadas cubiertas de arena.

El viento venía del norte y era implacable viéndonos obligados a trabajar toda la semana para volver a la normalidad.

Un día, que jugaba el Español y que la gente de mi época conoce como ‘el partido de los paraguas’, el aguacero fue de grandes proporciones. La gente corría a buscar refugio. Recuerdo que me encontré con el niño y su hermana y les dije que entraran al portal de mi casa. Eran apenas unos críos y me llamaba la atención que, a tan corta edad, a pesar de venir con un grupo, se atrevieran a venir a aquel lugar donde se habían producido graves incidentes. Me impresionó la formación y educación de los niños. Al vivir en ‘La Loma’ yo estaba acostumbrado a ver infinidad de aficionados en la misma situación, pero aquellos críos con las ropas completamente empapadas de agua y arena captaron mi atención y una corriente de simpatía creció entre nosotros. Desde aquel día nos saludábamos y yo les ofrecía mi casa para cualquier contingencia que pudieran tener, como solía hacer con muchos fervientes seguidores de nuestro equipo. Me decían que venían desde Los Tarahales, que por aquel entonces eran simples terrenos rústicos muy alejados de la ciudad. Yo les solía decir: “hoy vamos a ganar porque ustedes han venido desde muy lejos y todavía les queda ir andando todo el camino de regreso’.

Ambos sentían una auténtica devoción hacia nuestro equipo. Cuando ganábamos su alegría era indescriptible, corriendo con sus compañeros por toda Las Arenas. Los días que el equipo perdía la desolación era mayúscula y se reflejaba en sus rostros. Me admiraba esa forma de sentir a tan corta edad.

Un día vendría un viento atroz y cubrió media puerta de mi casa de arena. Recuerdo que el niño, con algunos amigos, me ayudaron a sacar la arena, dado que no podía abrir la puerta de mi casa. Nunca olvidaré aquel gesto de Juanito Guedes con sólo diez años de edad, ni el de sus compañeros.

El tiempo seguiría su inevitable curso y al contraer matrimonio dejé la casa de mis padres en la Loma y ya mis obligaciones con mi propia familia y mi trabajo me impedían subir a ‘Las Arenas’ perdiendo la pista de aquel niño y de su hermana, y de tantos seguidores de nuestro equipo que se reunían en aquel lugar.

 

Yo me trasladé a vivir frente al Estadio Insular y un buen día, mi amigo Angelito Montesdeoca, que había jugado igualmente en el juvenil Las Palmas, pero en una época posterior a la mía, me dijo en plena calle, que al día siguiente jugaba en el Estadio Insular ante el Porteño.

Él pertenecía por aquel entonces al Nuevo Club y era tan gran jugador, que no me explico cómo no llegó a ingresar en La U.D. Las Palmas. Sin embargo, contrataban a infinidad de jugadores foráneos que estaban a años luz de su clase y cualidades.

A efectos de poder hablar con él antes del comienzo del encuentro nos citamos en las puertas del Estadio Insular con suficiente tiempo de antelación.

El jugador del Nuevo Club, Angelito Montesdeoca, posando para la foto con su compañero de equipo Raul.

 

Cuando había terminado de hablar con Angelito Montesdeoca y me disponía a entrar al recinto deportivo, un joven alto y moreno se dirigió a mi saludándome efusivamente. Habían pasado algunos años y yo no lo reconocí.

El cambio que había experimentado y la altura que tenía era espectacular. Cuando me hizo saber que era el niño de Las Arenas que acudía con su hermana a presenciar los encuentros de la U.D. Las Palmas, pude comprobar que su sonrisa era la misma. Me dijo que se alegraba mucho de verme, preguntándome por mi familia. Luego me hizo saber que jugaba en el Porteño y se encontraba allí para entrar al recinto y enfrentarse ante el Nuevo Club de mi amigo Angelito Montesdeoca. Era un muchacho con una gran personalidad y don de gente, que llamaba la atención tanto dentro como fuera del campo.

No recuerdo el resultado del partido, pero si algo que no he podido olvidar, fue su omnipresencia en el campo. Un jugador que cubría mucho campo y lo veías en todas las demarcaciones. Luego, aquellos pases en diagonal que atravesaban todo el terreno de juego, me impresionarían sobremanera.

Desde aquel primer día que le vi jugar, le vaticiné un gran porvenir en el fútbol, y no me equivoqué. Juanito Guedes ha sido el mejor jugador canario que he visto después de Alfonso Silva y Rafael Mujica.

Cuando llegó a la U.D. Las Palmas, al yo vivir frente al Estadio Insular, nos veíamos con frecuencia y hablábamos cordialmente. Juanito Guedes era una persona muy agradable; siempre con la misma sonrisa y aquella sencillez y humildad.

Pepe Montesdeoca, que había sido guardameta del Porteño, le acompañaba en muchas ocasiones con Santiago Espino.

Al conocer que yo cantaba opera, me decían que les cantara un pequeño fragmento de la Traviata de Verdi en plena calle, ya te puedes imaginar las risas y bromas que tenían conmigo.

De Juanito Guedes solo puedo decir que fue un jugador extraordinario y que sentía como nadie los colores del club y una persona que dejó en mí una profunda huella desde su mas tierna infancia, en mi casa de ‘La Loma’, del Paseo de Chill».

 

 

 

 

En la imagen, equipo del Nuevo Club, que se enfrentaría al Porteño en el Estadio Insular. De izquierda a derecha, de pie: Toto, Sanabria, Ruperto, Juan, Fachi, Pepe. De rodillas: Pedro, Angel Montesdeoca, Raúl Rojas, Carlos, Juan Manuel.

 

 


Carmen Guedes Rodríguez.

Salían del Alto de Los Leones y caminaban carretera abajo cogiendo el atajo de la central lechera por senderos de tierra. En aquellos años todo el camino estaba prácticamente despoblado y tanto Schamann como Escaleritas eran montañas, barrancos y dunas de arenas sin fabricar.

Cuando llegaban al Paseo de Chill trataban de instalarse en el mejor lugar de Las Arenas.

La panorámica de aquel estadio era excelente desde todos los ángulos y distancias, pero Las Arenas tenían la dificultad del área pequeña al ser levantada la gran muralla de la grada curva y el Paseo de Chill.

Lo peor de los domingos de fútbol en el Estadio Insular era el regreso a casa, especialmente en el lluvioso invierno, caminando a través del agua de las zanjas y barranqueras, cubiertas de barro y arena. Pero, a pesar de todos los impedimentos para Carmen y Juanito era una diversión al estar acompañados de muchos amigos, que se habían incorporado a la misma ruta entonando los famosos cánticos futbolísticos de la época, ya prácticamente desaparecidos: Riqui-raca, triqui, triqui, tri, a la bin, a la ba, a la bin bon ba…

En aquellos años, los encuentros comenzaban a las cuatro de la tarde. Este horario le daba a Juanito la posibilidad, de una vez en casa, reunirse con sus amigos para realizar un simulacro del encuentro que había presenciado.

Sus padrinos y hermana Carmen observaban con atención desde la puerta de su casa, el ardor y pasión que ponía el niño en cada movimiento. Juanito Guedes no paraba de gritar y dar consignas a sus amigos.

Se tomaba cada jugada como si le fuera la vida en ello.

Era evidente y notorio que comenzaba a fraguarse su personalidad de ganador y espíritu de lucha.

 

 


Cuando la U.D. Las Palmas ascendería por segunda vez a la División de Honor en el Heliodoro Rodríguez López, en la temporada 1953-54, los encuentros comenzaban a ser radiados por emisoras locales. Las más escuchadas en la isla de Gran Canaria, eran las de Radio Las Palmas y Radio Atlántico en las voces de José María Ayaso, Pascual Calabuig y Antonio Lemus. Cuando nuestro equipo jugaba en la geografía peninsular Juanito Guedes no se perdía una retransmisión, y según escuchaba la radio simulaba ser uno de los protagonistas del encuentro.

 

 

 

 

Radio de la época.
Antonio Lemus, Jose María Ayaso, Pascual Calabuig

 

HIMNO OFICIAL DE LA UD LAS PALMAS

 

 

PRIMER HIMNO DE LA UD LAS PALMAS

El primer himno escrito para nuestro club fue distribuido en octavillas en el Estadio Las Palmas antes de comenzar el encuentro valedero para la liguilla de ascenso a Primera División entre nuestra UD Las Palmas y el CD Málaga. Para su difusión se instalaron una docena de altavoces en todo el recinto deportivo. El enorme despliegue de charangas, bandas de música y la gran diversidad de actos en los prolegómenos del encuentro contribuyeron a que el aficionado dispersara su interés y no le prestara atención exclusiva.

 

 

ARRIBA D’ELLOS

HIMNO DEPORTIVO

 

Deportivo de Las Palmas

La afición te aclama entera,

Alta has puesto tu bandera

En el sitio de honor.

Al sentir arriba de ellos.

No hay quien te lleve ventaja,

La afición te lanza al viento

El glorioso Riqui-Raca.

Deportivo de Las Palmas

Llevas el arte en los pies

Dominando los balones

Lanzándolos a la red.

 

Estribillo

Deportivo de Las Palmas

Eres el once mejor

No hay otro equipo en el mundo

Como tú tan vencedor

Defendiendo tus colores

Luchas cual fiero león.

Eres más fuerte que el Nublo

Donde pondrás tu blasón

Deportivo de Las Palmas

Contigo está la afición

Que lanza su Riqui-Raca

Al gran equipo español.

       Grito Deportivo

Riqui-Raca, sin bon baca sin bon ba,

hurra, hurra, hurra

¡Las Palmas! ¡Las Palmas!

¡¡¡Ah…!!!

 

 

Letra y música de José Truchado.

 

 

Este primer himno de nuestro equipo no tendría continuidad en la historia del club, siendo pocos años más tarde prácticamente absorbido por las notas de un nuevo himno, un himno que caló profundamente desde el primer momento en toda la afición canaria y que con el devenir de los años, ha sido reconocido por todos como el único y verdadero himno de nuestra querida UD Las Palmas.

 

 

Maestro José Peón Real, autor de la música del himno de la U.D. Las Palmas.

HIMNO OFICIAL DEL CLUB

Fue compuesto a comienzos de los años 50 por los añorados colaboradores Gonzalo Monasterio, autor de la letra, y el maestro Peón Real, artífice de la música, aunque su verdadera difusión sería algunos años más tarde, concretamente en el mes de septiembre de 1955, cuando autor y compositor deciden dar a conocer aquel trabajo que habían realizado en casa de Peón Real con la única compañía del piano del autor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Habría que significar de igual forma, que la gestación de este legendario himno se iniciaría, según el propio Peón Real, en aquellas destartaladas mesas del inolvidable Bar Polo.

 

El entrañable ‘Bar Polo’ de nuestra ciudad, conocido también como ‘El Suizo’,  frecuentado por literatos, bohemios y tertulianos.

 

 

El inolvidable locutor José Mª Ayaso, presentador del himno oficial del club en un programa deportivo en la emisora Radio Las Palmas.

 

La grabación original de este Himno fue magnetofónica teniendo como sede los antiguos estudios de Radio Las Palmas, y su estreno en dicha emisora corrió a cargo del añorado compañero José María Ayaso

Aquel estreno del himno oficial del club por la emisora Radio Las Palmas en su emisión deportiva del domingo había despertado una enorme expectación en los radioyentes, dado que en dicho programa se había venido anunciando previamente durante algún tiempo, invitando a todos los aficionados a su audición.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Antenas de Radio Las Palmas.

Al poco tiempo Juan Alberto Monzón pasaría esta primitiva grabación a un disco, que en la actualidad es propiedad de sus herederos. Este ejemplar único es considerado hoy en día toda una pieza de museo. Como bien decía el querido José María Ayaso:  “¡Cuántos triunfos de nuestra UD Las Palmas subrayó aquel viejo, único y entrañable disco metálico!”.

Juan Alberto Monzón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cantante Juanito Segarra

En aquella primitiva grabación figuraban de forma anónima las voces de Rafael, Carlos Cordero y Luis de Valls, que junto a otros tantos aficionados que sentían los colores amarillos, y dirigidos por el maestro Peón Real, colaboraron con gran entusiasmo en el proyecto.

Este himno, tan emblemático de nuestro equipo representa un auténtico legado de nuestros antepasados que como todo símbolo de identidad debiera ser conservado y darle la importancia que realmente merece.

Quizás algunos lectores desconozcan que este maravilloso himno fue de los primeros que se dedicaron a un equipo de fútbol en nuestro país. Fue también presentado al Festival de la Canción Deportiva celebrado en Barcelona, siendo defendido por el cantante Juanito Segarra que por los años cincuenta gozaba de gran popularidad. En este certamen obtendría un brillante tercer puesto aunque posiblemente hubiera quedado vencedor de haberse contado con el acompañamiento de unos coros, como su partitura exigía. Esta sería la segunda grabación de nuestro himno representativo.

 

 

 

 

 

 

 

Chano Ramírez.

La tercera y definitiva grabación tomó el relevo de aquel ejemplar primitivo, que un día naciera en los estudios de Radio Las Palmas al calor de jornadas victoriosas en el preámbulo de un programa deportivo presentado por un verdadero maestro de la radio como fue José María Ayaso, con quien los canarios estaremos siempre en permanente deuda.

En esta última grabación se contó con las voces masculinas del Coro Regina Coeli de San Agustín que dirigía el excelente tenor Chano Ramírez y el acompañamiento de la banda municipal de Telde, bajo la dirección del maestro Crescencio Díaz de Felipe.

 

Iglesia de San Agustín.
Cartel del Coro Regina Coeli de la parroquia de San Agustín.

 

 

 

 

 

Octavilla original distribuida en el Estadio Insular dando a conocer el himno oficial de la UD Las Palmas, obra de los autores Peón Real y Gonzalo Monasterio.

 

Carta de los autores del himno oficial del club Gonzalo Monasterio y Peón Real dirigida al presidente de la UD Las Palmas invitándole al estreno de su audición que habría de tener lugar en la emisora Radio Las Palmas.

 

Cubierta de la partitura original del himno a la UD Las Palmas compuesto por Gonzalo Monasterio y José Peón Real.

 

Portada de la última grabación del himno de Gonzalo Monasterio y Peón Real con parte instrumental de la Banda del Excmo. Ayuntamiento de la ciudad de Telde dirigida por el maestro Crescencio Díaz de Felipe. En la imagen jugadores que participaron en la temporada 1968/69 obteniendo el subcampeonato liguero. De izquierda a derecha, de pie: León, Gilberto II, Castellano, Guedes, Niz, José Luis, Martín II y Oregui. De rodillas: Germán, José Juan, Lo, Gilberto I, Aparicio y Tonono. En la parte inferior el entrenador Luis Molowny con los integrantes de la Selección Española: Tonono, Martín II, Castellano, Guedes y Germán.

 

En su contraportada, la banda del Excmo. Ayuntamiento de la ciudad de Telde y Coro Regina Coeli de la parroquia de San Agustín dirigida por el tenor Chano Ramírez.

 

 


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